El Congreso aprobó sólo el endeudamiento con el Fondo, pero no el programa negociado por el equipo económico. Alivio de corto plazo para el dólar, pero los inversores ya descuentan que no se cumplirá con la baja del déficit.
La idea primaria de Martín Guzmán fue original, algo arriesgada y perseguía una buena intención: conseguir el mayor respaldo político posible para el programa negociado con el FMI. Pero poco y nada salió de acuerdo a lo esperado por el ministerio de Economía. Al final, ni siquiera los kirchneristas decidieron apoyar la “letra chica”, que no es nada menos que el memorando de entendimiento entre el equipo económico y el staff del FMI.
La redacción del proyecto que recibió media sanción apenas autoriza al Gobierno a tomar nueva deuda con el organismo, que servirá para pagar la vieja. Pero nada dice sobre el contenido del acuerdo, que en definitiva es a lo que se compromete a cumplir el Gobierno y también el dato que miran los inversores para evaluar cuál es el rumbo económico que se tomará en lo que le queda de gestión a Alberto Fernández.
El desenlace legislativo debilitó a Guzmán y también al Presidente, sobre todo porque desnudó las fuertes grietas que existen en el propio Frente de Todos. Que el principal partido de la alianza de Gobierno se haya manifestado abiertamente en contra del programa negociado con el FMI dejó expuesto a cielo abierto las disidencias dentro de la propia coalición gobernante.
El ministro de Economía quedó en realidad en una situación mixta. Por un lado pudo destrabar el acuerdo con el Fondo y obtuvo un programa de desembolsos bastante generoso. De hecho recibirá USD 5.000 millones más que los vencimientos que hay por delante con el organismo en 2022 y 2023. Esto se debe a que el país recuperará los pagos que le hizo al FMI en los últimos meses. Esos vencimientos, a su vez, se habían pagado con los propios Derechos Especiales de Giro que el propio Fondo distribuyó en agosto del año pasado como parte del proceso de capitalización del organismo. Al menos hasta junio, el Banco Central podrá mostrar un fortalecimiento en su nivel de reservas netas, que habían caído a terreno negativo a fines del 2021.
Guzmán tomo el riesgo de salir a buscar un respaldo parlamentario que no fue tal cuando nadie se lo había exigido
Sin embargo, tomó el riesgo de buscar un respaldo parlamentario que no fue tal cuando nadie se lo había exigido. La redacción final del proyecto de ley sólo lo autoriza a conseguir el nuevo financiamiento, que es lo que le permitirá evitar el “abismo”, es decir caer en default. Sin embargo, no consiguió ese apoyo político que quería para refrendar el acuerdo. Posiblemente el ministro no haya contado con que el propio Máximo Kirchner le daría la espalda en su rol de jefe de bloque de Frente de Todos en Diputados.
Más allá de los tropiezos parlamentarios, el avance con el FMI consolidó la estabilidad cambiaria y la caída de la brecha, que en el caso del dólar MEP ya se ubica por debajo del 70% en relación al tipo de cambio oficial. Llevar estabilidad al dólar es indudablemente el mayor logro que trae el acuerdo en el corto plazo. A fines de enero, cuando se insinuaba la posibilidad de no cerrar el acuerdo, el tipo de cambio llegó a rozar los $ 230. Ayer, el piso de dólar MEP fue de $ 190.
Pero más allá del efecto puntual sobre el dólar, los mercados están muy lejos de “comprar” el acuerdo con el FMI. Los propios rechazos legislativos hacen poner en duda, con mucha lógica, que exista respaldo político para reducir el déficit fiscal y ponerle un freno a la emisión monetaria, dos de los pilares de lo negociado.
Los números no cerraban antes de que se desate la invasión rusa a Ucrania. Pero este episodio complicó aún más las cosas. Es probable que el ministerio de Economía termine utilizando el argumento a su favor. Es decir que el aumento del precio de la energía provocará un salto en las importaciones.
Además, hará más difícil bajar los subsidios a la luz y el gas, tal como está comprometido. Según el acuerdo, la disminución debía llegar a 0,6% del PBI. Hoy ya está claro que se trata de un objetivo imposible, aún con las subas propuestas e incluso la quita de subsidios para el 10% de mayor poder adquisitivo. Quedarán dos caminos: ajustar por otro lado para cumplir con la meta de déficit fiscal de 2,5% del PBI o incumplir con el acuerdo. Hoy parece mucho más probable esta segunda opción.
Un informe de la Fundación Mediterránea concluyó que la suba de los precios de los commodities en el mercado mundial tiene efectos “ambivalentes” sobre la Argentina. Las exportaciones agroindustriales podrían aumentar este año USD 4.000 millones, pero el deterioro de la balanza energética podría llegar a los USD 6.400 millones. Por lo tanto, habría una merma de 2,4 mil millones en el ingreso de dólares al país.
“En términos fiscales –agrega- el impacto negativo se potencia, ya que los ingresos del Tesoro mejoran por aproximadamente un tercio del incremento de las exportaciones (por las retenciones), pero empeoran por más de dos tercios de las mayores importaciones, debido a la incidencia de los subsidios”. La conclusión es que subsisten los interrogantes sobre el cumplimiento de la meta de déficit primario de 2,5% del PBI.