El BCRA aplicó triple maniobra para controlar el mercado cambiario – Se reconoce que la inflación de enero alteró el buen clima de comienzo de año. Hay convicción en que el dólar vive lógicos días de volatilidad y que no habrá presión sobre la mitad superior de la banda.
El Gobierno vivió la jornada de ayer como un test. Como un examen del mercado para saber cuál es la actitud ante una escalada del dólar y qué tan fuerte y con qué tanta astucia piensa responder ante el ataque especulativo. La decisión ante el desafío fue simple y rápida, con la intención de dar un mensaje claro: se convalidó un alza importante en los intereses de Leliq, se actuó con la política de dólar futuro y se adjudicó una masa de letras de liquidez por encima de los vencimientos del día. Todos mecanismos conocidos y, desde la vigencia de la zona de no intervención, con eficacia probada y que ayer se aplicaron con la estrategia de pinzas. La convicción oficial es que el dólar no tiene motivos serios para endiablarse y que lo que se vive desde el viernes de la semana pasada es una volatilidad normal luego que los mercados se alteraran a partir de la difusión del dato de inflación de enero de 2019. Se comparan estas jornadas con las de septiembre del año pasado, cuando luego de la ampliación de los encajes bancarios se generó inquietud en el sistema financiero, que paulatinamente se fue absorbiendo con la acción de la entidad; para pasar luego a un proceso de estabilidad que, con el tiempo, derivó en la política de contracción de tasas que se aceleró en los primeros 40 días de este año.
Se reconoce dentro del oficialismo que la aceleración del IPC a 2,9% en el primer mes del año no estaba en carpeta. Ni en la del Gobierno ni en la de los privados. Y que el anuncio del jueves pasado cambió el clima de estabilidad con que había operado el mercado cambiario desde comienzo del año, generando la volatilidad de los últimos días. Esta, se asegura, podría continuar algunas jornadas más lo que derivaría en más acción directa desde el Banco Central. Sin embargo, tanto desde el Ejecutivo como desde la entidad que maneja Guido Sandleris hay tranquilidad hacia el mediano plazo. Al menos en lo que tiene que ver con la oferta de divisas. Desde el BCRA los diseñadores de la zona de no intervención aseguran que el mecanismo está más firme que nunca, y que en los próximos meses la divisa se moverá dentro de los márgenes de la banda; más cerca de la mitad y la mediana que del techo.
En el oficialismo descuentan que se aproxima un período de una fuerte oferta de divisas, proveniente de tres fuentes diferentes: la cosecha de maíz y soja, los dólares del Fondo Monetario Internacional (que si bien no pueden usarse para política monetaria, refuerzan las reservas y liberan dólares que de no contarse con el dinero del organismo deberían utilizarse para pagar vencimientos de deuda) y los casi u$s1.000 millones que el BCRA compró durante las jornadas de enero y la primer quincena de febrero en las que la moneda norteamericana estuvo cotizando por debajo de la zona. Esta oferta de dólares estaría disponible durante marzo, con lo que por la sola acción de las fuerzas del mercado, la demanda de estos tiempos de divisas no debería generar zozobra. Si volatilidades como las de estas jornadas, cada vez que aparezcan datos como la inflación de enero.
Permanentemente se recuerda en el BCRA, que el techo de la zona está diseñado lo suficientemente holgado como para que los mercados se manejen con tranquilidad. Se menciona que el techo fue calculado sobre la base del precio que el dólar mantuvo a comienzos del segundo semestre del 2002; cuando la inestabilidad cambiaria y la tormenta de pesos eran mucho mayor a la actual. En el Gobierno se menciona además que el precio del dólar durante gran parte de la vigencia de la zona, estuvo cotizando más cerca del piso que del techo, con lo que la mediana futura debe diseñarse con ese criterio. Especialmente ante la llegada de los dólares que se esperan en las próximas semanas.
El escenario debería así estar tranquilo al menos hasta terminado mayo. Luego, se reconoce en el Gobierno, comenzará el cronograma electoral; el que se descarta sea un gran combustible para alimentar la volatilidad. Mientras tanto, será el tiempo en el que desde el BCRA se diseñen más herramientas que se sumen a las que ya se aplican para que el principal fin de la política económica de este año se cumpla: que el dólar no se escape, y que los mercados no deriven en consecuencia en una incontrolable espiral de inestabilidad.