La divisa se mantuvo equilibrada durante todo mayo, el mes de mayor liquidación del campo. Sin embargo, el calendario electoral mantiene a los inversores en vilo
El dólar sorpresivamente quieto y una inflación que en mayo podría ubicarse incluso por debajo del 3% son dos datos importantes para el Gobierno y en particular para las chances electorales de Mauricio Macri. La «paz cambiaria» es una condición necesaria para enfrentar los meses previos a las elecciones y por ahora se está consiguiendo. Pero en junio la política y también la economía entran en un período de máxima tensión.
Las variables económicas se moverán en forma creciente al ritmo de las novedades electorales. Esto ya se refleja en el riesgo país, que el viernes volvió a sus máximos anuales, casi 1.000 puntos. El espejo de este deterioro fueron los bonos que reanudaron sus fuertes bajas, con caídas de 2,5% y hasta 3%. Los títulos de corto plazo como el Bonar 2020 y el Bonar 2024 ya rinden arriba del 18,5% anual en dólares.
Tal como reflejó Infobae la semana pasada, el temor del mercado es que el próximo gobierno avance con un canje de deuda, en principio «amigable». Implicaría cambiar los bonos más cortos por títulos más largos para aliviar el perfil de vencimientos. Sería una jugada super arriesgada y que demoraría el regreso de la Argentina a los mercados financieros.
Desde el kirchnerismo también dejan trascender que si ganan volverán las restricciones al libre movimiento de capitales. Aunque evitan hablar del cepo cambiario, esto también implicaría algún grado de restricción para la compra de divisas. Tarde o temprano, este tipo de temores también podría empezar a impactar en la demanda de dólares por parte del sector privado.
La decisión del Central es mantener elevadas tasas de interés, del orden del 70% cuando la inflación esperada para los próximos 12 meses está en el 30%. ¿Cuál es el objetivo de semejantes rendimientos? La evidencia muestra que aún con una gran zanahoria para los inversores, son pocos los que hoy están dispuestos a pasarse a pesos en vez de dolarizarse. Pero por otro lado obliga a las empresas, sobre todo a las PYME, a vender dólares para hacerse de capital de trabajo, en vez de financiarse al 80% con descuento de cheques o adelanto de cuenta corriente en los bancos.
Un trabajo realizado por un banco privado de primera línea al que tuvo acceso Infobae realiza un «test ácido» de dolarización. En un escenario de incertidumbre extrema y con una caída del 30% de plazos fijos en pesos en la previa electoral, el Central debería salir a vender unos USD 9.000 millones de sus reservas para contener un gran salto cambiario. Es decir que contaría con «municiones» de sobra para hacerlo, aunque dejando ya muy poco de sobra para la próxima administración.
Son números que lucen exagerados, pero también es cierto que en todas las previas electorales la dolarización de portafolios crece sostenidamente. Sin ir más lejos, en 2011 luego de un proceso de fuerte compra de dólares, Cristina Kirchner anunció el cepo cambiario para contener la demanda en los bancos. Años más tarde, quien fuera su ideóloga, Mercedes Marcó del Pont, reconocería su error, pero ahora nuevamente vuelven con fuerza las ideas de restringir los movimientos de capitales, tanto para la entrada como la salida.
En las últimas semanas, a partir de un dólar quieto y la inflación en baja, mejoraron los índices de confianza del consumidor, también la expectativa sobre una mejora de la economía y lentamente empieza la recuperación del salario real. El viernes se anunció un acuerdo con bancos y «retailers» para baja la tasa de interés del plan Ahora 12y el regreso masivo de la vuelta de las cuotas sin interés, que tanto resultado le dio al kirchnerismo.
La mejora del salario real también debería ayudar a apuntalar el consumo a partir de ahora. Sin embargo, la caída fue tan profunda que es necesario darle un empujón adicional para que mejore la demanda interna.
No está claro que nada de esta mejora del clima social resulte contundente para favorecer las chances presidenciales de Mauricio Macri. Es, en definitiva, lo que están mirando los inversores. El acercamiento de Sergio Massa a Unidad Ciudadana impactó en el riesgo país, al reflejar que el frente opositor al Gobierno toma cada vez más entidad.
Las cámaras empresarias buscarán más protagonismo a partir del 23 de junio, luego de que se conozcan quiénes son los precandidatos presidenciales. Desde ABA, la entidad que agrupa a los bancos extranjeros, convocarán a los candidatos básicamente para responder dos preguntan: qué piensan hacer con el dólar a partir del 10 de diciembre y si mantendrán tasas de interés positivas (es decir que le ganan a la inflación) para atraer el ahorro en pesos. Habría más convocatorias de estas características de la Asociación Empresaria Argentina y de la UIA, con el propósito de tener más certezas sobre los pasos que piensan dar los políticos que quieren acceder a la presidencia. Es una manera, además, de conseguir definiciones de política económica que por ahora estuvieron ausentes.
En los próximos días se conocerán las primeras encuestas sobre la nueva fórmula Fernández-Fernández. Los adelantos que los analistas políticos transmitieron a sus clientes es que Cristina consiguió trasladar sus votos a Alberto y que incluso podrían haber sumado 2 ó 3 puntos adicionales. Del otro lado, Macri detuvo su caída pero por ahora no presenta un repunte significativo. Quizás la elección de su candidato a vicepresidente le dé algún impulso, sobre todo si sorprende al electorado.
La posibilidad de una victoria en primera vuelta del kirchnerismo seguramente aparecerá como una opción real en las próximas semanas, teniendo en cuenta que la dupla Fernández-Fernández le lleva unos ocho puntos de distancia a Macri. Para eso precisa obtener al menos 40% y sacarle más de 10 puntos al segundo. De ser así, no sólo peligra la paz cambiaria sino que tanto bonos como acciones podrían sufrir nuevos deterioros, amenazando todavía más el proceso de reactivación que tanto precisa el Gobierno para emparejar antes de las PASO.