El «ala financiera dura» que acompaña a Alberto Fernández mostrará hoy un cierre de febrero más que prolijo, superando el primer mes estacionalmente difícil del 2021. El dólar (en todas sus versiones) se mantuvo bajo control, no hubo desbordes monetarios. la salida de divisas está controlada al máximo y, lo más importante, el mercado compró el mensaje que el Gobierno no aplicará devaluaciones fuertes
En medio de la tormenta política que vive el oficialismo; un ala, importante, del Gobierno hace un breve y tranquilo festejo. El “ala financiera dura” que acompaña a Alberto Fernández mostrará hoy un cierre de febrero más que prolijo, superando el primer mes estacionalmente difícil del 2021. El dólar (en todas sus versiones) se mantuvo bajo control, no hubo desbordes monetarios, la salida de divisas está controlada al máximo y, lo más importante, el mercado compró el mensaje que el Gobierno no aplicará devaluaciones fuertes y que el Ejecutivo podrá llegar a las elecciones legislativas sin que la divisas sea noticia. Y que la política cambiaria que se deberá esperar serán devaluaciones oficiales graduales, controladas y acompañando la inflación, sin que se retrase el tipo de cambio, ni se revalorice. Y que el nivel actual del dólar oficial es el adecuado.
Se considera en la Casa Rosada que el hecho que el Banco Central haya superado febrero sin alteraciones cambiarias, es un logro a remarcar. Una alta fuente con despacho directo con el Presidente lo describió al titular de la entidad, Miguel Pesce, como “un viejo lobo de mar”; y rescatan que por influencia directa de Alberto Fernández, haya mejorado en octubre del año pasado la relación con Martín Guzmán. Al punto de trabajar, ahora sí, juntos el día a día. “Hablá con él. Apoyate en Pesce. Conoce como nadie el mercado”. Se analiza en el Ejecutivo que esta conversación, y sus positivas consecuencias posteriores, fue lo que terminó de estabilizar la relación entre el ministro y el titular del BCRA; lo que luego derivó en que el mercado comenzara a “comprar” la política cambiaria oficial.
Los operadores privados descartan ahora cualquier posibilidad de devaluación fuerte, tanto en su versión controlada como descontrolada. Es la idea y estrategia con la que piensa manejar el Gobierno la política cambiaria para todo 2021, y que ahora puede ser tomada en serio por los mercados financieros. El objetivo es demostrarle al mercado, especialmente a los exportadores sojeros que deberían liquidar entre marzo y mayo, que no deben esperar alteraciones importantes en el valor del dólar; y que el oficialismo mantiene controlada la variable cambiaria. Para que esta visión sea creíble espera el Gobierno un aporte extra. Que el FMI, en algún capítulo claro de la eventual “Carta de Intención” que se debería firmar en el primer semestre, avale este esquema oficial y mencione específicamente que el tipo de cambio y el mecanismo de actualización es el correcto.
Se habla que ya pasó el tiempo de la liquidación de la cosecha fina y que se maneja con certeza el período marzo- abril donde debería comenzarse a liquidar la cosecha la gruesa. Entre mayo y junio la posición debería consolidarse, para que en el segundo semestre, también por cuestiones estacionales, pueda haber períodos de pérdidas de divisas. Se supone que para ese momento ya el acuerdo con el FMI estará cerrado, la economía en crecimiento y cierta estabilidad monetaria en marcha; con lo que deberían ser tiempos sin alteraciones en la política de devaluaciones graduales acompañando la inflación. No es una promesa menor. Será el tiempo en que el Gobierno de Alberto Fernández se jugará su situación política y económica en las elecciones legislativas de 2021.
Para que todo esta estrategia cambiaria-política sea posible, el Gobierno mira otro capítulo complicado. Lo necesario para que haya credibilidad, es que se pueda sostener durante todo el año el superávit comercial; y que no se repitan meses de déficit entre exportaciones e importaciones. Según los números básicos de mantenimiento de la estabilidad económica, en el Gobierno se habla de la obligación de mantener un resultado positivo entre exportaciones e importaciones por arriba de los u$s12.000 millones; y, en lo posible, lo más cerca que se pueda de los u$s15.000 millones. Se confía en que si el 2021 mantiene el superávit del ejercicio anterior, se verá la misma lógica en la administración de las reservas que el 2020; lo que implica que no habría alteraciones bruscas, pero tampoco liberalizaciones en la alternativa de compra de divisas. Como contrapartida, si el 2021 llega con mejoras en las exportaciones, se podrían ir liberando algunas cuentas de acceso a divisas, pero siempre vinculado a proyectos productivos. Para pensar en esta posibilidad, antes el Gobierno debe asegurarse que tienen garantizados los dólares necesarios para el pago de insumos, deuda, giro de utilidades, royalties y el funcionamiento normal de la administración pública en el exterior.
Para el criterio oficial, si el organismo que maneja Miguel Pesce logra sostener el poder de competitividad del dólar en los niveles de cierre del 2020, la economía no tendría problemas para responder el año con un crecimiento sustentable; incluso superior al 5% que se proyectó en el presupuesto.