De aquí a noviembre debe afrontar varios cargos por “pertenecer” y dos cuotas del crédito de 2018. Quiere “pasar el verano” y concluir en mayo un acuerdo a 10 años
El gobierno argentino pagará hoy una cuota de USD 315 millones al FMI, mientras mantiene el objetivo de renegociar a diez años los vencimientos del crédito Stand-by concedido en 2018, durante el gobierno de Mauricio Macri, y, eventualmente, engrosar con “fondos frescos” las reservas del BCRA, clave para el objetivo oficial de impedir a toda costa una crisis cambiaria en un año electoral.
Los 315 millones de mañana no tienen que ver con el crédito de 2018, cuyas dos primeras cuotas (de USD 1.910 millones cada una) caen el 22 de septiembre y el 22 de diciembre, sino con “aportes” a la tesorería del organismo y un cargo menor (USD 372.000) por la tenencia neta de Derechos Especiales de Giro (DEG), la “moneda” del FMI). Entre el 30 de abril y el 1 de mayo hay vencimientos de ese tipo por USD 304 millones, el 1 de agosto por USD 355 millones y el 1 de noviembre por USD 399 millones.
De este modo, en el año los vencimientos con el FMI suman USD 5.193 millones, de los que USD 3.820 millones son “repagos” del Stand-by y USD 1.373 millones cargos “de membresía” y disposición de “cuota”, computada en las reservas del BCRA.
El pago del lunes no está en duda; la clave sigue siendo refinanciar el Stand-by con un “Acuerdo de Facilidades Extendidas”, más un eventual pucho financiero. El ministro Martín Guzmán habla de acordar en mayo, pues ese mes expira el plazo de gracia para pagar la última cuota (con intereses, unos USD 2.400 millones) del Acuerdo con el Club de París que negoció en 2014 Axel Kicillof.
Sin programa con el FMI, es más difícil postergar pagos y reducir intereses (actualmente del 9%, altísimos para los estándares de este tipo de relaciones) con el Club de París, como pretende el Gobierno.
La deuda por el crédito de 2018 aumentó debido a la caída del dólar respecto del DEG, que el viernes pasado cotizó a 1,44 dólares, y equivale hoy a USD 45.955 millones, unos USD 2.000 millones más que cuando asumió Alberto Fernández, pues desde entonces el DEG aumentó 4,5% respecto del dólar. A su vez, el peso del país como deudor se redujo en ese lapso de 43 a 30% de la cartera de créditos y se mantiene en 4,3% de la capacidad crediticia total del Fondo.
El actual trance oficial es “pasar el verano” de reservas flacas y engordarlas a partir de marzo/abril, con el nuevo ciclo agroexportador. Después, el frente cambiario mejoraría. Un informe de la consultora Analytica estimó que este año la soja aportará una yapa de USD 5.600 millones de exportaciones y de más de $ 300.000 millones de recaudación fiscal y otro de la Bolsa de Comercio de Rosario estimó en más de USD 35.000 millones las exportaciones agroindustriales.
Además, el viernes pasado una alta funcionaria del Tesoro de Italia, que desde diciembre preside el G20, adelantó la intención de su gobierno, que ya tendría consenso europeo, para que el Fondo emita de USD 500.000 millones en DEGs y provea así más liquidez a sus socios.
Para la Argentina, cuya “cuota” en el FMI es de 0,66%, significaría sumar hasta USD 3.300 millones a las reservas “brutas” del BCRA. El trámite puede llevar varios meses, pero el principal obstáculo, que era el gobierno de Donald Trump, quedó atrás: el de Joseph Biden luce más amigable a compromisos multilaterales.
Involucramiento presidencial
La importancia que el gobierno asigna a estas cuestiones se refleja en que, mientras el equipo de Guzmán conversa vía remota con el Fondo, el presidente Alberto Fernández se involucró activamente: la semana que pasó conversó con la canciller alemana, Ángela Merkel, cuya posición pesa tanto en el FMI como en el Club de París y con la directora del FMI, Kristalina Georgieva, y expuso en la última edición del Foro Económico Mundial.
El próximo paso es un contacto con la Casa Blanca, cuyo visto bueno es clave. EEUU tiene 17,44% del poder de voto en el directorio del Fondo, donde las decisiones más importantes requieren un consenso de al menos 85%, y los países de la UE (encabezados por Alemania, que por sí sola tiene un 5,6%) suman 25%. El voto de otros países con peso propio como China (6,41%), Japón (6,48%), Gran Bretaña (4,24%) y Canadá (2,32) más vecinos latinoamericanos como Brasil (2,32%) y México (1,87%), daría votos y peso político suficiente para aprobar un acuerdo.
Pero persiste el requisito de que el gobierno argentino diga claramente qué pretende. Al respecto, un conocedor de los usos y costumbres del FMI destacó a Infobae el frío tuit de Georgieva, la directora del organismo, tras su conversación con Alberto Fernández, y el señalamiento de Merkel, en un mensaje grabado que envió a un evento de la Unión Industrial, con ese mensaje, ¿qué quiere hacer la Argentina?
El viernes, Guzmán le dijo al Wall Street Journal que la negociación con el FMI es “una oportunidad para romper los patrones del pasado”. Un mensaje demasiado críptico. No sin malicia, la nota del medio financiero, el de mayor circulación en EEUU, destacó que la patrona de la coalición gobernante es la vicepresidente Cristina Kirchner.