El ministro Nicolás Dujovne admitió que la recesión a partir del segundo trimestre impedirá crecer el 0,4% previsto en el acuerdo con el FMI. El Presupuesto estipulaba un crecimiento de 3,5%
El gobierno argentino se resigna a un nuevo capítulo de la «maldición de los años pares». El 2010 fue el último año par que exhibió crecimiento económico, entonces un robusto 6% de expansión del PBI.
El Presupuesto 2018, presentado a fines del año pasado, preveía un crecimiento de 3,5% este año, en otras condiciones externas e internas que permitían cierto grado de optimismo, siempre a tasas moderadas.
Pero la corrida cambiaria desatada desde finales de abril derrumbaron las expectativas generales, la confianza de los agentes financieros y también de la ciudadanía, debido a que la rampante inflación, las tasas sobre 40% y el salto del dólar retrasaron el salario real y recortaron los niveles de consumo.
Este lunes, el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, reconoció frente a agencias internacionales que la economía de Argentina caerá el 1% este año, en gran parte por los efectos de una feroz sequía sobre el sector agrícola, aunque en 2019 volvería a expandirse 1,5 por ciento.
Por más que la caída de la actividad, según esta proyección, es inferior a la de 2016, cuando redondeó un retroceso de 1,8% en doce meses, es un dato muy negativo y contundente, si se observa que en 2017 el PBI había aumentado 2,9% y en el primer trimestre de 2018 se había alcanzado un crecimiento de 3,6% respecto del período enero-marzo de 2017.
El ministro de Hacienda añadió que espera que el déficit de cuenta corriente en 2019 alcance al 3% del PBI, en momentos en que Argentina atraviesa dificultades financieras palpables en la caída de 50% del valor en dólares de las empresas que cotizan en dólares, un tipo de cambio récord, con alza de 66% en 2018, y un riesgo país en torno a los 700 puntos básicos que impide el financiamiento en los mercados de capitales.
Un informe de Ecolatina refirió que «la recuperación de la actividad será clave para cumplir la meta fiscal el año que viene. Sin embargo, la salida de la recesión no está garantizada: la política fiscal y la monetaria serán contractivas, nuestro principal socio comercial no logra estabilizarse y las turbulencias financieras internacionales arrecian. Ojalá que el clima permita, por lo menos, que la cosecha agrícola sea récord en 2019″.
Los analistas ya establecen que la Argentina atraviesa una recesión de al menos dos trimestres -el segundo y tercero de 2018- pero es la primera vez que las previsiones oficiales ya reconocen que 2018 será, de punta a punta, un año negativo para la actividad.
«Profundizando lo sucedido en mayo pasado, durante junio de 2018 la actividad volvió a caer, acumulando así su tercer mes consecutivo en rojo», puntualizó Ecolatina. «Dado que a la sequía se le sumó la crisis cambiaria, la contracción fue de 6,7% interanual, el valor más alto desde junio de 2009», acotó.
Para Invecq Consultora Económica, la velocidad de contracción económica del actual período recesivo es la mayor desde 2009 y comparable al Efecto Tequila de 1994, protagonizado este año por el agro, cuya producción recortó 30% debido a la sequía.
«Probablemente los próximos meses el indicador continuará reflejando números interanuales negativos, pero en la medida que se logre controlar el nivel de precios a la vez de estabilizar el mercado cambiario se podrá comenzar a revertir la situación económica en el margen y así comenzar a consolidar un proceso de reversión de la recesión para finales de año o principios del próximo. Si, por el contrario, la crisis de confianza que caracteriza hoy a la Argentina se perpetúa, no se podrá conseguir la estabilización necesaria y la recesión sería más larga», explicó Invecq.
El segundo trimestre de 2018 acusó la profunda pérdida ocasionada por la sequía del verano y las inundaciones de abril en la producción del agro, con una caída interanual de casi 4 por ciento. Esa baja fue la más profunda para un trimestre de la del período octubre-diciembre de 2008, cuando se combinaron la crisis financiera «sub prime» que impactó en el mundo, también una sequía en el agro local, más la incertidumbre generada por la estatización de las AFJP.
Esta dinámica confirma el estancamiento económico que atraviesa la Argentina por séptimo año consecutivo, prácticamente desde la instauración del control de cambios o «cepo» a fines de 2011.
En el marco del acuerdo cerrado hace meses con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para garantizar un financiamiento por USD 50.000 millones, Dujovne señaló que el Gobierno solicitó al organismo multilateral la liberación de USD 3.000 millones en septiembre.
Además, el funcionario señaló que el país pidió al FMI que se removiera del acuerdo un plan para que el Tesoro recompre Letras Intransferibles que actualmente están en manos del Banco Central, según publicó Reuters.
Argentina se había comprometido a rescatar Letras Intransferibles colocadas por el Tesoro al BCRA por unos USD 3.125 millones trimestrales, una cifra que acumularía USD 15.000 millones hasta fin del 2019.