Toda medida debe ser comprendida desde donde partimos. Desde abril hasta septiembre, los argentinos hemos tenido que soportar cinco eternos meses de incertidumbre sujetos a una enorme licuación devaluatoria. Hace meses que a pesar de mi decepción sentí que era tiempo de apoyar al Presidente Macri no porque me importe su futuro político, sino porque la estabilidad de la Argentina como país estaba en juego y sigo sintiendo lo mismo: es tiempo de apoyar desde la crítica constructiva. En abril, Argentina no tenía regla monetaria, no tenía regla fiscal, exhibía un agujero externo de 4% del PBI y la vez, tenía un explosivo stock de Lebac de u$s 60.000 millones. La Argentina africana de hoy si bien claramente no es Noruega, ha mejorado sustancialmente en esos críticos cuatro frentes. Primero, desde ayer, Argentina tiene una especie de regla monetaria y cambiaria mucho más clara, con costos obviamente, pero con una sustancial mayor certidumbre y eso es clave para la estabilización. Segundo, el déficit externo será reducido muy significativamente para el 2019. Tercero, Argentina exhibe una razonablemente ambiciosa meta de déficit fiscal primario al 0% para el 2019. Cuarto, las Lebac se están extinguiendo, gratis no fue, pero finalmente están comenzando a desaparecer y eso en buena medida es fruto de la razonable y correcta gestión de Caputo al mando del Banco Central.
¿Qué se puede esperar de esto? Las medidas anunciadas por el BCRA apuntan hacia una probable exacerbación del contexto recesivo y hacia un dólar que probablemente vaya acomodándose hacia la zona de $ 45 de caras al cierre del año, lo cual no me parece trágico sabiendo de dónde venimos y lo que está en juego. El talón de Aquiles de la economía argentina siguen siendo los pesos y para salvaguardar la capacidad de pago en dólares se hizo necesario licuar una parte al menos de las obligaciones en moneda local. No creo que dicha licuación haya culminado, aunque percibo que gran parte de dicho proceso ha sido cumplido. Obviamente, la economía real tendrá 10 largos meses al menos de un prolongado sufrimiento con alta recesión y alta inflación, lo cual es uno de los costos que deberán pagarse por haber hecho todo mal durante 15 años seguidos.
¿Y el riesgo país? Los avances en los 4 aspectos de describí previamente no pasarán inadvertidos por Wall Street, jugador clave en el trading de bonos argentinos y, por ende, en la determinación del nivel de riesgo país. Es altamente probable que los bonos cortos soberanos argentinos mantengan su tendencia positiva y que los bonos largos se queden en los niveles actuales debido a la alta incertidumbre que todavía persiste en la economía argentina. De esta forma, el rally en los bonos cortos sumado a la relativa constancia en los largos probablemente siga empinando la curva de rendimientos de bonos soberanos argentinos desarticulando de esta forma la inversión de curva observada durante agosto y septiembre, lo cual es también una excelente noticia. O sea, es razonable esperar un riesgo país estable o con una leve tendencia a la baja y la vez, una pendiente en la curva que intensifique su signo positivo hacia la recuperación de la normalidad. En este contexto de relativa estabilidad del riesgo país, no me sorprendería observar a un mercado de cambios que si bien muestre un sesgo hacia la suba no lo hará con la esquizofrenia de los meses anteriores. Lo anunciado ayer neutraliza al Armagedón como escenario base y eso en el contexto actual es una formidable noticia.
¿Y el Presidente Macri? Claramente, los u$s 7.000 millones en exceso sumados a los u$s 19.000 de adelantos de los que dispondrá el Presidente Macri de caras a la presidenciales del 2019 significan algo contundente: el FMI ha blindado la campaña electoral de Cambiemos de cara al próximo año y le permite encarar un proceso político que será durísimo, pero con cero incertidumbres de caja. En síntesis, lo anunciado ayer por Hacienda, BCRA y FMI, es razonable, es infinitamente mejor a cómo estábamos en abril 2018 pero cuidado porque a la vez, es efímero. Como ciudadano, me agrada percibir que el escenario armagedónico se aleja entre 2018 y 2019 pero a la vez nos obliga a un debate ineludible de caras al 2020, un debate que Cambiemos tuvo miedo de instaurar en 2016 como debió haber hecho. Todo lo que Cambiemos se negó a debatir en esta gestión deberá ser atendido con urgencia al inicio del nuevo mandato presidencial, gane quien gane. Mi sensación es que el FMI llegó para quedarse por un largo tiempo, su presencia no será efímera y no creo que los USD 57.000 de préstamos sean los últimos. Argentina aun haciendo todo bien necesitará largos años de asistencia internacional. Pero como dije muchas veces: no está muerto quien pelea, el momento de mi crítica liberal llegará, pero percibo que hoy sigue siendo el tiempo de apoyar al equipo económico y monetario a cargo, porque el país en donde yo vivo y viven también ustedes, nos necesita a todos juntos y muy a pesar de las merecidas decepciones de un gobierno que vino a cambiarlo todo y no pudo modificar nada.