La plaza de bonos dollar-linked descuenta que el Banco Central tiene poder para mantener bajo control el precio de la divisa hasta las elecciones de medio término. Pero, de cara a 2022, los inversores se cubren ante una posible aceleración del ritmo de devaluación
La calma cambiaria obtenida en octubre pasado luego del pico del dólar libre y la política de mantener pisado al dólar oficial con la esperanza de desacelerar a la inflación no corren riesgos inminentes, al menos si se mira a los movimientos de los activos en el mercado. Las compras de divisas del Banco Central en épocas de soja en máximos de 9 años y la mano pesada con la que la entidad mantiene a raya a las cotizaciones paralelas de la divisa pueden sostenerse en el tiempo, pero no sin costos. Por eso, el mercado tiene marcada una fecha a partir de la cual las apuestas por la estabilidad cambiaria dejan de ser tan firmes.
La divisoria de aguas son las elecciones de octubre o, a lo sumo, el cambio de año. Se ve en los precios de los bonos dollar-linked que emitió el Gobierno.
La hipótesis con la que los operadores del mercado se manejan es que ni el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, ni el ministro de Economía, Martín Guzmán, se sienten cómodos dejando que el dólar oficial se retrase respecto de la inflación durante mucho tiempo. De esa manera, y de la mano de alguna clase de acuerdo con el FMI luego de que los argentinos pasen por las urnas, el dólar oficial deberá acelerarse en algún momento de fin de año o el año próximo.
Esa creencia, más que en análisis o comentarios, se ve de manera muy clara en los negocios con bonos atados al dólar. Desde hace varias semanas los operadores siguen de cerca los rendimientos de dos títulos dollar-linked: el T2V1, que vence en noviembre de este año, y el TV22, que vence en abril del año que viene.
“El spread de tasas entre ambos títulos se fue ampliando y alcanzó el lunes un nuevo máximo -en torno a los 850 puntos básicos-. En lo que va del mes, el spread alcanza un promedio de 698 puntos básicos marcando un salto importante con respecto al promedio de abril (456 puntos básicos) y marzo (453 puntos básicos)”, consignó un informe de Portfolio Personal Inversiones. En resumen, que la diferencia entre las tasas a las que cotizan esos dos papeles tan parecidos entre si va creciendo. Eso tiene una lectura cambiaria.
“El TV22 tiene incorporado dentro de su cotización la expectativa de una mayor probabilidad de que se dé un salto en el dólar oficial después de las elecciones. En la medida en que la demanda por cobertura se incremente (probablemente a partir de junio), se estima que este diferencial podría incrementarse”, concluye el mismo informe.
La diferencia entre los precios a los que cotizan hoy y la cantidad de dinero que pagan al vencimiento permiten calcular una tasa de retorno, un rendimiento. Esa tasa no para de crecer para el bono más corto, que vence este año, mientras que se reduce y se volvió casi negativa para el bono que vence el año que viene. Y esa tendencia, de una tasa de más del 8% para el título más corto y cada vez más baja para el título más largo, se fue ensanchando en las últimas semanas.
¿Qué significa una tasa tan alta para un bono atado al dólar que vence en noviembre? Dado que el dollar-linked cubre a su tenedor de la suba del dólar oficial, porque se ajusta por ese, la tasa extra es caída del precio del título. Para comprar ese bono, los fondos e inversores reclaman un premio. Que se los vendan con descuento. Un descuento equivalente a una tasa de más del 8% anual.
Si los inversores reclaman un premio por atarse al dólar oficial hasta noviembre es que, creen, no va a haber movimientos importantes del dólar mayorista hasta ese momento. No pueden saber que no va a haberlos, pero al menos es claro que no están nerviosos. Y que ponen su dinero en consecuencia con sus previsiones.
El otro bono, el TV22 que vence en abril del año próximo, en cambio, pasó a tener un rendimiento levemente negativo el viernes. Cero de tasa o debajo de cero. Eso es lo que van a ganar quienes compren hoy ese papel y se lo queden hasta su vencimiento. No parece una inversión muy atractiva ganar nada o menos que nada. Pero lo que indica es que no están reclamando un premio por cubrirse contra una suba del dólar oficial. Si llegó a rendimientos negativos, incluso, indica que los fondos que lo compran están dispuestos a pagar con tal de cubrirse ante posibles movimientos de la divisa en el mercado forma.
Hay sólo cinco meses de diferencia entre un título y el otro. En uno, las posturas exigen una tasa alta para cubrirse ante subas del dólar. Y en la segunda, hasta llegan a pagar con tal de resguardarse. No se puede afirmar que el mercado que se jugó entero antes de las PASO de 2019 sólo para sufrir una de las peores caídas de una Bolsa en la historia del planeta sea un oráculo, pero sí que tiene dudas serias respecto a lo que va a pasar en ese lapso.
“El mejor indicador que muestra esto es lo que rinden esos bonos. Un inversor para tomar el T2V1 pide 8 puntos de tasa positiva y para tomar el TV22 exige cero o hasta tasa negativa. Lo que el mercado está priceando -N. de la R.: en jerga, poniéndole precio- es que después de las elecciones en medio de un acuerdo con el FMI y con el 2023 que es otro año electoral cualquier ajuste tendría que llegar en 2022″, dijo Tomás Ruiz Palacios, estratega de Cohen.
La suba de la soja de esta semana, que rozó USD 610 la tonelada antes de retroceder fuerte a la zona de USD 580 por tonelada, no hizo más que extender más esta tendencia. La expectativa de más disponibilidad de divisas para el Banco Central hizo subir aún más a la tasa que paga el T2V1 que vence este año, como si confirmara la hipótesis de que el en corto plazo el terreno está despejado. Pero, por otro lado, no le hizo nada al rendimiento del TV22: las dudas respecto del año próximo todavía persisten.