Emiliano Grodzki despliega en la mesa carpetas con gráficos y cifras, muestra videos ilustrativos en una computadora portátil, detalla las virtudes de nuevas aplicaciones en su celular. «La historia de la economía está empezando a cambiar. Para bien», comenta, con un entusiasmo contagioso.
A sus 42 años, este emprendedor serial cuenta con un currículum de lo más diverso. En 1994, con apenas 18 años, inauguró su primer negocio, una empresa de construcción en seco. En 2002 armó junto a su esposa Classic & Now, una casa de muebles decorativos que exportaban a Estados Unidos y Europa. En 2009 fue convocado por su madre, Mónica Hertz, para desarrollar el negocio en torno a su último invento: el Chocoarroz. En un año, las ventas se multiplicaron por veinte.
En 2012, su familia vendió Deli Light -la compañía que fabricaba el snack- a Molinos Río de la Plata por US$15 millones. Grodzki decidió entonces redoblar la apuesta por el rubro alimentario y creó My Urban Food, con la que incursionó en alfajores premium y viandas saludables, aunque las dificultades económicas del país lo motivaron a venderla por el valor de la inversión.
Los años 2015 y 2016 fueron sabáticos y los dedicó a explorar nuevas oportunidades. «Lo que a mí me gusta es tener una idea, llevarla a la realidad y volverla rentable», dice Grodzki en diálogo con LA NACIÓN. Sin embargo, la búsqueda no arrojaba ningún prospecto movilizante.
No fue hasta comienzos de 2017 que se encontró con el proyecto que le quitaría el sueño.
Un descubrimiento accidental
Nicolás Bonta, socio y amigo de Grodzki, notó que los gastos de electricidad se habían disparado en una de las sucursales de OWN, su cadena hotelera. Una pesquisa lo llevó hasta el cuarto donde guardaban todos los servidores del hotel. Allí descubrió que uno de sus empleados había instalado equipos para minar Ether, una de las criptomonedas más populares.
En vez de enojarse, Bonta le pidió que le explique de qué se trataba y le encargó que le arme equipos propios. «Un mes después me contó que le daba un rendimiento del 9% mensual en dólares, astronómico. Yo no lo podía creer, le ofrecí investigar juntos cómo hacer esto a escala», cuenta Grodzki.
La idea era crear una gigantesca granja de minado, como se conoce a los edificios llenos de equipos informáticos destinados a obtener divisas digitales. Pensaron hacerlo en la Argentina y hasta llegaron a comprar sus primeras placas en la tradicional Galería Jardín, pero finalmente lo descartaron: la tarea requiere un gran consumo energético y el sistema eléctrico nacional experimentaba cortes hace años.
Empezaron a explorar otros destinos. En esa búsqueda se encontraron con los canadienses Pierre-Luc Quimper y Mathieu Vachon, que habían comenzado una granja propia en Montreal aprovechando las bajas temperaturas que allí se viven durante el año, fundamentales para mantener refrigerados sus equipos sin incurrir en gastos eléctricos adicionales.
Así nació Bitfarms. Los cuatro comenzaron a trabajar juntos, comprando y acondicionando galpones para instalar las granjas gracias al apoyo de unos 200 inversores que apostaron por el emprendimiento en medio de una subida meteórica del bitcoin. A la fecha, la firma utiliza unos 40.000 metros cuadrados y emplea a 80 operarios.
En poco tiempo, fundaron un negocio formidable: cuatro granjas en Quebec -con una capacidad instalada de 27,5 MW («Son 40 estadios de River funcionando con recitales las 24 horas del día, los 365 días del año», según Grodzki) y 200 Ph/s de poder de hash que permiten minar bitcoin, bitcoin cash, ether, litecoin y dash, que luego son vendidos al precio de referencia.
Pronto, el rumor de este nuevo emprendimiento llegó hasta los oídos Andrés Finkielsztain, un asesor financiero que trabajó con JP Morgan y la familia Soros, entre otros. Lo que vino después llamó la atención de la prensa económica en todo el mundo.
Noticias de una compra
En diciembre, Natural Resources Holdings (luego rebautizada Blockchain Holdings), una compañía dedicada a la minería de metales preciosos que cotiza en la Bolsa israelí, anunció la compra de Bitfarms.
La transacción ya fue aprobada por la junta directiva y deberá recibir el visto bueno de los accionistas. Roy Sebag, quién se acercó a Bitfarms de la mano de Finkielsztain, es dueño del 54% de la compañía y ya adelantó que votará a favor. El cierre de la operación está previsto para el 15 de marzo.
La idea es que la compañía resultante se lance eventualmente en la Bolsa de Nueva York. «Ya hay 19 compañías con fundadores argentinos en el NYSE y queremos ser la 20», asegura Grodzki. El dinero obtenido se utilizará para construir tres nuevas granjas con una capacidad de 187 MW.
«Esta es una industria genuina», agrega. «Queremos mostrarle a los reguladores e inversores que este negocio es más seguro que invertir en criptomonedas, porque si comprás bitcoin a US$19.000 en diciembre y hoy está a US$11.000 perdiste el 40% de tu capital, mientras que nuestra inversión es en infraestructura.»
Hacia el final, Grodzki reconoce que «fundar una industria nueva, con reglas nuevas y rentabilidades nuevas» es un desafío, pero no se desanima. «Tiene sus riesgos -admite-, pero es apasionante.»