Autor: Sebastián Campanario
Programadores y emprendedores se entusiasman con las nuevas tecnologías y las formasde pago que de ellas surgen; las crisis internas hicieron su aporte a esta confianza en lo virtual
Fue amor a primera vista, por varios motivos. En la corta historia de las criptomonedas, la comunidad argentina de programadores, criptógrafos y emprendedores estuvo entre las primeras del mundo en abrazar las nuevas tecnologías, y hoy representa el principal polo de América latina en este campo emergente. Hay startups locales de prestigio global, un entusiasmo creciente (la comunidad principal de bitcoin en Facebook tiene 20.000 miembros) y varios referentes con protagonismo en la película mundial de las criptomonedas. En Digital Gold, el best seller del periodista de The New York Times Nathaniel Popper que cuenta los inicios del bitcoin, hay emprendedores argentinos mencionados, entre ellos Wenceslao Casares, promotor de primera hora de la criptomoneda más popular.
«Los argentinos, que sufrimos el corralito, la hiperinflación y las restricciones a los movimientos de capitales, tenemos una natural aversión a los bancos y a la moneda local, sumada a una desconfianza a los gobiernos que nos lleva a repreguntarnos cíclicamente si las leyes están hechas para nosotros o no», dice a LA NACIONSergio Lerner, una de las «leyendas» locales en la comunidad global de bitcoin.
Lerner fue contratado por el propio Gavin Andresen, jefe científico de la Fundación Bitcoin, como auditor del código de seguridad de la criptomoneda. «Sergio ha sido voluntario desde 2012 y en dos años encontró, reportó y ayudó a solucionar varias vulnerabilidades del código fuente», explicó Andresen cuando fichó al experto en criptografía.
«Los argentinos pasamos por el trueque y las monedas comunitarias y provinciales. Sabemos que si el gobierno no nos ayuda, nos ayudamos entre nosotros. En ese contexto aparece bitcoin, la primera blockchain. Bitcoin soluciona de raíz estos problemas: brinda al ser humano la posibilidad de transaccionar libremente, sin fronteras, e impide la emisión monetaria irresponsable», sigue Lerner, «En el caldo de cultivo argentino, bitcoin aparece como una solución natural. En países del primer mundo altamente bancarizados, como en EE.UU. o Europa, bitcoin aparece como un ideal cyberpunk o libertario, o como una inversión de riesgo. Pero no en la Argentina. En la Argentina bitcoin tuvo siempre utilidad real, ya sea como ahorro o como forma de recibir pagos desde el extranjero por trabajos remotos, sin necesidad de vérselas con el eterno papeleo bancario.»
Una de las hazañas de Lerner fue descubrir, en una suerte de arqueología criptográfica, las unidades de bitcoin pertenecientes a Satoshi Nakamoto, el misterioso creador de la criptomoneda, que fue el primer «minero»: según ese esquema, los bitcoins de consiguen por transacción o «minándolos» con poder computacional. Nakamoto tiene alrededor de un millón de bitcoins, que hoy a valor de mercado cotizan por encima de los US$ 2700 millones. Una curiosidad: ese millón de unidades nunca fue tocado (no se transaccionaron). La verdadera identidad del padre de bitcoin nunca se relevó y no hay consenso entre los programadores sobre quién es esa persona.
Una tendencia relevante de 2017 en el campo de las criptomonedas es la aparición de herramientas alternativas. «Hasta el año pasado se creía que íbamos hacia un esquema en el cual reinaría bitcoin y habría otros jugadores muy pequeños, pero esta visión hoy es distinta y se cree que las alternativas van a ganar protagonismo», opina Sebastián Serrano, fundador de Ripio, una startup de bitcoin y de varios proyectos que involucran a blockchain. Ethereum, creada en 2014, es la opción más conocida, con una plasticidad ideal para el armado de contratos inteligentes. Serrano lo piropea en términos de programador: su arquitectura de software es «Touring completa» (la de bitcoin es más limitada).
Zcash, adoptada recientemente por el JPMorgan, permite mayor privacidad en las transacciones y es ideal para algunas operaciones bancarias. Si bien supuestamente las compras y ventas de bitcoin son en teoría anónimas, blockchain es una red pública. LiteCoin es un espacio de experimentación que permite explorar nuevas alternativas que en bitcoin, dado el tamaño, intereses en juego y cantidad de operadores, hoy son más difíciles de implementar.
Serrano tiene 36 años y es programador desde los 8, cuando vivía en Choele Choel. Estudió Física en La Plata y luego se pasó a computación. «El contexto de las criptomonedas y de blockchain hoy en día se parece al de Internet de los 90, cuando faltaban construir portales, buscadores, etcétera: está todo por hacerse», se entusiasma.
Manuel Beaudroit, de Bitex, destaca el carácter de «arenero» -«sandbox»- que el Banco Central prioriza como aproximación regulatoria: dejar que los proyectos en su etapa inicial experimenten («jueguen»), y la regulación más pesada llega cuando los operadores ganan peso y ya hay riesgo sistémico. Baudroit forma parte de la iniciativa del «peso digital», que promueve el BCRA sobre la plataforma de blockchain. «Con un 60% de personas no bancarizadas, aquí hay un retorno a la innovación, para cubrir ese gap, que hace que sea más fuerte todavía el romance entre la Argentina y las criptomonedas», agrega el emprendedor.
Como ocurre con otros campos de la innovación y la creatividad, la Argentina rankea mejor en estos aspectos que con el promedio de otras variables económicas. «Tenemos excelentes recursos humanos, eso no es una novedad», dice Serrano, de Ripio. Para Santiago Siri, otro entusiasta de esta avenida tecnológica, nuestro país «es influyente en el debate mundial sobre cripto dentro de la fuerza económica relativa de la Argentina. Compañías como Rootstock, Zeppelin, Bitpay (copay), y Yours Truly Democracy Earth tienen los oídos de inversores relevantes en el espacio».
Siri va más lejos: «Bitcoin es una bendición para nuestro país si logramos que la clase política abra los ojos. Argentina etimológicamente quiere decir silverland, tierra de plata, está en nuestro ADN el biri biri financiero. Personalmente veo en todo esto las herramientas para convertirnos en el Singapur de este siglo». La película de un criptorromance que podría tener, por una vez, un final feliz.
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/2050198-historia-de-un-criptorromance-la-argentina-y-la-moneda-digital