La pandemia y la crisis económica vinculada reconfigurará el mapa de las relaciones mundiales. La Argentina debe estar preparada.
Tanto el FMI, la Organización Mundial del Comercio (OMC) y el Banco Mundial, como los principales expertos internacionales, coinciden en que el 2020 será un año profundamente recesivo para la economía mundial. En ese contexto, el pronóstico generalizado es que la Economía de los Estados Unidos caerá casi un 6 por ciento, mientras que la mayor parte de los países de Europa la situación será aún peor, llevando la comparación a la crisis de 1930, la peor de la historia del capitalismo.
Frente a semejante cuadro, la respuesta generalizada de los gobiernos es por estas horas y seguirá siendo durante los próximos meses, la instrumentación de agresivas políticas fiscales y monetarias, lo cual supone una inmensa emisión de dinero en casi todos los casos. A partir de lo anterior, todos los expertos coinciden en que, el fuerte aumento de la liquidez, especialmente en dólares que generará este proceso, se traducirá finalmente en tasas de interés cercanas a cero, tanto en Estados Unidos como en Europa , y un bajísimo rendimiento de los bonos soberanos durante el 2021.
La situación de Europa es particularmente delicada, ya que países como Alemania e Italia venían arrastrando un escenario de precrisis desde el 2019, con lo cual el parate de la pandemia encontró a la mayor parte del viejo continente en un escenario de debilidad, lo cual profundizó aún más los problemas. Para un país como Italia, por ejemplo, cuya principal fuerte de recursos es el turismo, el escenario aparece bastante oscuro, y no se descarta incluso que pueda defoltear su deuda en futuro no tan lejano.
Mientras tanto, está claro que China e India sufren también un fuerte retroceso en su actividad productiva, pero como destaca el FMI en su informe, el pronóstico para el 2020 seguirá planteado con signo positivo. Este comportamiento se observa también para gran parte de los países del sudeste asiático, que conforman el grupo de actores que pivotea en torno a los negocios de China e India.
Lo anterior da pie a un planteo inquietante. Considerar que estamos, de cara al 2021, frente a una reconfiguración importante del escenario económico internacional. De esta crisis se saldrá, obviamente, pero todo indica que las piezas estarán configuradas de una manera distinta que en el 2019.
¿Cuál es la hipótesis? Que el sudeste de Asia, con China a la cabeza, saldrá fortalecido de esta crisis, y que avanzará varios casilleros en el contexto internacional, mientras que Europa retrocederá fuertemente, situándose Estados Unidos en un punto intermedio, pero también retrocediendo en términos relativos. Esto ocurrirá porque los países del Sudeste asiático vienen demostrando poseer una mayor capacidad dinámica, a partir de sus evidentes ventajas competitivas, en la mayor parte de sus cadenas de valor, desde hace años.
¿Hipótesis arriesgada? En realidad estamos proyectando la misma imagen que generó la crisis anterior, llamada de las «Hipotecas Sub Prime», entre el 2008 y el 2009. De hecho, algunos países europeos todavía no se habían recuperado plenamente de dicha crisis al 2019. Vamos, indefectiblemente, a una nueva reconfiguración del mapa de la economía mundial, y ya nada volverá a ser como antes.
Para nuestro país el análisis precedente no es trivial. Esto es así debido a que, desde hace ya tiempo, el comercio exterior Argentino se viene orientando cada vez más hacia el Sudeste de Asia, tal como lo muestra el cuadro que adjuntamos. Esta región del mundo representaba el año pasado casi el 35 por ciento de nuestras exportaciones. Y todo indica que esta proporción será todavía mayor a partir de la configuración comercial que se generará de cara al 2021.
Si China, India y el resto de los países del Sudeste de Asia salen efectivamente fortalecidos de esta crisis, con una Europa cada vez más debilitada y menos competitiva, es razonable esperar en el viejo continente, de cara al 2021, políticas cada vez más proteccionistas. De hecho, el Presidente de Francia, Emmanuel Macron, expresó la semana pasada que: «El mundo se fragmentará, y Francia necesita reconstruir su independencia agrícola, sanitaria e industrial».
En realidad, como todos sabemos, desde hace mucho tiempo la Unión Europea aplica prácticas fuertemente proteccionistas frente al resto del Mundo, pero si interpretamos a Macron, queda claro que dichas prácticas se profundizarán de cara al futuro, y en un corto plazo. De Estados Unidos cabe esperar obviamente lo mismo, tal como lo expresa de manera recurrente su presidente Donald Trump.
Frente a semejante cuadro, sólo cabe esperar crecientes cortocircuitos comerciales. Por otra parte, tampoco podemos perder de vista que el enfrentamiento entre Estados Unidos y China no se remite solamente a la cantidad de contenedores con mercadería que recorren el Mundo. Está en juego la supremacía tecnología en terrenos como 5G, biotecnología e inteligencia artificial, donde no sólo se juegan negocios, sino también estrategias geopolíticas de largo alcance.
Ahora bien: Si esta crisis, ciertamente inédita, va camino a generar una reconfiguración en el tablero económico mundial: ¿Cuál sería la mejor estrategia a seguir por la Argentina y el Mercosur, en términos de inserción internacional de cara a los próximos años? ¿No tendra sentido, por ejemplo, revisar el acuerdo con la Unión Europea, que venimos negociando desde hace tiempo?
Está claro que Argentina tiene sus principales fortalezas exportadoras en las cadenas de valor agroalimentos, con una batería de productos que el sudeste de Asia demanda de manera creciente, ya que no tiene condiciones para poder autoabastecerse. A partir de lo anterior, es razonable pensar que nuestras exportaciones seguirán el destino del Sudeste Asiático, que configura desde los comienzos de este siglo, la región más dinámica del planeta.
Como contrapartida, es un dato de la realidad que a la mayor parte de nuestros productos exportables, Europa los castiga con fuertes aranceles y también con trabas para arancelarias de diverso calibre, actitudes que empeorarán muy probablemente tras la salida de esta crisis, como se desprende inequívocamente de las recientes declaraciones del Presidente de Francia.
Hay algo ciertamente inquietante en estas reflexiones. Desde que la República Argentina existe como país, sus vínculos comerciales fueron básicamente con Europa y los Estados Unidos. Esto es lo que dice nuestra historia y es aún parte de la foto actual. Pero la película parece estar indicando otra cosa.
Y frente a este complejo cuadro nos permitimos una reflexión final. La primera canciller que tuvo Mauricio Macri en su Gobierno, Gabriela Malcorra, expresó el día que asumió en diciembre del 2015 lo siguiente: «En las relaciones internacionales, lo que importa son los negocios, no la ideología». Está muy claro que esta crisis generará cambios muy profundos en el tablero mundial. ¿Seremos capaces de actuar inteligentemente, para no equivocar el rumbo, otra vez?