El coronavirus continúa afectando a la economía y las finanzas globales. Y a esto se le sumó el reciente derrumbe en el precio del petróleo. Los mercados financieros presentaron ayer fuertes contracciones a nivel global, por lo que fue una de las peores jornadas desde la crisis de 2008. Claramente, Argentina no es ajeno a este efecto. De hecho, ayer la Bolsa de Buenos Aires fue la que más cayó en el mundo (-13,7%) y el riesgo país rondó los 2.800 puntos básicos en la escala del JP Morgan.
Este contexto internacional adverso emerge justo en medio de la renegociación con los acreedores privados para la reestructuración de la deuda soberana. Según el calendario oficial, la fecha límite para la resolución de este proceso es el 31 de marzo y el Gobierno presentará su oferta cerca de mediados del mes en curso (por lo que los inversores tendrán muy poco tiempo para analizar la propuesta).
De acuerdo con Matías Rajnerman, economista jefe de Ecolatina, toda esta situación afecta al país principalmente por tres vías: el frente exportador, el petrolero (mediante Vaca Muerta) y el financiero. Este último, según explica, es el que más repercute, y por mucho más, sobre la inminente renegociación. Puntualmente, por la aversión de los inversores al riesgo.
“En momentos tan turbulentos en términos financieros a nivel global, los mercados lo que buscan es ir hacia posiciones más seguras, que tal vez rindan un poco menos, pero que brinden mayor seguridad en cuanto al pago. Obviamente, Argentina está en el lado opuesto en ese sentido, lo cual nos va a complicar más la reestructuración de la deuda. No sólo en términos del acuerdo, sino que también hará que se extienda más. En este momento, cuanto más tiempo es peor”, advirtió Rajnerman ante El Economista.
Sobre el impacto en el canal financiero, si bien Argentina no emite deuda, claramente es un muy mal momento en que le cae todo esto al país porque todavía no ha lanzado su oferta de reestructuración de la deuda y creo que esta ha sido una de las consecuencias de la demora en avanzar con los lineamientos. Con esta demora, de alguna manera la ventana de tiempo en la cual podían sucederse shocks negativos como este se amplió y eso es lo que estamos viendo ahora”, señaló a este medio Martín Vauthier, director del Estudio EcoGo.
Según Vauthier, claramente, un desplome en los precios de los bonos y la suba del riesgo país comienza a acercar las paridades de los bonos hacia los niveles más atractivos para los fondos buitres. El especialista aclaró que todavía no están en esos niveles, pero advirtió que de prolongarse y profundizarse esta situación podrían observarse bonos acercándose a esa zona y ahí se complicaría más la renegociación.
“Por eso me parece muy importante que el Gobierno acelere la presentación de la oferta, que sea amigable, negociada con los bonistas y que se pueda dar una resolución rápida a esta cuestión de la deuda que hoy expone a Argentina a riesgos considerables: mantiene el riesgo país muy alto y la demanda de dinero a niveles muy bajos. Además, esto le da muy poco margen de maniobra a la política económica y al resto de las áreas de Gobierno para avanzar con sus propias agendas”, remarcó Vauthier.
En cuanto a lo referente a la economía real, Rajnerman sostiene que el hecho de que el epicentro de la crisis haya sido China le genera a Argentina un problema desde el frente exportador, teniendo en cuenta que el país asiático es uno de los principales destinos de las exportaciones argentinas. “Que haya menor demanda china y menos cerdos chinos es un problema que se está sintiendo por el lado del precio de la soja. Vamos vender menos toneladas y en volúmenes más baratos. Es un problema para la generación de dólares por ese lado”, resaltó el especialista.
En esa misma línea, el director ejecutivo de la consultora Seido, Matías Carugati, señaló en diálogo con El Economista que, a nivel general, se puede esperar un menor crecimiento mundial y un efecto negativo sobre los precios de los commodities, lo que para Argentina implica un panorama exportador más pesimista: menos exportaciones y por menor valor.
“Desde un nivel más específico, habrá que ver cuál es el impacto puntual del coronavirus sobre nuestros principales socios comerciales (y si ello implica caída de ventas a esos destinos) y, una vez que lleguen las temperaturas más bajas, ver si realmente el virus se esparce localmente. Ahí podríamos ver un efecto adicional, lo cual es casi imposible de cuantificar en este momento”, afirmó Carugati.
En tanto, Vauthier estimó que el impacto sobre la economía real en Argentina en principio será limitado, teniendo en cuenta que por ahora el país no tiene demasiados casos de contagio y no está sufriendo las mismas medidas de contención que se están desarrollando en países como China, Corea del Sur e Italia.
“Lo mismo en términos comerciales: dada la canasta exportadora argentina, más allá de que ha sido impactada en sus commodities alimenticios, ha sido menor que en el caso de países que venden otros productos (tecnológicos, indumentaria, etcétera). En aquellos casos impacta en mayor medida que en los alimentos ya que estos siempre se van a seguir demandando en cualquier contexto, más allá de que también sean afectados”, precisó.
Por su parte, el analista internacional Federico Zinni consideró que hay que evitar ser taxativos en cuanto al impacto del contexto sobre la renegociación de la deuda ya que esta depende de muchas variables. “Un clima de sell-off puede aumentar los incentivos de los acreedores a aceptar y sacarse esto de encima, pero la perspectiva de Vaca Muerta y la caída de los precios de los granos deja al Gobierno sin cartas para poner un plan sustentable sobre la mesa y así la exit yield de los bonos que ofrezca a cambio va a ser muy alta y será difícil que acepten”, advirtió.
“Y tampoco es que los fondos de inversión van a tomar estos precios. La paridad de hoy es de pánico, y ellos no tienen pánico. No son manos débiles: no van a regalar la deuda así nomás por una caída en el marco de la histeria”, resaltó el especialista en diálogo con este diario. No obstante, aclaró que si la crisis se prolonga y mantiene perspectivas de largo plazo, ahí será otra historia.
“Pero lo de hoy (por ayer) fue miedo. Lo que probablemente se complique mucho es el plazo”, estimó Zinni, que señaló que el apuro en resolver la deuda lo tiene el Gobierno, mientras que por su parte los acreedores se tomarán su tiempo para analizar, y si la situación es de incertidumbre, probablemente se tomen aún más tiempo.