Entre resignados y expectantes de cambios, la industria teme que el retraso del dólar genere más daños en la estructura productiva. Críticas a la flotación
Cuando el Gobierno quiere corregir la suma de desequilibrios macroeconómicos, los industriales no olvidan la que tiempo atrás era uno de sus principales preocupaciones: el dólar. Con la inflación lejos de estar totalmente controlada, los empresarios lamentan que el tipo de cambio está bajo, y se resignan a que seguirá así por un tiempo prolongado. Las principales figuras del sector fabril compartieron su preocupación sobre el valor local de la divisa y su impacto en el déficit comercial, que será récord.
Como es costumbre, uno de los más atentos al dólar y enérgicos en su pedido de moverlo hacia arriba fue Cristiano Rattazzi, presidente de Fiat Argentina. «Los países que se recuperaron de una crisis lo hicieron con un dólar alto, así que hay que tener cuidado de enamorarse del dólar bajo para combatir la inflación, que es más importante que cualquier cosa. Se está manejando como se puede, pero me gustaría un valor más alto», pidió en el marco de una ronda de consultas que realizó El Cronista en el cierre de la 23´ Conferencia Industrial en Parque Norte.
Rattazzi valoró las reformas encaradas por el Gobierno, pero le gustaría «el dólar más alto posible que no tenga efectos sobre la inflación» y que no genere una crisis para ganar mayor competitividad. «Hay economistas que dicen que debería estar en $ 22 y otros ponen distintos precios, pero si baja es una pésima señal para los inversores», agregó.
Daniel Funes de Rioja, presidente de la Coordinadora de Industrias de Productos Alimenticios (Copal), dijo: «Las variables de la economía deben moverse con armonía. Hay costos dolarizados y todo eso impacta en esa estructura. Si efectivamente hay un modelo de flotación, ¿está funcionando bien?», se preguntó. Además, se enfocó en la balanza comercial negativa del sector alimenticio, con vista al «problema de las importaciones». «Siguen entrando más dólares de los que salen por la deuda para hacer gradual el ajuste», comentó.
Otro dirigente, bajo reserva de nombre, reconoció que «ya vivimos antes» otros períodos de un peso apreciado y que pese a que «no terminaron bien» esas etapas, ahora el rumbo es distinto. «Es como si hubiéramos estado una semana seguida de fiesta y emborrachados, ahora es el tiempo de pagar la cuenta», graficó.
Por su parte, José Urtubey, minimizó el problema de la moneda norteamericana, ya que cree que se acomodará solo cuando se vayan acomodando el resto de las variables macroeconómicas.
En ese sentido, para Adrián Kaufmann Brea, de Arcor, «se necesita alguien que esté atento al equilibrio general de todo: dólar, déficit, inflación, tasas».
En esa línea se inscriben quienes apuntan a que a un rumbo que perciben como acertado, resta una coordinación de esfuerzos y una conducción centralizada de la gestión económica. La lucha contra la inflación en cabeza del Banco Central, con la fijación de tasas de interés elevadas, ya fue criticada por los industriales el lunes.
Fuera del sector estrictamente industrial, otro que estuvo en el cierre de la conferencia fue Gustavo Weiss, titular de la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco). En diálogo con este medio, afirmó que «habrá que resignarse a que el dólar siga bajo por un tiempo» mientras se atacan los temas impositivos.
Otros apuntaron también a la dinámica fiscal, que está apelando al elevado ingreso de divisas a la economía para financiar el déficit de las cuentas públicas, a costa de obligar a apreciar la moneda al adquirir el Banco Central los dólares captados por el Estado.
El final de la Conferencia Industrial lo marcó la presencia del jefe de Gabinete, Marcos Peña, que agradeció a los industriales el apoyo que dieron en el momento de la recesión en 2016 y avisó que pronto habrá noticias sobre el ingreso de la Argentina a la OCDE.
El presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Miguel Acevedo, repitió que «las reformas deben tener en cuenta a las economías regionales» y que «bajar los costos laborales no salariales no significa perjudicar a los trabajadores».