Los economistas creen que el pico de suba de precios debería haber tenido lugar entre marzo y abril, aunque no descartan altibajos por los aumentos que faltan en tarifas, combustibles y otros servicios. Las expectativas para este año no bajan del 65% anual y algunos la estiran a 70 por ciento.
La inflación de abril terminó siendo más alta de lo que esperaba la mayoría de los economistas y consultoras que hacen seguimientos de precios. Por esa razón, en el mercado ya comienzan a recalcular las proyecciones anuales de suba de precios para este año, e incluso algunos ya hablan de, al menos, un índice superior al 70% para 2022.
En términos generales, los analistas consultados por Infobae esperan que el 6,7% de marzo y 6% de abril permanezcan como el pico de inflación del año, por lo que en los próximos meses, principalmente durante el segundo semestre, debería verse una desaceleración en los índices mensuales. La pregunta que sobrevuela es qué tan pronunciada será esa pendiente en caída y, sobre todo, qué cosas podrían pasar en una economía con incertidumbres y un clima político inestable, para revertir esa tendencia esperada.
Según los analistas, la continuidad del ruido político que provoca la interna encarnizada en el Frente de Todos, más algún eventual incumplimiento de metas con el Fondo Monetario Internacional, ya sea por una aceleración del gasto para afrontar medidas nuevas ante la suba inflacionaria o una menor acumulación de reservas que la esperada, podrían ser elementos “disruptivos” para un camino de desaceleración en los próximos meses.
Para Soledad Pérez Duhalde, directora de Operaciones de la consultora Abeceb, “este va a ser un año caliente para la inflación, un año complejo”, definió. En ese sentido, consideró que hay dos escenarios posibles hacia adelante y una pregunta que flota: “¿en qué número se va a instalar la velocidad crucero de esta desinflación?”.
“El primer escenario, el más probable, es el de una inflación que aterriza a un promedio de 3,7% mensual para el segundo semestre. Así, el año terminaría con una inflación interanual a diciembre de entre 65 y 70%”, estimó.
“El segundo escenario es más disruptivo y supone una inflación que persista en niveles actuales de 5 o 6 por ciento. Con ese ritmo llegás a fin de año a una inflación de tres dígitos. En la práctica te da una imposibilidad de reelección, una caída del consumo y una fuerte conflictividad social”, dijo Pérez Duhalde.
¿Qué debería pasar para que decante entre uno u otro escenario? “No tener un descontrol del gasto público y que el Gobierno cumpla con las metas con el FMI y mantenga acotada la emisión monetaria”, respondió la economista de Abeceb.
Por su parte, María Castiglioni Cotter, de C&T Asesores Económicos, apuntó que el dato de inflación de abril “fue muy malo” y que superó la expectativa general del mercado. “Los números de mayo como vienen no son alentadores. Aparecen menores a marzo y abril, pero no se ve esa desaceleración que era coherente con el acuerdo con el Fondo y el compromiso monetario y fiscal”, dijo.
“De fondo lo que pasa es que las expectativas se corrigieron al alza desde marzo y desde ese momento no se hizo nada. Hay mucho ruido político y una parálisis en la toma de decisiones. No hay un ancla y se va perdiendo la referencia de los precios. Los mecanismos de transmisión de la inflación están muy acelerados también”, explicó.
Según los analistas, la continuidad del ruido político que provoca la interna en el Frente de Todos, más algún eventual incumplimiento con el FMI podrían ser elementos “disruptivos” para un camino de desaceleración en los próximos meses
“La indexación y el ajuste de paritarias acelera este proceso. Lo que vemos es una caída de la demanda de dinero, por lo que la gente se quiere sacar de encima los pesos. Eso atenta con la idea de que desacelere de manera notoria en los próximos meses”, continuó Castiglioni Cotter.
“Es un escenario riesgoso porque viene por delante un ajuste de tarifas y un Banco Central que tiene que acelerar el dólar oficial. Todo juega al alza de los precios. A menos que el Gobierno dé una señal política fuerte, es difícil frenar esta inercia, más allá de que colabore la situación global, que impacta, pero la aceleración tiene más que ver con cuestiones locales”, opinó.
Según Martín Kalos, director de la consultora Epyca, la inflación récord mensual puede haber pasado, pero medido de manera interanual todavía tiene terreno para seguir subiendo. “La interanual no tocó el pico. Este 58% (de abril) que es el más alto desde la salida de la hiperinflación va a subir en los próximos meses, porque se comparan contra meses de inflación del año pasado de entre 2,5 y 3,3 por ciento. Hasta que no bajemos a esas tasas intermensuales no va a bajar la interanual”.
Consultado por Infobae si el pico de inflación -mensual- fue en marzo, Kalos respondió: “No se va a superar ese 6,7% si no pasa nada demasiado grave, como un nuevo shock externo. Eso muestra no solo la inercia con la que venía la economía sino el impacto de la guerra y la suba de precios de commodities”.
“Eso no quita que bajarla esté garantizado. Es posible que mayo y junio tengamos numeros que no bajen de 5% y solo con los aumentos previstos para junio, puede que ese mes sea más alta la inflación que en mayo. No necesariamente sea una desaceleración permanente sino que puede haber altibajos”, dijo Kalos.
“Va a llevar un par de meses bajarla de 5% mensual”, anticipó y mencionó por último que “la incertidumbre de la política está incorporada en que no bajen las expectativas de inflación”, por lo que la interna oficial y lo que pase con el Fondo Monetario tendría menos relevancia a la hora de esperar un nuevo salto brusco.
En tanto, para Ricardo Delgado, director de Analytica, “la inflación que surge de nuestro modelo y la información que tenemos para mayo nos da un 5,3%, porque empieza a desacelerar el impacto de los aumentos violentos internacionales”, comentó.
“Claramente la inercia inflacionaria y las mayores paritarias le ponen un piso alto, por eso proyectamos 70,7% a diciembre y eso implica una desaceleración marcada”, advirtió. Es decir, que para cumplir con ese 70%, “los próximos meses deberían estar entre 4 y 5% y terminar el año en algo más de 3% en noviembre y diciembre. Ese es un desafío grande que tiene la política económica”, mencionó Delgado.
Un factor para evitar números aún peores es que “empiece a funcionar la implementación del acuerdo con el Fondo, eso es lo que le puede dar al programa cierta razonabilidad para desinflar y llevar los índices a la zona de 3 o 3,5 por ciento”, concluyó.
La consultora LCG, fundada por el ex ministro de Economía y actual senador Martín Lousteau, estimó que “en un marco optimista, una desaceleración de la inflación mensual a registros del 4% supone una inflación de 68,4% anual a diciembre”. “No obstante, esto luce poco probable”, definió en un informe de esta tarde.
“Sobre los efectos de una inflación internacional más alta, a nivel local se sumarán los derivados del levantamiento de algunas de las anclas que, hasta el año pasado, contenían la dinámica de precios. Por lo pronto el BCRA viene acelerando el deslizamiento del tipo de cambio oficial según lo comprometido con el FMI, y el Gobierno avanzó en audiencias públicas para levantar el congelamiento de las tarifas”, consideraron.
“Los impactos de primera y segunda vuelta se sentirán en los próximos meses, por lo que desde LCG corregimos al alza nuestra proyección de inflación a niveles por encima del 70% anual a diciembre”, anticiparon.
“La interanual no tocó el pico. Este 58% (de abril) que es el más alto desde la salida de la hiperinflación va a subir en los próximos meses, porque se comparan contra meses de inflación del año pasado de entre 2,5 y 3,3 por ciento” (Kalos).
Por su lado, según Pedro Martínez Gerber, economista de PxQ, la consultora creada por el ex viceministro de Economía Emmanuel Álvarez Agis, parte de la inflación acelerada tiene que ver con las propias características que tiene el programa económico consensuado con el FMI.
“El acuerdo con el FMI es inflacionario: se dispuso que se aumenten las tarifas para reducir los subsidios, no se puede apreciar el tipo de cambio real y el gasto público está indexado. En este contexto se dio el shock de precios internacionales producto de la guerra que derivó en un salto de la inflación en marzo”, dijo a Infobae.
“Uno podía esperar una desaceleración de la tasa de variación de los precios en abril, pero el dato de inflación no refleja lo mismo. La inflación núcleo fue más alta en abril que en marzo. El contagio del shock al resto de los precios de la economía está siendo muy rápido, tal como refleja la reapertura de paritarias de diversos sectores”, completó.
En tanto, Tomás Ruiz Palacios, analista de Estrategia de Consultatio Financial Services, apuntó que “desde el año pasado que vemos que estamos ingresando a un nuevo régimen inflacionario cuyas dimensiones aún son desconocidas. El dato de abril, el cual estuvo nuevamente muy por encima de lo esperado, refleja lo mismo que nuestros modelos predictores: los factores que tradicionalmente explican la dinámica de precios se están quedando cortos y las expectativas están jugando cada vez un papel más preponderante”, advirtió.
“Asimismo, dado que la economía no tiene anclas para combatir la inflación, los riesgos a sorpresas al alza son sustanciales. Hacia adelante, considerando el venidero ajuste tarifario y el potencial mayor ritmo devaluatorio que será necesario una vez finalizado el periodo estacionalmente más favorable de las liquidaciones del agro, sumado al componente estructural mencionado, vemos que romper a la baja la dinámica actual será muy desafiante”, concluyó.
Para Nicolás Zeolla, economista jefe de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE) “para el índice general, no creo que sea el pico, porque aún resta el impacto en el índice de los aumentos de tarifas en los meses siguientes. Quizá sí estemos frente al pico en el rubro alimentos, un componente central del IPC y que tiene un efecto importado fuerte”, explicó.
“Diversos estudios internacionales -como el Banco Mundial- están indicando que hacia fin de año las materias primas alimenticias y energéticas comenzarían a corregir las subas. Sin embargo, no retraerían los precios anteriores. Nuestro escenario es que la inflación 2022 será del 65%, y no esperamos un piso menor al 3% en ningún mes de acá a fin de año”, adelantó.
Desde el kirchnerismo hubo cuestionamientos a los resultados de la política económica en términos de inflación. La economista y ex diputada Fernanda Vallejos dijo que “a diferencia de marzo, una primera conclusión es que, en abril, el menor aumento en los precios regulados, contribuyó a reducir la tasa de inflación en relación con el mes anterior. Lamentablemente, esta situación se verá alterada por el aumento de tarifas que exige el FMI”, criticó.
Además, salió a disputar el argumento de que la emisión monetaria sea un factor que esté relacionado a la inflación, que es uno de los elementos de la inflación “multicausal” que suele tomar en consideración Martín Guzmán. “Es falso”, cree Vallejos. “Los elementos observables que podrían corroborar la hipótesis están ausentes o son poco claros. No hay relación sistemática entre la dinámica de los agregados monetarios y la tasa de inflación. La correlación entre variaciones de ambas variables es cercano a 0 y a veces negativo”, cerró.