En los primeros tres meses del 2021 el rendimiento del depósito tradicional a 30 días estuvo siempre por debajo del aumento mensual de los precios al consumidor en cada período
A tres meses de iniciado el año, el depósito bancario remunerado más popular y extendido en el sistema financiero local no deja de perder frente al avance de los precios. El plazo fijo tradicional a 30 días, a lo sumo, es un método para perder menos frente a la inflación, pero una forma muy poco eficiente de conservar el poder adquisitivo de los ahorros.
A lo largo del año, la renta de una colocación de dinero por un tiempo preestablecido por parte de para personas físicas, en general a 30 días, y de menos de $1 millón se mantuvo, fue de 37% nominal anual, dado que el Banco Central la fijó el año pasado como una porción de la tasa de referencia de mercado, que la que paga por las Leliq, la cual se mantuvo sin cambios en todo el período.
En términos mensuales, ese rendimiento nominal anual resulta en 30 días un 3,041%, por debajo de cada dato de inflación mensual informado desde el inicio de 2021 y por debajo también del consenso de expectativas de inflación para marzo relevado por el propio Banco Central.
Así, los ahorristas que colocaron sus pesos en plazos fijos tradicionales perdieron invariablemente frente a la inflación. Ni siquiera si se tomaron la decisión de renovar repetidamente tanto el capital original como los intereses percibidos en un nuevo plazo fijo a 30 días, obteniendo así una tasa compuesta, pudieron empatar el ritmo de avance de los precios.
El rendimiento acumulado de tres plazos fijos a 30 días consecutivos, el primero depositado en el último día hábil de 2020, arrojó al cierre de marzo 9,403 por ciento.
En ese período, si la inflación de marzo termina siendo del 3,5% como estimaban los especialistas consultados en el Relevamiento de Expectativas de Mercado por el Central, los precios acumularon un avance del 11,51%, más de dos puntos por encima del resultado financiero del plazo fijo tradicional.
En el sistema bancario existen depósitos a plazo fijo por $2,7 billones por parte del conjunto del sector privado, de los cuales poco más del 96% del total está colocados a tasa fija, el resto se ajustan por inflación con un desfase de un mes, más un pequeño rendimiento anual. En los bancos explican que, como instrumento de ahorro minorista, perdió relevancia en los últimos años. La mayor parte de las colocaciones corresponden a empresas, que impedidas de acceder al mercado cambiario u otras alternativas de manejo de su liquidez, quedan atrapadas en esa forma de inversión (y a tasas aún menores que las que se les paga al público en general).
El casi 4% de las imposiciones ajustables por UVA obtuvo un resultado algo mejor. Al menos, en comparación con el Índice de Precios al Consumidor, no perdieron terreno.
Con un valor del UVA que en el último día hábil de 2020 estaba en $64,25 y que, al cierre de marzo, había llegado a $71,92, los ahorristas que apostaron por ellos más que compensaron el avance de la inflación.
Considerando que las líneas que ofrecen los bancos pagan un 1% de tasa anual más allá del ajuste UVA, el resultado que obtuvieron en los primeros tres meses del año estuvo en el 12,217% en 90 días. Esto es, por encima del 9,4% que pagaron los plazos fijos tradicionales y el 11,51% que acumuló el avance del nivel general de precios.
Puesto de otra forma, quien depositó $10.000 al cierre de 2020 retiró el 31 de marzo $10.940, mientras que el que depositó en un plazo fijo UVA percibió $11.221. Sin embargo, el público minorista se resiste a la opción ajustable, porque está acostumbrado a ahorrar a 30 días, mientras que el plazo mínimo del depósito UVA es de 90 días, y en la Argentina con alta inestabilidad ese tiempo es considerado “largo plazo”.