Anuncian hoy dato (también alto) de octubre. Confía el Gobierno para el último bimestre del año en la baja del dólar y las consecuencias que eso debería tener para tranquilizar los precios. Objetivo: no alcanzar el 45% anual.
El equipo económico tiene una esperanza. Que la inflación de noviembre se ubique en un nivel menor al 3% y que la de diciembre, mes habitualmente de aceleración en los precios, no supere en mucho el mismo porcentaje. En síntesis, que en el último trimestre del año el alza de los precios se ubique en un 6% general; y de pie a un comienzo de 2019 con el IPC bajo control. O al menos con una proyección similar al 25% comprometido ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) para el año que viene. Mientras tanto, el equipo de comunicación oficial se prepara para salir a enfrentar desde esta tarde una realidad dura. El alza de los precios de octubre se ubicaría en un nivel alto (de entre 5% y 5,5%); un aumento menor al terminal 6,5% de septiembre.
Si todo saliera como espera el Gobierno, y el alza del último bimestre fuera del 6%, el equipo económico podría mostrar el último «logro» que le queda perseguir en cuanto al aumento de la inflación para este año: no llegar al 45% que la mayoría de las consultoras privadas anticipan. Será difícil y dependerá que noviembre sea un mes menos chúcaro de lo que viene siendo el segundo semestre del año.
Las expectativas positivas en cuanto a una inflación menor al 3% tienen cierta base sólida. El principal argumento oficial es la baja del dólar y la influencia que debería tener como tranquilizador de precios. Nunca desde el Gobierno se esperará que la caída relativa en la cotización de la divisa genere una reducción del mismo nivel que el «pass through» que tanto dañó el índice desde que Mauricio Macri llegó a la Casa de Gobierno. Pero al menos debería mostrar cierta tranquilidad en la aceleración inflacionaria. A este fenómeno se debería sumar el alza más controlada de los combustibles, a partir de la reducción en los precios de las naftas que están anunciando algunas petroleras, comenzando por Axion y Shell. Si se tiene en cuenta que un aumento del 5% en los combustibles implica un alza inflacionaria de un punto porcentual, el incremento promedio de menos de ese porcentaje debería tener una influencia menor en los precios de noviembre. Esta posibilidad de una reducción en el ritmo de crecimiento de la inflación es la alternativa que más alienta al equipo económico en estos tiempos duros. Según los cálculos diseñados la semana pasada, la promesa de una feroz reducción en la cantidad de pesos en circulación por todas las vías posibles y a mano, y la buena repercusión que viene mostrando la «zona de no intervención» comenzaron ya a rendir frutos. Incluso el fenómeno habría sido observado por el italiano Roberto Caldarelli, el responsable del caso argentino para el FMI, en estos días de plena gira por oficinas del Ministerio de Hacienda.
Se sabía que octubre será un mes perdido para el combate a la inflación, donde las interminables actualizaciones tarifarias y la esperada devaluación que llevó el dólar hasta el 44% hicieron imposible cualquier posibilidad de control inflacionario. Para peor, y desentendiéndose de cualquier tipo de coordinación en la política de combate a la inflación, YPF lideró a comienzos del mes pasado un incremento en los combustibles del 10%, lo que impondrá un piso inflacionario de 2 puntos en octubre. Las buenas noticias, esperan en Hacienda, deberían concretarse en noviembre y continuar en diciembre. La gran esperanza oficial es que el último mes del año (un período tradicionalmente inflacionario por el alza del consumo interno) el IPC muestre un incremento del 3%, en línea (por primera vez) con el ritmo de indexación mensual de la «zona de no intervención» firmado con el FMI. A partir de ese momento (siempre según la confianza oficial), la inflación arrancaría 2019 con ese nivel de crecimiento, hasta ir bajando desde junio. El precio a pagar para lograr esto será largas semanas con tasas de interés extravagantes, alejadas de cualquier tipo de acceso al financiamiento productivo. Aun así la intención es que la curva de crecimiento de la economía comience más rápido que lo que pronostica la mayoría de los analistas privados, aún los más cercanos al Gobierno. Para Hacienda, el mes de inicio del rebote sería marzo, a partir de lo que se espera sean las consecuencias de una cosecha positiva, que sólo en la comparación estadística frente al desastre sectorial que dejó la sequía de este año, mostraría inevitables resultados positivos. Se cree que otros sectores industriales beneficiados por el alza del dólar y con financiamiento propio también aportarían para el rebote de marzo, comenzando por el turismo interno que debería tener entre diciembre de este año y enero y febrero de 2019 un tiempo de revancha.
Fuente: http://www.ambito.com/939521-inflacion-la-esperanza-oficial-es-menos-del-3-en-noviembre