No hay buenas señales para la economía real. En cambio, los cultores del ciclismo financiero podrían tener algunas semanas más de prometedor recorrido. El Banco Central mantendrá su tasa de interés de referencia en niveles altos al menos hasta que la inflación comience a descender. Es más: hay quienes piensan que, en el corto plazo, esa tasa podría ser ajustada hacia arriba.
Si había dudas, en las últimas horas varios referentes del Gobierno salieron a dar garantías de continuidad en la política monetaria. El ministro Dujovne, por ejemplo, sostuvo que se «va a seguir con una política muy firme de control de los agregados monetarios», esto es, un ancla en la base monetaria con la finalidad de llegar a tener una inflación «sustantivamente más baja».
En este sentido, Dujovne buscó quitarle importancia al impacto de las altas tasas (72% para las Leliqs) al sostener que «hay que mirarlas en términos reales porque «cuando se mira la inflación de septiembre, con el dato anualizado, lo que da son tasas apenas positivas en términos reales». «En la medida en que la inflación baje, va a ir bajando la tasa de interés», prometió.
Desde el equipo de Dujovne señalan que si bien las tasas son altas en términos nominales, si se anualiza la inflación de septiembre, esa alícuota supera el 80%, obviamente niveles insostenibles en el tiempo. Impacta hacer el mismo ejercicio pero utilizando la inflación mayorista: da 192% anual. La clave entonces está en hacer el razonamiento inverso: si la inflación no cede, entonces los niveles de tasas seguirán altos. En esta línea, las expectativas de inflación para el mes de octubre sostienen la hipótesis de tasas altas por varias semanas más.
Pero además existe otro argumento que alimenta las expectativas de una tasa que será sostenida en estos niveles: para los inversores, el tipo de cambio acercándose a la banda inferior, deriva en un mayor riesgo cambiario y, en consecuencia, mayor exigencia de tasa en pesos argentinos. Dicho de otro modo: la apreciación del tipo de cambio desde la implementación del nuevo programa monetario impone una presión alcista sobre las tasas de interés. Incluso cuando las bandas cambiarias no significan un compromiso con la paridad por parte del BCRA, el riesgo cambiario es mayor cuanto mayor la cercanía al límite inferior de la zona de no intervención, por un superior recorrido probable al alza.
Así piensan por ejemplo en la consultora Delphos y lo argumentan en los últimos resultados de las licitaciones. Si bien se renovaron $ 106.000 millones de Lebacs en manos de privados a una tasa nominal anual del 57% (unos 1200 puntos básicos por encima de la licitación previa), de los $ 102.000 millones restantes de privados que se volcaron a la calle, más de la mitad se absorbieron vía Lecaps (que en la última licitación subieron su tasa 1200 puntos básicos) pero el resto se habría trasladado a depósitos a plazo fijo. Según Delphos, al 12 de octubre los depósitos a plazo (no ajustables por CER/UVAs) crecieron un 3,6% respecto del cierre de septiembre, mostrando asimismo una aceleración progresiva en su ritmo de aumento.
Desde la firma MT, Agustín Bahl sostuvo que «la ortodoxia monetaria le permite al Gobierno bajar la ansiedad y recuperar la confianza» si bien los niveles de tasas son elevados para la economía real, «el nivel de equilibrio del costo del dinero recién podrá definirse cuando se frene la volatilidad».
En esta línea opinó también a ámbito.com, el economista jefe de Santander Río Argentina, Sergio Galván: «Hoy el tipo de cambio parecería estar controlado. Esto es un menú de tres pasos. Primero había que estabilizar el mercado. Eso tuvo un alto costo por las tasas de interés, pero se pudo estabilizar. El paso número dos tiene que ver con pensar a qué ritmo bajamos la tasa de interés testeando al mercado. Y el tercer paso es dar cuenta en qué momento el ciclo en qué momento el ciclo empieza a mostrar recuperación», analizó.
Si bien el salto del dólar durante agosto (+35,6%) y septiembre (+10,2%) generó aumentos de precios, existen dos factores que encienden luces de alerta y que también pondrían un piso más alto para la tasa. Por un lado, la inflación mayorista de 16% para septiembre y la diferencia con la inflación minorista, significa que aún no se traslada el impacto total de la devaluación a las góndolas. Por otro, la inflación de septiembre de 6,5% podría dejar un efecto arrastre para el mes de octubre que se calcula en un 5%, pero como adicionalmente, se han aplicado en los últimos días aumentos acordados en tarifas y en combustibles, esto que podría impulsar aún más los precios.