El Gobierno cree que la desaceleración continuaría hasta fin de año con el dólar y las tarifas pisadas. Los privados ven que el fenómeno se detiene por la expansión fiscal; la inflación core cerró en 3,1%.
La inflación que mide el Indec marcó para agosto un alza de 2,5%, la menor evolución mensual desde julio del año pasado; además, quebró por primera vez en los últimos 11 meses el piso del 3% y desde marzo continúa la desaceleración mes a mes.
Por eso, el Gobierno se ilusiona con llegar a las elecciones legislativas generales de noviembre con la inflación todavía en baja, apalancado en las anclas cambiarias y tarifarias.
Este fenómeno que podría frenarse hacia fin de año, tras las medidas que se esperan del oficialismo para revertir el mal resultado de las PASO, que romperán el chanchito fiscal y pueden alimentar una escalada de los precios dentro de unos meses.
El Ministerio de Economía celebró que el rubro Alimentos y Bebidas se redujo «marcadamente»: del 3,4% en julio a 1,5% en agosto.
«Con desaceleraciones en la mayoría de los rubros, se destaca la caída de Verduras (3,9% negativo en el Gran Buenos Aires) y la estabilidad de Carnes (0,3%)», señalaron.
Una fuente del Banco Central (BCRA), en tanto, indicó que esperan que siga el descenso gradual de la inflación «en un contexto de incrementos acotados de los servicios regulados y del tipo de cambio nominal».
«Por su parte, las actualizaciones de las paritarias salariales y la paulatina mejora de la demanda generarían una recuperación de los precios relativos de los servicios privados. Como consecuencia de la base de comparación, la tasa de inflación interanual se mantendría relativamente estable en septiembre y comenzaría a descender durante el último trimestre», proyecta.
Los precios estacionales «desaceleraron fuertemente» hasta 0,6% mensual, contra 4,9% en julio; pero la inflación núcleo, compuesta por el 70% de la canasta y que excluyen los estacionales y regulados, continúa en el orden del 3,1%, puntualizaron en el Palacio de Hacienda.
Sobre esto último, precisamente, apuntó Melisa Sala, economista jefa de Labour, Capital & Growth (LCG). «El dato sorprende por lo bajo. Los alimentos subieron 1,5% promedio (el registro más bajo desde julio 2020), lo que contrasta con nuestro relevamiento, que había marcado un incremento de 3,2% en el mismo período. Junto con Vivienda (1,1%), que concentra las tarifas públicas, son los rubros que explican la desaceleración del índice», observó.
Para Sala, «hay que resaltar que todavía la mitad de los rubros reflejan aumentos por encima del 3% mensual y la inercia sigue siendo alta. Tal es así que la inflación núcleo fue 3,1% mensual, y no mostró merma alguna respecto a julio y agosto», planteó.
«Nuestra proyección sigue rondando el 50% anual medida a diciembre. Sí es esperable una menor desaceleración el año que viene; preveíamos registros del 45% anual, que posiblemente se corrijan al alza en función de las medidas que se anuncien para revertir el resultado electoral y las formas que empleen para financiarlo», completó.
Sebastián Menescaldi, director en EcoGo, sostuvo que la mejora en el dato obedece al freno al dólar y las tarifas casi congeladas. Espera que el avance de los precios «se mantenga en torno a 2,9% mensual», con un índice algo más bajo en septiembre y algo más alto en diciembre, «sin exhibir una desaceleración más importante».
Por su lado, María Castiglioni Cotter, de C&T Asesores Económicos, estimó que en septiembre la inflación también rondaría el 2,5% o 3% mensual, pero será «difícil de sostener» en adelante, porque la expansión fiscal será mayor para revertir los resultados de las elecciones el 14 de noviembre, lo que «tendrá un impacto directo e indirecto» sobre los precios.
Nicolás Pertierra, del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO), dijo: «Lo que vemos en las últimas semanas es que la desaceleración continúa y hasta noviembre por lo menos podría seguir bajando. Diciembre y enero son meses más movidos por lo general».
Fuente: https://www.cronista.com/economia-politica/609075/