El salto inflacionario sobre el 40% no estuvo acompañado al mismo ritmo por la actualización de los salarios formales
El año 2016 estuvo plagado de dificultades, que en números pueden resumirse en una caída de más de dos puntos en la actividad económica, una profunda recesión en sectores que gravitan en los niveles de empleo como la industria y la construcción, y una elevada inflación en torno al 40% anual.
Distintos informes que analizan la dinámica del mercado laboral en la Argentina coincidieron en una pérdida de poder adquisitivo del salario real de un 7%, luego de que los incrementos de sueldos acordados el año pasado no alcanzaron el mismo ritmo de la inflación del período.
El Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) de la Universidad de Belgrano explicó que «la remuneración bruta promedio de los trabajadores registrados del sector privado fue de 20.658 pesos en noviembre de 2016, es decir un 35% superior a los 15.304 pesos que recibían un año antes, según datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA)».
El estudio puntualizó el Índice de Precios al Consumidor de la Ciudad de Buenos Aires para igual período (de noviembre de 2015 a noviembre de 2016) registró un incremento acumulado de 45% y «en consecuencia, el salario real del sector privado cayó 7% el año pasado».
En el mismo sentido, el Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (CIFRA) de la CTA consideró que «los salarios de los trabajadores registrados sufrieron una importante pérdida de poder adquisitivo, dado que crecieron por detrás de la inflación. La caída fue del 6,5% interanual en noviembre de 2016».
Para este cálculo CIFRA detalló que a noviembre los aumentos nominales de salarios promediaron 35% en la economía formal, contra una inflación promedio de 44,4% según los índices de precios de provincias. Añadió que «en este contexto, la pérdida de poder adquisitivo fue particularmente intensa para los trabajadores de menores ingresos lo que determinó un aumento en la desigualdad entre los ocupados».
Además, como consecuencia del menor salario real y menor empleo, «los asalariados vieron disminuida su participación en el valor agregado, que pasó del 38 al 35,5 por ciento», identificó el centro de investigación de la CTA.
Víctor Beker, director del CENE de la Universidad de Belgrano, observó que «el mayor retroceso se produjo entre noviembre de 2015 y mayo de 2016, cuando la inflación acumulada fue de 30%, frente a un incremento salarial de sólo 18%, lo cual implicó un deterioro en términos reales del 9 por ciento».
«Las menores tasas de inflación del segundo semestre permitieron una recuperación parcial. Sin embargo, junto con la caída del empleo formal, explica la contracción registrada en el consumo», agregó Beker.
Dicha pérdida de empleos formales alcanzó a todas las áreas de la producción de bienes y servicios, aunque se concentró en el sector privado.
LA INCIDENCIA DEL DESEMPLEO
En el último año se produjeron varios fenómenos en simultáneo que afectaron al mercado laboral. Por una parte, creció la desocupación porque los despidos en el sector privado superaron a las contrataciones. En ese aspecto, el sector público quedó equilibrado, pues las contrataciones le ganaron por mínimo margen a los despidos.
Según el CENE de la Universidad de Belgrano el volumen de trabajadores registrados ocupados en el sector privado «alcanzaba en noviembre último a 6.197.131, frente a los 6.266.760 de igual mes del año anterior, con una caída de 69.629 puestos de trabajo, el 1,1% del total».
Para CIFRA, el instituto de la CTA, la la pérdida de puestos de trabajo registrados en el sector privado «fue de 127.905 puestos entre el 4° trimestre de 2015 y el 3° trimestre de 2016, lo que representa una caída del 2,0%. Si bien en los últimos meses del año las reducciones fueron de menor magnitud, no es posible afirmar que se hayan detenido», afirmó el análisis.
En cambio, CIFRA indicó que «en el sector público la cantidad de asalariados registrados al mes de octubre de 2016 es apenas superior (+0,4%) a la que existía en diciembre de 2015». Acotó que «ello es el resultado de un proceso de despidos y finalización de contrataciones que tuvo lugar especialmente en los primeros meses de 2016, y al que sucedieron nuevas contrataciones en la misma cantidad».
Al mismo tiempo, por las dificultades en las economías domésticas por el avance de la inflación, más personas decidieron salir a buscar trabajo, dinámica que incrementó la tasa de actividad y la tasa de desempleo.
Por ejemplo, un informe de la Dirección de Estadísticas del Ministerio de Hacienda porteño refirió que con datos del tercer trimestre de 2016, la tasa de actividad bruta (personas que tienen empleo o lo están buscando, respecto de la población en edad de trabajar) aumentó en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires un punto porcentual a 55,7%, desde el 54,7% del tercer trimestre de 2015.
Este aumento de un punto explica gran parte del salto de la desocupación en la Ciudad en el mismo período, de 7,2% de la población activa al 9,8 por ciento.
En su informe de empleo más reciente, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) determinó que la desocupación a nivel nacional se ubicó en 8,5% en el tercer trimestre de 2016, aunque no se pudo realizar una comparación interanual debido a que en el tercer trimestre de 2015 las cifras no fueron homologadas por la actual dirección del ente estadístico.
Un análisis del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), que comparó los niveles de trabajo registrado a partir de diciembre de 2015, cuando se produjo el cambio de Gobierno en la Argentina, expresó que «si bien la industria se vio aquejada desde el inicio del proceso de expulsión de trabajadores en el mercado de trabajo, es desde septiembre último que se vio particularmente afectada. En los últimos cinco meses, a diferencia del sector público, el sector primario, la construcción y los servicios, la industria continuó con cesantías».
CEPA clasificó los despidos del sector privado según tipo de actividad. Allí visualizó que «la construcción continúa liderando con 60.626 despedidos en función de la paralización de la obra pública, seguido por la rama metalúrgica con 17.567 despedidos y suspensiones», según datos provistos por la Unión Obrera Metalúrgica y relevamientos particulares.
El INDEC informó que en 2016 la industria argentina operó al 64,3% de su capacidad instalada, su nivel más bajo desde la crisis de 2002.
CIFRA resaltó que «todos los sectores al interior de la industria han mostrado una disminución en el número de puestos de trabajo, sin excepción» y que «los últimos datos disponibles muestran que este proceso no se había detenido hacia el mes de noviembre».