Pasó el primer mes del año y estuvo bastante movido en lo que respecta al dólar. La salida del cepo generó distintos movimientos, que vamos a analizar.
En primer lugar, podemos ver que lo que suponíamos finalmente se está concretando: la convergencia entre el dólar oficial y el blue, una vez quitada las restricciones cambiarias, iba a ser casi total. Se observa claramente en el gráfico y también podemos ver con facilidad que esa convergencia se dio en un valor entre los 2 anteriores. El dólar blue bajó y el oficial subió considerablemente hasta alcanzar el valor actual.
En este momento, la brecha entre el dólar blue y el oficial se encuentra en el 2,63%. Recordemos que hace sólo 3 meses, esa brecha era superior al 60%. Con lo cual podemos decir que la salida del cepo fue exitosa en este punto y con el comportamiento esperado.
Vemos también una marcada baja el del TC de equilibrio. Después de la suba del último trimestre (por una enorme expansión en la emisión monetaria) hay una reducción del casi el 20%. Para lograrlo hubo una absorción de pesos en circulación que realizó el BCRA vía emisión de Lebacs.
Comenzamos a ver entonces movimientos que podríamos indicar como “normales”: monedas que comienzan a fluctuar con mayor libertad (recordemos que el modelo es de flotación administrada) y con pocas o nulas restricciones en cuanto a su compra y venta.
Vale la pena mencionar que al momento de redactar este informe, el valor del dólar tocaba casi $ 15,00. En principio eso genera algún ruido pero definitivamente deberemos entender que una moneda sana genera confianza y sin lugar a dudas, que la moneda fluctúe libremente es mucho mejor a que esté fija artificialmente. Con el dólar en el valor actual, comenzó a activarse la venta de granos y por ejemplo, el 11.02.2016 se vendieron sólo en Rosario 80.000 toneladas de soja. Indudablemente, este modelo tiene beneficios en este sentido.
Pero…siempre aparece un pero…este aparente principio de solución del mercado cambiario destapó el problema real que tiene la economía: la INFLACIÓN. Lejos de frenarse, se incrementó sostenidamente en los últimos 2 meses según las mediciones del IPC de la Ciudad de Buenos Aires.
Anteriormente, la mayor parte de las distorsiones las veíamos por el lado del tipo de cambio, del atraso cambiario, la falta de dólares y por supuesto, enormes problemas para importar y exportar.
Si venís leyendo nuestros informes, en forma permanente venimos hablando de estos temas. Y criticamos varios aspectos del anterior modelo económico. Entre ellos, 2 que generaron enormes distorsiones:
* utilización del dólar como ancla inflacionaria: si bien sirve momentáneamente, genera un atraso cambiario que complica enormemente el desenvolvimiento de la economía.
* déficit fiscal siempre creciente, cubierto con emisión. Conocemos largamente la historia, sobre todo en nuestro país, de la emisión sin respaldo de moneda. En este punto es muy interesante ver un gráfico publicado recientemente en redes sociales, en el cual podemos observar la correlación entre la emisión monetaria y el incremento de la inflación. Nos resulta muy complicado de entender que todavía se quiera discutir la real incidencia del factor monetario sobre el incremento de precios.
A todo esto debemos sumarle los problemas externos. Hoy lejos de tener viento a favor, tenemos un importante viento de frente. A las caídas de los precios de commodities (como petróleo y soja por ejemplo), sobre los cuales no se espera una recuperación de precios en el corto plazo, le sumamos que Brasil se encuentra en serios problemas y en forma permanente, está devaluando su moneda. Desde ya, no son buenas noticias para nuestra economía.
¿Qué podemos esperar?
Sin lugar a dudas, veremos presiones alcistas sobre el tipo de cambio. Hay 2 cuestiones que nos pueden dar esta pauta, dado que están muy atrasados:
* giro de utiliades a casas matrices: prohibido durante mucho tiempo.
* pago de importaciones.
Obviamente, si suponemos que el precio irá en alza, los exportadores pueden reducir las ventas para especular con un mejor precio y de este modo, presionar más todavía sobre el tipo de cambio.
El gobierno parece estar buscando la solución en resolver el problema con los holdouts, para liberar el acceso al crédito internacional y así mejorar el ingreso de dólares, como así también en reducir paulatinamente el déficit fiscal.
Por otro lado, es innegable el cambio en el BCRA que está llevando a cabo una política monetaria contractiva. La base monetaria se redujo en 5,60% en sólo un mes y la intención es seguir en ese sentido. En este punto, es importante el hecho que el BCRA haya podido seguir licitando Lebacs a pesar de la baja de la tasa de interés. Siempre hay que recordar que la pelea dólar vs tasa de interés es interesante sólo un tiempo. A la larga, el dólar termina ganando esa pelea si no se mejoran el resto de las variables macroeconómicas.
Es evidente que se eligió el modelo “gradual” por sobre el “brusco” para ir ajustado la economía y las distorsiones en los precios relativos. Sin embargo, en un país como el nuestro, con tanta experiencia inflacionaria, este sistema gradual puede no ser efectivo. Son muy conocidas expresiones como “colchón”, “por las dudas” y demás que se utilizan para incrementar los precios en un contexto inflacionario. En este punto, el objetivo debe ser tratar de desactivar expectativas inflacionarias a futuro. Y eso parece buscar con el intento de paritarias semestrales, que es lo que se está evaluando en este momento.
No obstante, en algunas cuestiones puntuales como por ejemplo, la energía eléctrica, el ajuste se decidió en forma rápida. Con lo cual, podemos ver que la complejidad de nuestra economía está llevando al gobierno por distintos caminos, dependiendo el tema a corregir.
No tenemos dudas que estos ajustes traen aparejados algunos problemas, pero es el costo que hay que pagar por la fiesta de los últimos años. Y si bien unas líneas atrás dudamos del modelo gradual de corrección, el modelo más rápido y seguramente más efectivo, generaría mayor conflictividad social y afectaría en forma muy importante el mercado laboral.
Una vez más, el desafío es ser un país normal, cosa que muy pocas veces ocurrió en nuestra historia.