Extraído de http://www.cronista.com/contenidos/2013/04/30/noticia_0011.html
Durante reuniones o encuentros que tengo, una de las preguntas más frecuentes es: ¿Hasta cuándo aguanta esto? O la otra forma de preguntarlo: ¿Cuándo explota?.
A esta altura el sentido común te muestra que seguir dejando el dólar oficial atrasado, poner congelamientos de precios, restricciones cambiarias, inversiones que se van y reservas que caen forman un cocktail que hace recordar a otros tiempos. La respuesta que surge es que se viene una devaluación del tipo de cambio oficial, pero no se sabe cuándo ni de cuánto.
En la calle también se suele escuchar que cada 10 años hay un ajuste económico. Es una sensación de inexorabilidad más allá del gobierno en ejercicio, y más allá de lo que haga o deje de hacer ese gobierno. Es como un destino manifiesto.
Tomando este sentido común de la calle, me gustaría hacer algunas reflexiones sobre la inexorabilidad y los fantasmas que implican sus consecuencias.
Lo importante es que muchos describen la actual situación de década como una crisis. Seamos sinceros, si cada 10 años pasa algo parecido no es una crisis, sino una habitualidad.
Supongamos que tenemos un amigo que cada 10 años se separa. Se casó a los 20 y se separó a los 30, luego se casó a los 31 y se separó a los 40. Se volvió a casar a los 41 y ahora que tiene casi 50 viene a contarte que está en una crisis matrimonial. Lo más probable es que le contestes que no es una crisis, es su habitualidad. Cada 10 años divorcio en puerta.
Entonces, no hay crisis, hay habitualidad. Pero como en nuestro ejemplo las situaciones nunca son las mismas. Cada divorcio es distinto y algunos son más traumáticos que otros. Entonces veamos los parecidos y las diferencias que hay entre ambos momentos.
Crisis / divorcio del 2001
Siempre el último evento traumático que nos sucede es el que más recordamos y el que más nos marca. La devaluación del año 2001 fue terrible por muchas razones, pero no todas fueron malas noticias.
La primera buena noticia fue que en realidad cuando se compara el primer trimestre del 2002, contra el primer trimestre del 2001, la economía ya comenzaba a recuperarse, obviamente desde el suelo. Pero la devaluación fue una brisa de aire para muchos productores del interior y para las economías regionales. Es decir la producción que en los 90 estuvo muy castigada comenzó a ser negocio de nuevo.
La pésima noticia de esa crisis fue que la devaluación mandó a toda la economía a la quiebra. Muchos ahorristas argentinos tenían sus ahorros en dólares en los bancos y los perdieron.
Muchas familias y empresas tenían deudas en dólares y en cuanto se devaluó, no pudieron hacerles frente originando un default casi generalizado. No se puede excluir al Estado que declaró el default de la deuda externa. Es decir la devaluación destruyó el patrimonio de buena parte de la sociedad. Muchos fueron más pobres de un día para el otro.
Hay que recordar que la devaluación fue de 1 a 4, es decir un 300% en tan solo tres meses. Para luego asentarse en 2,70, es decir una variación del tipo de cambio del 170%. Una de las más altas de nuestra historia.
Crisis / divorcio del 2013
Como dijimos, ya se viene otro divorcio. El divorcio sucede cuando el amor comienza a desgastarse, pero si bien tendrá sus traumas, será de características muy distintas al anterior por varias razones.
Lo más importante es el efecto que tendría una devaluación sobre el patrimonio de las familias, las empresas o el Estado. Lo cierto es que hoy casi nadie tiene sus ahorros en los bancos. Los que pudieron ahorrar lo hicieron en moneda extranjera, en ladrillos o en autos y las empresas en maquinarias y/o galpones.
Lo que sí ha crecido mucho en estos años es el endeudamiento, pero se trata de deuda en pesos y a tasa de interés fija. Por lo tanto, una devaluación licuaría aún más las deudas. Es decir que una devaluación hoy tendría como efecto el incremento del patrimonio y no su disminución.
Esta última diferencia es fundamental y hace que las tan temidas consecuencias del divorcio no vayan a ser tales como se imagina la mayoría que me pregunta “cuándo explota todo”.
El proceso de desendeudamiento externo del Estado de estos año ha llevado a que la deuda externa exigible por terceros equivalga a un poco más del 12% del PBI, es decir una cifra totalmente manejable luego de una suba del tipo de cambio.
La última diferencia, y no menor, es que la devaluación sería hoy ?en el peor de los casos? llevar el dólar oficial al blue, es decir un 80% que es mucho, pero no del 400%
No solo eso, como el blue está en boca de todos, ya está descontada la devaluación a 9 o a un valor parecido.
Oportunidad y crisis
Los países suelen buscar una oportunidad de una crisis y Argentina de una oportunidad hace una crisis. Eso es lo que sucede hoy. El daño es autoinfligido, por lo tanto más fácil de resolver.
Pero lo más importante es que nuestra sociedad está acostumbrada a las crisis por lo que tiene una capacidad de reacción que el resto del mundo no comprende muy bien. Ante una devaluación que ya la mayoría está esperando, no sería tomado como algo sorpresivo. Sino que surgirían nuevas oportunidades de negocios. Los que hoy no pueden exportar lo podrían hacer, los que hoy no toman empleados lo volverían a hacer, los que venden solo al mercado interno tendrían que buscar nuevos mercados y adaptarse.
Todo divorcio genera sus traumas y tiene sus complicaciones. Pero luego de tantas experiencias y en las actuales condiciones, este divorcio no será ni parecido al anterior y lo más probable es que nos pongamos de novios nuevamente de manera acelerada.
Luego, con el tiempo, veremos si volvemos a divorciarnos dentro de diez años o aprendimos la lección.