Por Gustavo Ber
Más allá del alivio que generó el positivo resultado del ¨supermartes¨ de Lebacs, al poder renovarse la totalidad de los abultados vencimientos, y el freno a la vertiginosa escala del dólar, los inversores no deberían dejar de analizar el bosque en sus decisiones estratégicas.
Ello se complementó con una exitosa emisión relámpago de los Botes 2023 y 2025 por unos U$S 3.000 millones, la cual fue adjudicada a fondos inversión internacionales, en una señal adicional de confianza y además permitiendo recuperar un tercio de las reservas sacrificadas.
A pesar de todo ello, los inversores no deberían confundirse detrás de un entusiasmo que sólo permite transitar el complejo escenario local e internacional por delante con una mayor calma, pero que requiere de un fuerte compromiso político para impulsar reformas económicas más aceleradas – respecto al gradualismo anterior – para estabilizar los desequilibrios ¨macro¨.
En dicho sentido, las autoridades deberían aprovechar el respiro para focalizarse en avanzar en un acuerdo de ¨stand-by¨ con el FMI que les otorgue el mayor monto y plazos posibles, y que por otro lado no conlleve severas condicionalidades que pudieran no llegar a cumplirse.
Mientras se avanza en las negociaciones, que podrían según estimaciones oficiales llevar varias semanas, las autoridades deberían mostrar decisión política para avanzar con medidas que contribuyan a reducir el elevado déficit fiscal de manera más acelerada. Asimismo, deberían avanzar en mejoras en la competitividad – con un tipo de cambio real más alto y limitando el ¨pass-through¨ a la inflación – para reducir el déficit de cuenta corriente, que también ya resulta abultado. Por último, las altas tasas de interés reales – condición para promover el ahorro interno – afectarán la actividad económica que perderá impulso en los próximos trimestres, ante lo cual se deberían analizar medidas ¨micro¨ para amortiguar los efectos.
En caso de alcanzarse un satisfactorio acuerdo con el FMI, los inversores no sólo podrían festejar que contarían con la ¨guía¨ de dicho organismo para encarar el proceso de restablecer los equilibrios económicos centrales con mayor velocidad, sino que además el país se liberaría de la necesidad de buscar financiamiento en el exterior en condiciones desfavorables.
Ocurre que no sólo la UST 10 años ya se ubica cerca del 3,10% – con pronósticos de encaminarse hacia el 3,50% próximamente, sino que además la Reserva Federal podría sumar tres subas de tasas más en lo que resta del año, elevando esa referencia hasta el 2,5% anual.
Dicho clima externo está promoviendo una revalorización global del dólar, dado que las mayores tasas están generando movimientos de capitales hacia EE.UU., lo cual activa una ola de depreciaciones de sus monedas en el resto de los países, donde los emergentes siempre son más vulnerables – y entre ellos nuestro país se destaca – a dichos ciclos mundiales.
Así es que limitar la oferta de nuevos títulos en dólares en el exterior, más cuando el rendimiento a 10 años ya se ubica en el 8% y el riesgo país en los 500 puntos básicos, resulta una decisión de financiamiento apropiada para poder recuperar una mayor confianza de los inversores.
Aunque el camino hacia el ordenamiento de los desequilibrios acumulados no será sencillo, no sólo desde el punto de vista económico sino también político y social, en la actualidad resulta el único posible a fin de minimizar los riesgos de una crisis con mayores daños en el futuro.