Tal como viene siendo habitual, los inversores deben seguir atentos a la pulseada «dólar versus tasa», y en dicho sentido las últimas lecturas de los datos inflacionarios, sumadas a las señales del Banco Central, podrían abrir etapa para desplegar con mayor comodidad tácticas de «carry trade».
Ello se debe a que la inflación no está otorgando indicios de aflojar a la velocidad anticipada por el organismo monetario, ante lo cual se vería obligado a acentuar las herramientas necesarias para llevar adelante una política más restrictiva en los próximos meses.
Entre ellas, no sólo continuaría convalidando aún elevadas tasas de interés reales – e incluso podría elevarlas – sino que además seguiría aplicando fuertes intervenciones cambiarias para frenar al dólar, tal como hizo al vender unos u$s 2.500 millones, y retirar pesos del mercado.
Respetar el «techo» de corto plazo para el dólar mayorista cerca de los $ 20,20 parecería ser la estrategia, más allá de poder ir avalando graduales deslizamientos en el tiempo, a fin de que al actuar la divisa de «ancla cambiaria» pueda contribuir a una desaceleración de la inflación.
Ocurre que tras las serias dudas respecto a las nuevas metas definidas el 28-D, que rápidamente han perdido credibilidad entre los economistas, resulta indispensable otorgar todas las señales posibles desde la política económica para frenar mayores aumentos de las expectativas inflacionarias en el tiempo, también con la colaboración desde la política fiscal.
En vista a ello es que los inversores deberían evaluar reforzar sus posicionamientos en pesos dentro de sus carteras, tácticamente hasta el 70% para aquellos más agresivos y hasta 30% para aquellos más conservadores, dado que a corto plazo – y luego de varios meses de resultados adversos – el «carry trade» tendría nuevamente espacio para ganarle al dólar.
Dentro de los vehículos más eficientes para instrumentar dicho rebalanceo se encuentra no sólo el «roll-over» de la Lebac más corta a más del 26% anual, aprovechando que dicha curva está invertida, sino también otros títulos públicos y privados en moneda local de corto plazo.
La mayor preferencia para complementar dicha apuesta es hacia títulos públicos, provinciales y privados con vencimientos en especial entre el 2019 y 2020, tanto con ajuste por inflación como también por Badlar, los cuales ofrecen rendimientos reales promedio del orden del 4%.
A pesar de esta ventana para aprovechar el devengamiento en pesos, los inversores deben todavía mantener una importante porción – según el perfil de riesgo, hasta 30% aquellos más agresivos hasta 70% los más conservadores – en activos dolarizados de corto plazo.
Ello se debe a que el contexto internacional aún se presenta extremadamente volátil, al ritmo de los «headlines» de turno, y sólo en las últimas ruedas la auspiciosa temporada de balances está permitiendo reanudar un mejor tono que ha permitido una recuperación en Wall Street.
En este segmento, la preferencia por valor relativo y liquidez sigue concentrada en especial hacia títulos soberanos como el Bonar 2020 y Bonar 2024 que no sólo ofrecen rendimientos en dólares promedio del 4,5% anual, sino que cuentan con una defensiva limitada duration.
Dicha característica resulta crucial ya que no sólo la Fed continúa con su política de aumento de tasas, restando dos o tres más este año, sino que además los rendimientos de los bonos del Tesoro siguen – más allá de pausas en el camino – desafiantemente en ascenso en el tiempo.
Fuente: http://www.ambito.com/918769-para-inversores-con-un-pie-en-el-carry-trade-y-el-otro-en-el-dolar