El Gobierno espera un respaldo explícito del FMI para que ese grupo de acreedores descarte un default dentro de 60 días, pero solo podrá reestructurar los USD 2.400 millones una vez que firme el nuevo programa financiero con el Fondo
El Gobierno no pagó este lunes los USD 2.485 millones que tenía pendientes ante el Club de París tras siete años de la firma del acuerdo rubricado en 2014. El contrato con los países acreedores abre la posibilidad de 60 días como plazo de gracia antes de que la Argentina incurra en un evento de default de manera oficial.
El impago era algo que ya era esperado porque el Poder Ejecutivo se recostó en las últimas semanas en su expectativa sobre la renegociación de plazos y tasas de interés con ese organismo, tal como lo vino haciendo con los principales países europeos miembros de ese consorcio, primero con la gira que encabezó Martín Guzmán y luego directamente por Alberto Fernández.
En los siete años de vigencia del acuerdo con el Club de París, la Argentina pagó cerca de USD 8.100 millones, aunque el flujo de pagos se interrumpió en 2019, luego del último pago realizado por el gobierno de Mauricio Macri por casi USD 1.900 millones.
En ese 2014 en que se firmó el acuerdo realizó un primer pago de USD 640 millones. Al año siguiente fue de USD 682 millones. Ya bajo el mandato macrista, el Tesoro giró USD 1.680 millones en 2016, USD 1.380 millones en 2017, USD 1.891 millones en 2018 y USD 1.868 millones en 2019. Ese fue el último pago hecho por el Estado. Desde ese momento el saldo pendiente -que también era de USD 1.900 millones- comenzó a actualizarse con una tasa de interés “final” de 9% anual.
Esa ventana de posibilidad se abrió porque si bien el plazo original de pago era de cinco años, el propio entendimiento rubricado por el entonces ministro Axel Kicillof preveía otros dos años de plazo adicionales, aunque con la particularidad de tener que afrontar ese interés, considerado alto en ese momento por la oposición al gobierno kirchnerista y que el propio Guzmán ya en funciones discutió.
De esa manera, entre el primer impago de mayo de 2020, que Guzmán adelantó a los miembros del Club semanas antes, y el de hoy, la deuda consolidada con ese organismo supera los USD 2.485 millones y seguirá actualizándose al 9%, al menos hasta que haya un acuerdo para cambiar las condiciones. Eso no sucederá, lo saben en ambos lados de la negociación, antes de que exista un nuevo programa financiero firmado con el FMI.
Desde la Casa Rosada aseguran que ahora la pelota está del lado del Fondo Monetario. Paralelamente a las gestiones ante líderes europeos, Guzmán -y luego Fernández- comenzaron un trabajo fino con el staff técnico del Fondo Monetario para acercar posiciones, aun lejos de la posibilidad de tener un programa cerrado en el corto plazo.
Lo que necesitaría el Poder Ejecutivo, en todo caso, sería una suerte de “bendición” a las conversaciones en marcha en medio del camino hacia el acuerdo que sirva para que el Club de París flexibilice su posición y no considere el 30 de julio que el país defaulteó la deuda.
La lectura que hacen en el Gobierno es que no se trataría de una cuestión de ruptura de contratos, sino que el Club de París es un organismo multilateral “particular”, que está más guiado por los oleajes geopolíticos de cada momento que en la letra tallada en piedra de los acuerdos.
Más de la mitad de la deuda argentina al Club de París está concentrada en dos países: Alemania (37%) y Japón (22%). Más atrás le siguen Holanda (casi 8%), España (6,68%), Italia (6,29%) y Estados Unidos (6,28 por ciento).
Entre la autocrítica y el cambio de piezas internas, el FMI analiza si ayudará a la Argentina
La onda expansiva del fracaso del acuerdo stand by que el Fondo Monetario Internacional firmó con el gobierno de Mauricio Macri en 2018 forzó al organismo a un recambio de piezas entre los principales puestos directivos. El 31 de agosto será el último día de trabajo de Alejandro Werner, todavía director del Departamento del Hemisferio Occidental y uno de los funcionarios más involucrados en aquella negociación inicial con la Argentina.
Así, se sumó a las salidas anteriores de Christine Lagarde como directora gerente, que dejó su lugar a Kristalina Georgieva, de su segundo David Lipton en febrero de 2020 y de Roberto Cardarelli, que fue desplazado de su cargo de jefe de la misión argentina y fue reemplazado por Luis Cubeddu. Werner, en los hechos, ya había quedado fuera de la mesa de discusión con el Gobierno actual y su lugar era ocupado por su vicedirectora, Julie Kozack.
Junto con Lagarde y el jefe del equipo técnico Roberto Cardarelli, fueron las tres caras visibles de esos meses de idas y vueltas entre el comienzo de las conversaciones en mayo de 2018 y el anuncio del segundo acuerdo en septiembre de ese año, tres meses después del primer programa financiero fallido.
Con el cambio de Gobierno en 2019 y el anuncio de una reestructuración de la deuda con el FMI, las caras cambiaron en ambos lados de la mesa, tanto entre los funcionarios argentinos como los ejecutivos del Fondo. Kristalina Georgieva dejó su puesto en el Banco Mundial para hacerse cargo de la gerencia general, mientras que Lagarde pasó a ser la presidenta del Banco Central Europeo.
Por su lado, Roberto Cardarelli fue desplazado como jefe de misión y fue reemplazado por Luis Cubeddu. Cardarelli actualmente continúa en el Fondo Monetario como cabeza del equipo técnico que negocia con el gobierno de Marruecos. Asimismo, Lipton dejó su lugar en marzo de 2020 y actualmente trabaja como asesor en el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos.
Pero el tembladeral interno del FMI no terminó en el cambio de piezas. Recientemente, el organismo inició un doble proceso de revisión interna sobre la actuación de los funcionarios en la firma del Stand By de 2018, que terminó por ser el préstamo más grande de la historia de la institución.
Por un lado, el propio staff técnico realiza un informe denominado Ex Post y que suele realizarse para todos los créditos con montos que excedan la cuota original. Ese estudio fue iniciado a principios de año pero no tiene fecha de publicación, según explicó en su momento el portavoz del Fondo Monetario, Gerry Rice.
Una segunda vía de autocrítica será el reporte que prepara la Oficina de Evaluación Independiente (OEI) del FMI que es una oficina autónoma que analiza errores y aciertos de la actuación del organismo en negociaciones y programas con distintos países.
En ese marco, el FMI ahora deberá decidir si tenderá un “salvavidas” al Gobierno para evitar el default con el Club de París. Desde Washington niegan que haya en la agenda inminente del organismo una misión del staff técnico hacia Buenos Aires, visita de la cual podría venir ese guiño que espera la Casa Rosada.
No sería la primera vez que un respaldo del FMI le ayudaría a la Argentina a continuar el proceso de reestructuración de deuda. En el oficialismo recuerdan aquella declaración del FMI en que el staff del Fondo consideró “insostenible” la deuda argentina y que sirvió como punto de partida de las discusiones con los acreedores privados.
Críticas de la oposición a Kicillof por el acuerdo “ruinoso”
El acuerdo firmado por Kicillof con los miembros del Club de París en 2014 levantó críticas en la oposición de ese entonces (que incluso estaba integrada por dirigentes que luego terminaron formando parte del Frente de Todos) en el momento de la firma y en años siguientes.
Sin ir más lejos, este lunes el ex ministro de Hacienda y Finanzas Alfonso Prat Gay cuestionó por Twitter las condiciones del entendimiento firmado por el ahora gobernador bonaerense. “Hoy vence el ruinoso acuerdo de Kicillof con Club de París: los punitorios más caros, el plazo más corto y una pena adicional de $900 millones al final de estos 60 días de gracia Una de las tantas deudas que le dejó el kirchnerismo a Juntos por el Cambio”, dijo.
El también ex presidente del Banco Central completó su mensaje por redes sociales al afirmar que “mientras que Cambiemos pagó casi USD 7.000 millones en capital e intereses, el Frente de Todos aumentó la deuda con Club de París en USD 2.800 millones (USD 2.300 millones con CFK y USD 500 millones con AF). Pero para CFK, ellos solo desendeudan!”, cerró.
En el mismo sentido escribió el legislador porteño Gabriel Solano, del Frente de Izquierda, que aseguró que “corresponde que recordemos que fue Kicillof, como ministro de Economía de CFK, quien renegoció la deuda y la incrementó de 6.706 millones a US$ 9.690 millones, admitiendo punitorios confiscatorios. Sí, U$S 3.000 millones más”, tuiteó.