Mientras los bancos centrales de la región y el mundo tienden a subir el costo del dinero para frenar la aceleración de precios, el BCRA lo mantiene estable y muy por debajo de la variación del IPC del Indec
La tasa de referencia de la política monetaria argentina se mantiene en el 38% anual desde mediados del año pasado, con un breve intento de baja que fue rápidamente truncado por la inestabilidad de los tipos de cambio paralelo en octubre de 2020. Desde entonces, el tipo de interés no se movió de ese umbral aunque la aceleración de la inflación hizo que, en términos reales, no pare de reducirse: cada punto extra de alza de los precios en el equivalente anual es, en los hechos, una disminución del costo del dinero piso que fija el Banco Central.
Con una inflación que a octubre se movió al 52,1% interanual, el valor real de la tasa en pesos pasó a ser negativa en más del 9% anual. En momentos en que los países emergentes ajustan al alza sus tipos de interés para combatir repuntes inflacionarios y el Banco Central asegura querer acelerar el ritmo de aumento de la cotización del dólar oficial la variable es una preocupación para especialistas.
La tasa de interés de referencia está, después de descontar la inflación, en valores negativos de 9,28% anual. Así lo releva un monitoreo mensual del Bank of International Settlements (BIS) que tiene a la Argentina como el país con la menor “tasa real” del mundo, aunque no incluye datos de Venezuela en la que la la inflación supera el 100% al año y la tasa nominal -antes de computar la inflación- supera apenas el 50% nominal anual.
Las tasas reales negativas no son una rareza. El mundo viene de pasar lo peor de la pandemia de coronavirus con su enorme impacto en la actividad económica y los bancos centrales relajaron sus políticas monetarias con inyecciones de liquidez y bajas en el costo del dinero para intentar morigerar el golpe. Pero con la inflación batiendo récords de varias décadas en muchas economías del mundo, la tendencia está empezando a ser la inversa: arrancaron las subas de los tipos de interés.
Perú esta semana, Brasil, México, Chile y Colombia antes, sólo por mencionar ejemplos de la región, acaban de aplicar subas a la tasa de referencia para tratar de enfriar la aceleración de precios que se vive de manera diferente en cada país.
Pero mientras el mundo reacciona de esa manera, el Banco Central argentino se maneja con una lógica completamente diferente. Pese a que la inflación sorprendió en los últimos meses con tasas de avance mayores a las esperadas por los más pesimistas, la tasa se mantiene sin cambios.
Incluso en cuanto a su nivel, la tasa real negativa argentina se destaca entre el pelotón. En Polonia, la segunda más baja, está en el 5,97%, más de 3 puntos por debajo del nivel argentino. Turquía, un país en el que el poder ejecutivo intervino activamente para que el Banco Central bajara las tasas y puso a la lira turca en una nueva crisis cambiaria ni siquiera es la peor: está en menos 1,99% anual.
“La tasa real negativa castiga al ahorro en pesos, y en ese sentido forma parte de la poca predisposición de los ahorristas argentinos a ahorrar en moneda local. En todos lados eso lleva a buscar activos alternativos, que en la Argentina es el dólar. Y no porque el dólar le gane a la inflación, sino como una forma de refugio seguro en el que quedarse por las experiencias pasadas de saltos cambiarios y una cierta noción de estabilidad”, dijo a Infobae Matías Carugati de Seido.
Pero la tasa real negativa tiene, además, un costo directo para el Banco Central, en términos de pérdida de reservas internacionales. Financiarse en pesos es cada vez más barato y, al no ajustar la tasa principal, el Gobierno tiene que salir a apagar incendios donde esa reticencia a subir la tasa le trae dolores de cabeza.
“Vos hoy estás financiando a tasa negativa a toda la economía. De acuerdo a qué quieras financiar, hay programas promocionados con tasas más negativas que otras, pero claramente estás apalancando a toda la economía. Con una brecha cambiaria del 100% lo que terminás apalancando son bienes dolarizados, importados. Lo que hacés, en términos técnicos, es financiar la compra de transables. Y no sirve que te digan esto lo podés financiar y aquello no, porque el dinero es fungible. Yo puedo decidir financiarme para algo que tenía planeado hacer con capital propio y, en el neto, me están apalancando incluso lo que me prohibieron”, contó a Infobae Gabriel Caamaño de Consultora Ledesma.
“Están apalancando la demanda de bienes transables que se importan al tipo de cambio oficial, dada la brecha cambiaria”, agregó.
Los pesos baratos, así, se van a dólares paralelos y a consumos importados que el Banco Central se ve obligado a regular para cuidar sus reservas. Pero toda esa administración siempre encuentra nuevos baches que hay que salir a tapar.
Por ejemplo, pocos días atrás, el Banco Central decidió prohibir el financiamiento en cuotas -que en algunos casos implicaba una tasa del orden del 30% mensual- a viajes y consumos en el exterior. Miguel Pesce, titular de la entidad, debió hacerlo para evitar que su propia política financie barato a los viajeros que ven una oportunidad de licuar esas deudas frente a expectativas de inflación muy por encima del 30% y tasas de futuros de dólar, expectativa de devaluación, en el orden del 60% anual.
“Al Banco Central no le importa bajar la inflación y ellos manejan las tasas de interés del mercado monetario. Alguna señal de tasa quiso dar el Tesoro, para cubrir el programa financiero, con alguna suba en Ledes. Pero los plazos fijos están clavados en 34% la Badlar, 38% la minorista y atravesaron toda la inflación de este año con tasa estable”, dijo a Infobae Fernando Marull de FMyA.
“Bloquea toda la política monetaria de cualquier país. Dice no voy a usar la política monetaria para bajar la inflación, no me interesa. Mirá lo que le está pasando a Turquía. Para la Argentina es cerrar el cuartel de bomberos, es no tener seguro, pero este Banco Central no cree en la tasa de interés. Y si no cree, no va a resolver la inflación como hacen el resto de los países con un montón de herramientas y, además, la tasa de interés. Es una herramienta que te enfría el mercado monetario y cambiario”, agregó Marull.
La reticencia del presidente del BCRA, Miguel Pesce, a subir la tasa de interés de referencia del mercado se explica por el enorme pasivo que tiene la entidad en Leliq y pases pasivos. La famosa “bola de nieve” de Leliq no funciona como estabilizador del mercado si se remunera mal esos papeles. Con una tasa que está largamente por debajo de la inflación, aunque el Banco Central no pare de tener que emitir para pagar los intereses de los instrumentos de regulación monetaria, el crecimiento del déficit cuasifiscal -como se lo conoce- es puramente nominal. En comparación con la inflación, la bola de nieve de las Leliq-Pases no está creciendo.
Así lo explicó la entidad el año pasado, cuando intentó llevar la tasa de interés nominal hacia abajo -del 38% al 36% anual- justo antes de la escalada que llevó al dólar blue a $195. En lo que va de 2021, la autoridad monetaria pagó $1,22 billones en intereses de Leliq y pases pasivos. La cifra equivale a inyectar a la calle el equivalente al 37% de la base monetaria. Y, con una tasa más alta, ese monto podría ser mucho mayor. Ese es el temor de Pesce.
Pero la intención oficial de acelerar el ritmo de devaluación del peso y, por otro lado, la de llegar a un acuerdo con el FMI que implicaría, en algún nivel, un endurecimiento de las condiciones monetarias, ponen en tensión esa reticencia. Y va a obligar a pensar una solución para el castigado balance del Banco Central, tapado de deuda en pesos y escasez de divisas, antes de poder aplicarla.