Empiezan a ingresar fondos de «real money», es decir que apuestan a inversiones reales. El peligro es que el atraso cambiario se vuelva crónico y demore la integración de las empresas argentinas al mundo
Rami Sidani es de origen libanés y administra el fondo global de mercados de frontera de Schroders, una compañía que maneja un portafolio de USD 550.000 millones alrededor del mundo. Hace diez días pasó por Buenos Aires y se reunió con ejecutivos de empresas y funcionarios nacionales. El «paper» de uso interno que preparó tras su paso por el país fue contundente: «Pensamos que el país tiene inmejorables chances de saltar a la categoría de emergentes el año que viene. El proceso de inversiones reales ya ha empezado y se acelerará notablemente en el año 2018».
Esta visita no es aislada. Se trata en realidad de una situación ya cotidiana. Ejecutivos de todo el mundo llegan al país para analizar en primera persona cuáles son las verdaderas oportunidades que presenta la economía argentina. La novedad es que el nivel de optimismo sobre todo de los inversores extranjeros está por las nubes. La perspectiva de una contundente victoria del Gobierno convenció a la mayoría que el cambio de la política económica llegó para quedarse y que el populismo de la gestión anterior quedará sepultado. «Estamos apostando muy fuerte por Argentina, ya pusimos mucha plata en bonos y acciones. Por favor quiero que me digan qué es lo que puede salir mal, porque nosotros no lo vemos». Eso relataba con asombro un reconocido economista local, tras recibir esa inquietud de otro financista extranjero.
Como suele suceder en estos procesos, los extranjeros son mucho más entusiastas incluso que los inversores locales y se suben a la ola mucho antes. Cuando la mano viene cambiada, es decir a la hora de retirarse también, son los que lo hacen primero y los locales suelen llegar demasiado tarde. El mejor ejemplo de eso fue el estallido de la Convertibilidad. Los ahorristas quedaron atrapados pero los grandes fondos de afuera hace rato que ya habían abandonado sus apuestas financieras en el país.
La elección legislativa puede marcar un hito para la economía argentina. «Tener un horizonte de seis años para planificar y tomar decisiones es muy importante para nosotros», explicaba el presidente de un banco internacional, que transmite además esa idea a su casa matriz para aumentar su presencia en la Argentina. Aunque desde Casa Rosada lo negarán un millón de veces, el día después del comicio abrirá automáticamente la puerta para avanzar en la reelección de Mauricio Macri. Algo que lucía como mínimo dudoso hace apenas un par de meses, pero que ahora se transformó en el escenario más probable. Que el Gobierno gane la provincia de Buenos Aires es para los inversores la «frutilla del postre» para que este escenario termine de consolidarse.
La evolución de los mercados financieros ya muestra a las claras cómo se desarrolla este proceso. El riesgo país está en sus niveles mínimos del año, los bonos a diez años en dólares ya rinden menos de 6% anual y las acciones baten récords todos los días. Argentina se encamina de hecho a transformarse en el mercado más rentable del mundo en el 2017. Hasta el viernes el índice Merval acumulaba una suba del 58%. Más de una decena de acciones del panel líder subieron más de 100% en poco más de nueve meses. «Los precios ya descuentan el resultado de las elecciones, yo sería más cauto de ahora en más», explica Gustavo Neffa, de Research for Traders.
Pero si hay un punto de coincidencia tanto en el Gobierno como en el sector privado es que la entrada de dólares se acelerará de una forma notable luego de las legislativas. Es la famosa «lluvia de inversiones» que prometía Mauricio Macri aunque más tarde de lo prometido. Algo similar pasó con la famosa reactivación del «segundo semestre», que llegó pero un año tarde.
Existen muchos canales abiertos por donde llegará el dinero. Ese aluvión de divisas implica al mismo tiempo un problema para llevar adelante la política económica, ya que la tendencia al atraso cambiario será persistente. Un dólar que seguirá perdiendo contra la inflación es un problema para el proyecto del Gobierno de acelerar la integración de las empresas argentinas al mundo. El tipo de cambio atrasado implica más presión importadora y al mismo tiempo menos posibilidades de vender al exterior. Este año por ejemplo las exportaciones vienen creciendo un tenue 1,4% pero el rojo de la balanza comercial hasta agosto se agrandó a USD 3.400 millones.
Seguirán llegando muchas divisas a través del canal financiero. Las colocaciones de deuda que precisa la Argentina para cubrir el déficit fiscal del año que viene no bajarán de los USD 30.000 millones. Y la política de altas tasas de interés también asegura que ingresarán muchos dólares para beneficiarse de la «bicicleta financiera», es decir rendimientos en moneda local que superarán con amplitud a la evolución del tipo de cambio. Las tasas del 27% que paga el Banco Central más que duplican en términos reales (o sea descontando la inflación) los niveles de Brasil.
Pero la gran novedad de este proceso es que llegarán más inversiones que apuntan al sector productivo. En los últimos tres meses bancos como Macro, Supervielle y Galicia consiguieron más de USD 1.500 millones en el exterior a través de emisión de nuevas acciones. Se trata de aumentos de capital que servirán para dar más crédito en la Argentina, por ejemplo tener más espalda para expandir el mercado de hipotecas.
En los próximos días hará lo propio Loma Negra, la cementera que controla el grupo brasileño Camargo Correa, saldrá a cotizar en Buenos Aires y Wall Street, y un proceso similar atravesarán otras compañías en búsqueda de capital. La ampliación o apertura de capital de una empresa en los mercados es el vehículo preferido de las empresas en el mundo para conseguir dinero para seguir creciendo.
La entrada de «real money», es decir inversiones reales al país, apunta a tres sectores favoritos: energía, real estate e infraestructura, en este último caso a través de los programas de Participación Público Privada (PPP) que llevará adelante el Gobierno. La explotación de Vaca Muerta, los proyectos de energías renovables o la ampliación en la capacidad de generación eléctrica, por ejemplo, son imposibles de llevarse adelante sin grandes aportes de capital. Compañías de primer nivel internacional y fondos de inversión que buscan alternativas en el sector real de la economía están comenzando a involucrarse en el proceso.
En el caso del sector inmobiliario, los desarrolladores reconocen que empezaron a recibir una gran demanda internacional para invertir en oficinas y nuevos emprendimientos residenciales que se vienen. La estabilidad económica y el aumento de los precios en dólares del metro cuadrado vuelven al mercado local mucho más apetecible. Eso sí, reconocen que aún faltan vehículos para canalizar adecuadamente esa oferta de fondos. La aprobación de la ley de mercado de capitales, que el oficialismo intentará destrabar antes de fin de año, será clave para conseguir ese objetivo.