La búsqueda de financiamiento es el gran desafío que enfrentan hoy en día startups y emprendedores. Una barrera infranqueable para muchos de los que, finalmente, se quedan en el camino. Según la edición 2014 del Global Entrepreneurship Monitor porteño que realizan conjuntamente Observatorio de Emprendedores del Gobierno de la Ciudad y el IAE Business School la tasa de interrupción de negocios a nivel nacional es de 3,4 por ciento. ¿Por qué un emprendedor deja un negocio? Uno de los motivos principales son las dificultades para conseguir financiamiento, además de rentabilidad, motivos personales y otras oportunidades.
Con la idea de poner a disposición de los emprendedores nuevos instrumentos, la Bolsa de Comercio de Buenos Aires (BCBA) lleva adelante el programa ‘Vamos a la Bolsa’, que busca aportar financiamiento a través del mercado de capitales. Y lo hace por medio de dos modalidades: el aporte de Sociedades de Garantías Recíprocas (SGR) y la creación de fondos de crowdfunding.
Carlos Lerner, Jefe de Desarrollo Comercial y Pyme de Bolsa destaca que desde hace poco más de un año se están aprovechando normativas incluidas en la nueva Ley de Mercado de Capitales para contribuir a la creación de un mercado de riesgo para emprendimientos de base tecnológica. “Convocamos a que innovadores de base tecnológica se presenten con proyectos que ya tiene algún nivel del complejidad en lo contable administrativo, como registros en AFIP y balances y con un nivel de innovación moderado. Los seleccionamos y se los presentamos a las SGR que están colaborando, como Fogaba, Acindar Pymes y Cardinal, entre otras. Pasado el proceso de selección, realizan un acuerdo de buena voluntad y las SGR destina parte de su fondo de riesgo a avalar este tipo de proyectos”, describe. Así, la ayuda se concreta por medio del descuento de cheques.
De esa manera, la Bolsa espera multiplicar la cantidad de pymes que apoya. Desde 2002 fueron unas 13.500 que obtuvieron financiamiento por u$s4.500 millones, aunque usando básicamente fideicomisos, CPD (cheque de pago deferido) y ON.
Estudios al instante
Pablo Obreque es un economista de Bahía Blanca con un posgrado en Innovación y Tecnología, que estuvo becado en Oxford el año pasado. Con otros cinco socios fundó ElectroSmart, un proyecto que se asoció con Ecosur para fabricar electrocardiógrafos portátiles. Es un dispositivo que comparte información con dispositivos móviles por medio de una conexión Bluetooth. Mide las señales del corazón y permite hacer estudios de manera muy simple ya que se ve en pantalla los resultados mediante un software y una app diseñados por la compañía. Datos que se pueden almacenar y subir a la “nube“.
”Es mucho más barato que un electrocardiograma y resuelve en tiempo real cuestiones de urgencia. Ideal para centros médicos donde los recursos no son altos y para profesionales que necesitan una solución al momento”, explica Obreque.
“Proyectos como este están a la búsqueda de financiación y recursos todo el tiempo. Nos enteramos de esta posibilidad y estar con la Bolsa nos da mucho valor como empresa. Y no es solo el valor del financiamiento: estar en el mercado de capitales es doblemente beneficioso”, detalla el emprendedor.
Obreque recomienda que al momento de aplicar el proyecto es muy importante que se pueda mostrar que hay un negocio viable detrás. “Parece una obviedad, pero ahí está la clave. Esta opción es superadora a la de los bancos, que tienen otras exigencias. También generen vínculos que sirven, y mucho”, afirma. “El vínculo nos permite hacernos de capital muy rápido, en no más de cinco días, a una tasa que es mejor que la del banco”.
En una primera etapa ElectroSmart emitirán cheques por $350.000 que van a destinar a producción de 150 cardiógrafos para el lanzamiento. La tasa promedio es de entre 26 y 28%, y el plazo de pago ronda los seis meses.
Con respecto al proceso de selección, el emprendedor destaca que fue muy rápido y que las demoras muchas veces son originadas por la propia Pyme, a la hora de presentar los balances y las garantías. “Para una pyme es una gimnasia nueva, pero en general todo es rápido. Este tipo de ayuda es muy útil para un startup. Además, te obligan a profesionalizarte”.
Por estos días el proyecto está terminando las últimas certificaciones de Anmat y el producto estará listo para la venta comercial y para exportarse a mediados de 2015. Tendrán un valor de $15.000, mientras que los electrocardiógrafos convencionales valen unos $50.000 y son mucho más robustos.
Otro de los participantes está vinculado a las energías renovables. Solarmat es una solución de calefacción solar para piletas de SunGreen.
“Llegamos a la Bolsa por el Foro de Inversiones que el Ministerio de Ciencia y Tecnología hace en la UCA”, dice Alexandra Tovar, directora ejecutiva de SunGreen. “Fue un proceso increíble que abrió la posibilidad de acceder a los factores de evaluación de la Bolsa. Algo muy distinto al de la banca tradicional, que en general mira la historia y los resultados concretos de una compañía. Nosotros tenemos poco tiempo y mucho del negocio proyectado a corto plazo. El programa permite poner todos estos aspectos en cuenta, eso es muy beneficioso para el que recién comienza”, asegura la emprendedora y destaca el acompañamiento personalizado de la Bolsa en el proceso. “Tuvimos devoluciones claras sobre lo que había que presentar. La aprobación de la línea de crédito fue en cuatro meses. Luego, nos abrió la puerta a los medios y también a socios estratégicos”.
SunGreen es el resultado de la fusión de dos compañías del sector, en 2012. Se enfocan en productos y soluciones, con una fuerte base en desarrollo, ingeniería y consultoría. Entre sus clientes están los bancos Galicia y Credicoop, Coca Cola, AGD y Phoenix. Solarmat, el producto financiado por medio de la Bolsa, es un sistema adaptable y accesible para calentamiento de piletas mediante energía solar.
La compañía trabaja con la SGR de Acindar y usa la modalidad sólo para el desarrollo de una de sus líneas de negocios.
”Usamos dos líneas de crédito, con cheques propios y de terceros, que se descuentan en la Bolsa a tasas bajas“, describe Tovar. Hasta el momento, con apenas unas semanas de funcionamiento, usaron $120.000 de la línea propia y $60.000 de terceros, y el plan es ir ampliando montos que acompañen la expansión.
“Sirve además para aumentar la cartera comercial: hay clientes a los que podemos traccionar por medio del pago de cheques. Y permite dar beneficios a franquiciados propios y extender el modelo a sus zonas. El aval de la SRG que nos saca al mercado como AAA, es genial. Significa tener solidez más allá del modelo”, dice Tovar.
”Este año vamos a ofrecer un aval de 100% por parte de las SGR pero queremos crear conciencia de riesgo en el inversor y que ese porcentaje vaya bajando en años sucesivos. La idea es colaborar en el proyecto. Lo que hacen las SGR tiene un valor altísimo”, afirma Lerner.
El crowdfunding es otra opción
Desde el sector Pyme de la Bolsa también impulsan la formación de fondos de crowdfunding, como una continuación al papel de las SGR. Se trabaja junto al Foro de Ciencia y Tecnología para la Producción, una asociación civil privada de 26 años cuyos socios son individuos ligados al mundo científico-tecnológico. “La idea es cubrir proyectos desde el prototipo, e incluso antes. Queremos que el Estado no sea el único inversor a riesgo. El Foro publica las propuestas y el inversor elige dónde invertir. Estamos pensando mínimos de $30.000 y máximo de $300.000 por inversor por proyectos de entre $1 millón y $4 millones”, explica Lerner quien asegura que se busca seguir el modelo de países como Corea, Israel y Estados Unidos, y que este año ya habrá dos opciones concretas para invertir en estos fondos.
También se apunta a los Fondos FIT (de innovación tecnológica), que ya fueron aprobados por la CNV pero que tuvieron poco éxito a la hora del armado. “La economía comenzó a tener altibajos, en 2012-2013, y si bien se había trabajado muy bien con un fondo de $100 millones se espera aún una ayuda mayor del Estado, como las que hace Anses en fondos pyme, por ejemplo. Pero puede reflotarse en algún momento”, detalla Lerner.
Proyectos con distinta maduración
Vamos a la Bolsa es un programa de la Incubadora de Negocios de la BCBA junto al Foro de Ciencia y Tecnología para la producción para Pymes, emprendedores y microempresas. Apunta a financiar proyectos innovadores: productos o servicios novedosos, innovación del proceso operativo o modernización tecnológica. También los niveles de madurez de los proyectos a evaluar, de los que dependerán el tiempo que requiere la construcción de este financiamiento y el monto.
Nivel 1
Pyme con un proyecto innovador. Busca la mejor alternativa de financiamiento para un proyecto innovador, nuevo producto, generación de nuevos procesos o modernización tecnológica.
Nivel 2
Emprendimiento en marcha. Producto terminado y en el mercado. Tiene clientes y/o redes de distribución. Se trata de una “Sociedad de hecho”, una S.A. o S.R.L. entre 1 y 3 años de actividad que busca financiamiento formal y no califica para instituciones financieras tradicionales.
Nivel 3
Proyecto innovador. Puede estar o no concluido. Su equipo emprendedor se encuentra interesado en financiarlo en un futuro cercano.