En la economía argentina los años pares se utilizan para ajustar las cuentas públicas, subejecutar obras públicas y dejar todo armado para crecer en los años impares, que es cuando hay elecciones.
Por Salvador Di Stéfano
La economía argentina tiene un pronóstico positivo para el 2022, pero no debemos olvidar que en muchas oportunidades las políticas de Estado se subordinan a las elecciones. Un repaso de los años pares e impares, todos tienen derecho a fracasar.
En la economía argentina los años pares se utilizan para ajustar las cuentas públicas, subejecutar obras públicas y dejar todo armado para crecer en los años impares, que es cuando hay elecciones.
En el 2012 la economía cayó el 1,0%, en 2014 el 2,5%, en 2016 el 2,1%, en 2018 el 2,6% y en 2020 el 9,9%. De esta sucesión de datos el más impredecible fue el 2020, que profundizó una fuerte baja en el marco de la pandemia.
Si vamos por los años impares en el 2011 la economía creció el 6% anual, desde allí en adelante nunca se repitió este guarismo. En el año 2013 la economía creció el 2,4%, en 2015 el 2,7%, en 2017 el 2,8% y en 2021 crecería el 9,8%. La excepción fue el 2019 que la economía cayó el 2% y el presidente Mauricio Macri perdió las elecciones en manos de la oposición.
Está claro que, según la lógica de los años electorales, habría que ajustar en el año 2022 para crecer e intentar ganar las elecciones en el año 2023. Esto denota que la clase política argentina no es guiada por políticas de Estado que generen beneficios a la sociedad, más allá de los vaivenes económicos, sino todo lo contrario, la política de Estado está subordinada a lo que puede ocurrir en los años electorales.
No resulta del todo lineal, pero en la mayoría de los años impares, se trata de atrasar el tipo de cambio para generar un escenario de bienestar y que esto ayude a ganar las elecciones. Generalmente los mayores ajustes en el tipo de cambio se producen en los años pares.
En los últimos 4 años, hemos tenido 3 años en donde el tipo de cambio oficial aumentó más que la inflación, en el año 2018 la inflación fue del 47,1% y el tipo de cambio aumentó el 101,4%. En el año 2019 la inflación fue del 52,9% y el tipo de cambio aumentó el 58,4%. En el año 2020 la inflación fue del 35,7% y el tipo de cambio aumentó el 40,5%.
En los 3 años bajo análisis los negocios perdieron rentabilidad, el aumento de los insumos dolarizados con precios que no pudieron convalidarse a la suba, hicieron que las empresas perdieran márgenes de rentabilidad importantes. Muchas empresas ingresaron en convocatoria, otras quebraron y la economía se hizo mucho más informal.
Tal como se mencionó anteriormente, en el año 2018 la economía cayó el 2,6%, en el año 2019 el 2,0% y en el año 2020 el 9,9%. En el año 2017 la cantidad de trabajadores empleados ascendía a 20.345.000, subió a 20.855.000 en diciembre de 2019 y cayó a 19.299.000 en diciembre del año 2020.
En el año 2021 la economía se expandiría el 9,8%, con una inflación que rondaría 53,3% y una tasa de devaluación del 27,3%. Se proyecta para diciembre de 2021 una cantidad de empleados de 20.311.000, casi una suba de un millón de empleados en un año.
Resulta paradójico que Mauricio Macri en el año 2019 fue a una elección presidencial realizando un duro ajuste en la economía, saliendo del libreto de los años impares y perdió la elección. En el año 2021, Alberto Fernández encaró la elección de mitad de mandato con la partitura lógica de atrasar el tipo de cambio, empujar la economía a la suba, tasas de interés negativas contra la inflación y un sin números de subsidios y, aun así, perdió la elección.
Daria la impresión que terminamos con las recetas tradicionales, en donde el votante se subordinaba a lo que notaba en la superficie de la economía, hoy claramente pesa mucho más el horizonte de mediano y largo plazo, que probablemente en el año 2019 no se llegó a discutir.
Para el año 2022 esperamos en términos generales una recuperación del dólar por encima de la inflación, algo que traería como correlato una menor rentabilidad en las empresas. El año 2021 deja un envión para que la economía pueda crecer un 2% en un año par, habrá que ver si el gobierno aprovecha el envión, o subordina una vez más la política a las elecciones, y pasa para el ejercicio 2023 lo que debería ejecutar en el año 2022.
El acuerdo con el FMI sigue demorado, no hay coincidencias entre los técnicos, los problemas surgen porque se parten desde diferentes supuestos. El gobierno cree que se crecerá el 4%, la inflación será del 33% y Papa Noel llegará el 24 de diciembre, mientras que el FMI considera que las metas de crecimiento están sobrevaluadas, la inflación subponderada y está muy convencido que Papa Noel son los padres.
Conclusiones sobre los años pares en la economía argentina
El año 2022 no está seguro que pueda ser de crecimiento económico, a pesar de que el contexto está indicando un crecimiento entorno del 2% anual. El clima Niña (sequía= nos puede jugar una mala pasada con la cosecha de soja y maíz, el acuerdo con el FMI se sigue demorando, las tasas a nivel mundial están aumentando y Argentina no puede seguir con tasas negativas contra la inflación si quiere tener un sendero de inflación descendente.
La masa salarial no está mostrando un aumento acorde con la inflación del año 2021, los salarios del sector público y privado registrado crecen al ritmo de la inflación general, pero por debajo de la inflación ligada a alimentos y bebidas. Los asalariados no registrados y los no asalariados estarían mostrando un crecimiento en sus remuneraciones entre 10% y 15% por debajo de la inflación general. Esto no dinamiza el consumo, en el mejor escenario en el año 2022 el consumo será igual que en el año 2021.
Las exportaciones en el año 2021 parecería que alcanzaron un techo difícil de superar en el año próximo, con menor cantidad de materias primas agrícolas cosechadas, cierre de las exportaciones de carne, restricciones en los registros de exportación y menores cantidades alcanzadas por problemas climáticos. En materia de importaciones, la menor cantidad de dólares le imponen una restricción al crecimiento.
La inversión dice ausente en todo este escenario, con un gobierno que no logra financiamiento externo, e internamente no puede financiar en forma genuina el presupuesto y tiene que recurrir a la emisión.
Podríamos estar equivocados y finalmente el año 2022 tendría chances de crecer, pero no debemos olvidar que la maldición de los años pares sobrevuela el escenario de la economía argentina, la clase política argentina y su complejo método de toma de decisiones, puede hacer que un escenario positivo se transforme en negativo. No hay que ser intolerante, todos los políticos tienen derecho a fracasar.