En el equipo económico aseguran que la actividad está mostrando una muy buena performance, aunque preocupa la alta inflación. Analistas proyectan un enfriamiento en el segundo semestre.
“La economía está volando. Los datos de abril son muy buenos”, se entusiasman en el gabinete económico. Intentan, de esa forma, mostrar gestión y hacer oídos sordos a los permanentes dardos que diariamente les caen desde el kirchnerismo más puro. La inflación es un problema; y lo saben. La cifra que publicará el Indec en los próximos días no será buena, ya que se acercará al 6%, pero las expectativas están puestas en lograr desacelerarla para llegar, por lo menos, a un 4% en mayo y mantener ese nivel, o algo menor, hasta fin de año. De todas formas, el rebote que sigue mostrando la actividad económica hoy le sirve al Gobierno para mostrarse con cierto optimismo, más allá de las limitaciones que impone la restricción externa. Y justamente son esos condicionantes los que le pondrán un techo al crecimiento este año, coinciden en el mercado.
A la falta de dólares que hoy sufre la economía argentina, se le suma el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), cuyas metas de acumulación de reservas son ambiciosas. Para este año, el Gobierno debe juntar U$D 5.800 millones, y ya en el segundo trimestre su cumplimiento se avizora difícil. “El programa con el FMI es recesivo e inflacionario”, dijo días atrás a este medio el economista Andrés Borenstein, de Econviews. Y la realidad es que para acumular ese nivel de divisas en el actual contexto los caminos son dos: o se devalúa más fuerte el peso o se refuerza el cepo a los importadores. Ambas decisiones se traducirían en una menor actividad económica y en más inflación. “Es el dilema de hierro. Se incumple el acuerdo con el Fondo o tenés un frenazo de la economía”, coincidió Lorenzo Sigaut Gravina, de la consultora Equilibra.
Los datos de actividad del primer trimestre aún no son públicos, pero mostrarán un alza en términos interanuales de entre 5 y 7%, según los privados. El último dato oficial es el de febrero y mostró una suba del 9,1% versus el mismo mes del año pasado, lo que dejó un acumulado en el bimestre de 7% por encima del 2021. Marzo también mostró una buena performance, según las consultoras, y lo mismo habría pasado en abril. Ya el dato de recaudación del mes pasado fue muy alentador, con un aumento del 64% interanual (4% en términos reales). Según fuentes oficiales, el crecimiento del cuarto mes del año oscilaría entre 7% y 8%, por lo que el primer cuatrimestre cerraría con cifras muy positivas.
De todos modos, “en el primer cuatrimestre se observó que no hubo acumulación de reservas, las importaciones crecieron mucho. Eso es muy bueno desde el lado de la actividad, pero malo desde la escasez de divisas”, dijo Sigaut Gravina, al tiempo que agregó: “Todos queremos crecer, pero se necesita generar dólares porque cuando vos crecés, tenés que importar más. Y por el lado financiero, más allá de los desembolsos del FMI, no hay entradas de capitales. Si se sostiene el nivel de actividad, se incumplirá la meta de reservas”.
El economista fue tajante. No hay vueltas. Si bien este año la buena racha de los precios internacionales compensó el menor volumen por la sequía que sufrió el agro, las exportaciones se ubicarían sólo U$D 3.000 millones por encima de las del año pasado. Y para tener los mismos volúmenes de importaciones que en 2021, hoy se requieren U$D 5.000 millones adicionales porque subieron los precios. Las cuentas no cierran. Si el objetivo es tener mayor nivel de actividad que en 2021, se necesita importar más en volumen, por lo que la exigencia de divisas es aún más alta.
“Yo veo que esto va a un choque. La única forma de cumplir con la meta de reservas del Fondo es un frenazo del nivel de actividad. Y con una devaluación, porque ni siquiera te alcanza con un límite a las importaciones por parte del BCRA”, disparó el economista de Equilibra.
Para Ramiro Castiñeira, de Econométrica, las subas interanuales de la actividad son elevados porque “todavía se observan los resabios de la pos pandemia”. “Todavía vemos el rebote tras el violento frenazo del 2020. La producción de bienes está claramente por encima del 2019, pero los servicios todavía no recuperaron del todo, menos todavía con un salario que cayó 20% en términos reales desde 2018″, enfatizó el economista.
Sus números muestran que el primer trimestre registró un crecimiento interanual de entre 5% y 6%, pero las proyecciones hacia adelante plantean un escenario más recesivo debido a la “falta de dólares, de energía y de poder adquisitivo producto de la inflación”. “Vamos a ver un primer semestre con números muy lindos y un segundo semestre con valores más cercanos a 0, para cerrar el año en 1% a 2% por encima del 2021, pero solamente por efecto del arrastre estadístico”, explicó Castiñeira.
Federico Moll, de Ecolatina, remarcó que el actual es “un crecimiento no sostenible por la falta de dólares”. Explicó que hoy existe un exceso de demanda de bienes, lo que se traduce en más inflación, y “no es necesariamente buena señal que ciertos rubros estén explotando. Hoy ves restaurantes llenos, pero nadie pone un restaurant. Y el crecimiento se da por aumento de la oferta”.
Sobre cuánto crecerá la economía este año, dijo que si avanza 5% o 3%, es “anecdótico porque no hay más crecimiento que eso. Y eso pasa porque hay cepo”, dijo. Las estimaciones de la consultora indican que el producto será 3% más alto que en 2021, pero por arrastre.