Es la suma que transfirió en el mes al Tesoro en concepto de “utilidades”, que en realidad sólo existen en un asiento contable. En todo el año sumaría unos 1,6 billones de pesos
La máquina de emitir volvió a funcionar a toda velocidad. Luego de algunos meses más tranquilos, en especial en el primer cuatrimestre del año, volvió a acelerarse la creación de dinero por parte del Central con un solo objetivo: financiar el creciente déficit fiscal.
El 22 de julio (último dato oficial disponible) la entidad que preside Miguel Pesce le transfirió al Tesoro $ 50.000 millones. De esta forma, ya suma en el mes un total de $ 180.000 millones, la cifra más alta desde diciembre del año pasado.
El monto enviado a través del mecanismo de “transferencia de utilidades” es más impactante cuando se tiene en cuenta que el mes anterior esas mismas transferencias de pesos habían sido la mitad, es decir $ 90.000 millones. Contando lo de julio, en lo que va de 2021 ya son casi $ 500.000 millones.
La expansión monetaria de este mes revela que el rojo fiscal está aumentando a pasos acelerados, algo que está en línea con lo esperado por el mercado y los consultores económicos. De hecho, el déficit de 0,5% del PBI del primer semestre saltaría a más de 4% en la segunda parte del año.
El rojo de las cuentas públicas de estos próximos meses está relacionado con la necesidad de aumentar el gasto para afrontar las elecciones legislativas. Habrá una fuerte suma destinada a obra pública y sobre todo al gasto social, como el bono a jubilados de agosto ($ 5000 por persona), nuevos beneficios para quienes reciben la AUH, además de refuerzos de becas y la tarjeta Alimentar.
Aunque el Gobierno intenta hacer frente a parte de este déficit con colocación de deuda, en realidad el espacio que tiene para hacerlo en el mercado doméstico es relativamente chico.
Según los cálculos del economista Fernando Marul, el déficit primario llegaría en esta segunda parte del año a 1,2 billones de pesos. De ese total, unos $ 300.000 millones provendrán de la emisión de bonos, pero el resto será exclusivamente emisión monetaria, es decir creación de dinero. El total del segundo semestre oscilaría entonces entre $ 900.000 millones y un billón de pesos.
Desde ya que semejante expansión de la cantidad de dinero tendrá tarde o temprano un impacto sobre la inflación y el tipo de cambio. Probablemente el Banco Central salga a absorber parte de esa expansión con mas Leliq o pases, pero seguirá aumentando los pasivos de la entidad, que ya están en valores récord.
Por eso, todas las miradas apuntan a lo que podría suceder luego de las elecciones legislativas de mediados de noviembre. Por un lado, el Banco Central se verá obligado a acelerar la suba del tipo oficial, que ahora está virtualmente planchado y con un incremento mensual de apenas 1,2%. Y del otro lado existe una posibilidad importante que la gran emisión de pesos de estos meses terminará impulsando el tipo de cambio como ha sucedido en otras oportunidades. Salvo, claro, que aumente sensiblemente la demanda de pesos ante una mejora del clima financiero. Sin embargo, es prematuro afirmar que éste será el escenario post electoral ante el elevado nivel de incertidumbre existente.
El año pasado la emisión monetaria llegó a un récord histórico, ante la necesidad del Gobierno de hacer frente a los millonarios gastos de la pandemia. En total fueron 2 billones de pesos que se emitieron a través de adelantos transitorios y transferencia de utilidades contables. Este año la cifra será menor, pero igualmente significativa: 1,6 billones de pesos.
La apuesta oficial es que la reactivación económica aumente justamente la demanda de pesos y por lo tanto esta mayor oferta no signifique un excedente de dinero. En ese caso, el impacto inflacionario y sobre el tipo de cambio sería mucho menor.