En pocos días se conocerá el índice oficial de precios al consumidor de febrero y todo indica que será alto. ¿Por qué el Gobierno no logra controlar esa variable? ¿Podrá hacerlo en los próximos meses?
Comenzó marzo y, con él, empezaron las especulaciones sobre cuál será el dato de inflación de febrero que publicará el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) en unos días. Todo indica que lejos esta de la expectativa que tenía el ministro de Economía, Sergio Massa de lograr afianzar el camino descendente que parecía haber iniciado en diciembre. Las consultoras privadas arriesgan índices que comienzan con 6 y la duda que surge para este tercer mes del año es si el Gobierno logrará controlar la inercia inflacionaria o no.
Tal como explica a Ámbito el economista experto en inversiones Christian Buteler, “tuvimos una aceleración de la inflación en diciembre; otra, en enero, y ahora tendremos un dato negativo en febrero también”. Señala que esto se debe a que el mercado ya reacciona muy rápido a los estímulos que generan inflación por la tan mentada «inercia inflacionaria».
Los problemas para controlar la inflación, según analistas
¿Cuáles son esos estímulos? Según la economista María Castiglioni, directora de CyT Asesores Económicos, uno de los problemas que tiene el Gobierno para frenar la inflación es que “viene implementando recetas ya usadas que no sirvieron en el pasado, como los controles de precios y algunos programas específicos, que han demostrado tener poco impacto, al igual que los congelamientos de tarifas”.
Observa, además, que, “hoy, hay un problema adicional que es que hay una menor demanda de pesos, lo que afecta la dinámica monetaria local en un contexto en el que el Gobierno no se financia con emisión directa, pero lo hace con indirecta a través de los programas de dólares diferenciados”. La economista alerta que eso altera las expectativas de devaluación, que no son un factor menor en la dinámica inflacionaria, al igual que la credibilidad.
En una línea similar, Buteler opina que un gran problema que tiene el Gobierno para controlar la inflación, a pesar de que toma medidas en ese sentido, es que no las aplica de manera completa. “Algunas, van en una línea correcta, como moderar el déficit, que viene bajando, como poner tasas reales positivas, pero el problema es que la emisión no se controla”, plantea.
Advierte que los programas que implementa, como el dólar soja, que se aplicó en diciembre por última vez, producen una muy fuerte emisión. “Fue en un momento en el que suele haber mucha demanda de dinero, pero, cuando esa demanda comienza a bajar, los pesos quedan en la plaza y eso hace que se acelere la emisión y reaccione el tipo de cambio alternativo” dice.
Las dificultades de los acuerdos de precios
Así, para Santiago Manoukian, economista de Ecolatina, el problema es que “hay una serie de factores que vienen presionando sobre una inercia inflacionaria y la hacen muy difícil de desarmar”. Uno de ellos es el impacto de la sequía en la producción de granos, que se traslada a los precios de algunos alimentos, igual que sucede con el ajuste del precio de la ascienda vacuna, que influye en cuánto el consumidor por la carne.
Asimismo, considera que el crawling-peg cambiario (las microdevaluaciones diarias del dólar oficial que lleva el Banco Central) agrega más combustible a la inflación porque es una expectativa de devaluación, controlada, es cierto, pero real y esperable.
“Estamos viendo el efecto de esas variables ya en algunos datos de febrero”, dice Manoukian. De hecho, el IPC Ecolatina para el Gran Buenos Aires trepó 6,6% mensual en el segundo mes del año (+105,5% i.a.), acumulando en el año un alza del 13,4%.
Lo que viene: ¿logrará el Gobierno controlar la inflación?
En lo que respecta a las expectativas sobre si el Gobierno podrá controlar la inflación o no, en Ecolatina “creen que la tendencia actual se va a mantener hacia adelante”. Explica Manoukian que esto se debe, en parte a la dificultad que enfrenta la gestión para la implementación de los programas de precios.
“Por un lado, el grado de atomización de los productores hace muy difícil que el Gobierno pueda controlar la dinámica de precios de la carne y es esperable que el sector a quiera seguir aumentando la rentabilidad”, comenta.
Y, por otro lado, sostiene que, en término de Precios Justos, si bien se ha logrado un set de acuerdos muy alto, espera que comiencen a resquebrajarse en los próximos meses porque la ‘zanahoria’ que Massa ofrece a cambio a los participantes es un mejor acceso a dólares para importación en el mercado oficial de cambios y, a medida que se le vaya complicando cumplir con la meta de reservas, prevé que tendrá mayores dificultades para cumplir con ese acuerdo.
Para Castiglioni, por su parte, el problema es que no vienen aplicando recetas correctas y considera que “la inflación se debe combatir con herramientas válidas, como la reducción la emisión monetaria y el déficit fiscal”. Son elementos que el Gobierno plantea como parte de su estrategia y son válidos, pero indica que “no los cumple porque fuerza emisión monetaria con la puesta en marcha de algunas políticas, como los programas dólar soja”.
En la misma línea, Manoukian considera que, «apelando a medidas parciales y graduales, como vienen haciendo», va a ser difícil controlar la inflación en poco tiempo. Y critica que “no hay un plan robusto de estabilización que sea sólido y creíble para los agentes económicos y con respaldo político”. Asimismo, espera que los próximos pasos del Gobierno en pos de reducir el déficit fiscal, como el de ajustar las tarifas y tipo de cambio, podrían acelerar la inflación en el corto plazo, lo que hará más difícil el objetivo.
Así, si bien, tal como señala Buteler algunas de las medidas actuales van en una línea correcta, según evalúan los analistas: como moderar el déficit, que viene bajando, como poner tasas reales positivas, que es lo que ha hecho el Banco Central (BCRA); hay otros problemas que atentan contra el objetivo, como la escasez de dólares, la dificultad para controlar precios y, para él, el principal obstáculo es la emisión.
“El Tesoro necesita nuevos recursos, pero esos no tienen que venir del BCRA”, dice. Así, plantea que una política viable para estimular la liquidación del campo a futuro sería reducir las retenciones, ya que eso no impactaría en inflación. “Es verdad que influiría en la recaudación, pero preservaría las reservas, que son un elemento importante”, concluye.