La Ley de «Zonas Frías» del diputado Máximo Kirchner -que obtuvo media sanción en la Cámara de Diputados de la Nación- es una verdadera afrenta a la equidad y la producción en nuestra provincia de Santa Fe. Reduce el costo del gas en la zona más rica y productiva de la provincia (el sur) y lo financia con la suba del gas y la electricidad a consumidores y empresas de las zonas más empobrecidas del centro-norte de la provincia.
Daré un ejemplo brutal para que se entienda. Las piletas de un country en las afueras de Rosario serán calefaccionadas pagando un 25% del costo real que le cuesta a todos los argentinos extraer y distribuir el gas. Y eso será financiando con una suba del precio del gas de red de los usuarios de Reconquista, con aumentos de impuestos de los ciudadanos de Santo Tomé y con una suba del costo de la electricidad de las cooperativas productivas de Avellaneda.
Hasta aquí he graficado con ejemplos concretos el sinsentido, el derroche y la inequidad de un proyecto demagógico como se han visto pocos. Hecho en un año electoral para intentar «pescar votos» en las zonas que históricamente le dieron la espalda al kirchnerismo. Si se mira el mapa de las zonas beneficiadas por esta ley no es más que la franja amarilla de la famosa «camiseta de Boca» en la que históricamente ha triunfado la oposición al gobierno, más parte de la región cuyana.
La lógica política es muy simple. En una reunión a puertas cerradas entre Máximo y su madre Cristina Kirchner se preguntan: «¿qué hacemos con las provincias en las que siempre perdemos -porque representan la antítesis de nuestro modelo de asistencialismo sin empleo- que son las más productivas, las que soportan con retenciones y cupos a las exportaciones y con enormes impuestos el descalabro de subsidios que hicimos en el conurbano bonaerense, principal bastión electoral de nuestra resistencia electoral?»
Dos minutos después viene la respuesta de manual: «pues regalemos algo que no es nuestro, en la medida que los que lo van a pagar no se enteren». El viejo truco. ¿Quién lo paga? Lo paga la cooperativa de Avellaneda, los usuarios de Reconquista y los contribuyentes de Santo Tomé a los que nadie les advertirá lo sucedido.
El proyecto de ley puede resumirse así: cuadruplica (de 1 a 4 millones) los hogares que recibirán un subsidio al gas de red, que en general son hogares de ingresos medios y altos por oposición a los hogares más pobres de los pueblos alejados y los barrios más vulnerables que en su enorme mayoría usan garrafas, por la falta de acceso a la red. Los hogares beneficiados por esta ley ahora tendrán un descuento de entre 30% y 50% en sus facturas de gas sobre una tarifa de gas que ya tiene un subsidio de más del 50%. Es decir que estos 4 millones de hogares (ricos y pobres, sin distinción) pagarán apenas el 25% del costo real del gas natural de red.
No hace falta decir que esto aumentará el gasto en subsidios, reducirá las tarifas que reciben los productores (que se traducirá en menor inversión y producción) y hará aumentar la demanda (sobre todo la de los más ricos), obligando a multiplicar la importación de gas en el invierno con barcos regasificadores, célebres por los escándalos de corrupción que rodearon toda su operatoria.
Este subsidio indiscriminado se financia con un aumento del cargo que alimenta el «Fondo Patagónico» que recargará las facturas de gas residencial, GNC y mayorista (empresas y usinas eléctricas) con un recargo del 5,4%. Y aumentará el costo de la energía eléctrica para las industrias y comercios de nuestra provincia que pagan la electricidad mayorista al costo de generación, sin subsidios. El resto será financiado con subsidios de CAMMESA (que son impuestos o emisión monetaria) por la parte del aumento del costo de generación eléctrica que no se trasladará a la tarifa residencial. El costo fiscal en subsidios por este diferencial se estima en unos $ 3.000 millones anuales.
Es decir que para mejorar su performance electoral en algunas regiones, Máximo Kirchner «regala» lo que no es suyo y ni siquiera tenemos (porque tendremos que importar gas carísimo en el invierno) y lo hace con la plata de los contribuyentes y aumentando los costos empresarios que se traducirán en mayores precios en las góndolas. Si nadie lo sabe o no se da cuenta cuando va al supermercado, es un negocio político redondo.
Como oposición tenemos el deber de advertirle a la ciudadanía del engaño y la inequidad. Es muy difícil resistir las presiones y la tentación demagógica cuando el adversario juega con estas cartas todo el tiempo. Pero la discusión racional de cara a la ciudadanía es la antítesis del «populismo» y la «demagogia» que -en mi visión- es la expresión cabal del modelo kirchnerista.
La Santa Fe productiva y la Santa Fe relegada del centro-norte y de los conurbanos más marginados reciben así un nuevo cachetazo del gobierno kirchnerista.
El proyecto reduce el costo del gas en la zona más rica y productiva de la provincia (el sur) y lo financia con la suba del gas y la electricidad a consumidores y empresas de las zonas más empobrecidas del centro-norte de la provincia.
El sinsentido, el derroche y la inequidad de un proyecto demagógico como se han visto pocos, hecho en un año electoral para intentar «pescar votos» en las zonas que históricamente le dieron la espalda al kirchnerismo.