El nuevo Gobierno se hará cargo de eliminar el «cepo» y establecer un tipo de cambio que incentive las exportaciones y el regreso al sistema de USD 230.000 millones en manos de privados
La economía argentina dará un drástico giro con la llegada del nuevo Gobierno, después de los 12 años y medio que abarcaron las tres presidencias de Néstor y Cristina Kirchner. Marcará esta transición hacia otro ciclo político y económico la imperiosa necesidad de dólares en las arcas del Banco Central, que obligará al nuevo Presidente a promover el ingreso de divisas como prioridad desde el comienzo de su mandato el próximo 10 de diciembre.
En las reservas internacionales del BCRA prácticamente desaparecieron los dólares líquidos. De los USD 25.833 millones informados este viernes, unos USD 12.000 millones corresponden a préstamos de corto plazo, como el «swap» de monedas con China y convenidos con el Banco de Francia. De los USD 14.000 millones restantes, más de 8.000 millones corresponden a depósitos en moneda extranjera en el sistema financiero, encajes que se contabilizan como reservas, mientras que el oro significa otros USD 2.400 millones.
Entonces menos de USD 4.000 millones quedan líquidos en las arcas de la entidad para abastecer la demanda de importadores, bancos y ahorristas, y cumplir con los pagos de deuda pública. Es un monto ínfimo para las necesidades de una economía como la Argentina, con un PBI estimado en unos USD 580.000 millones.
El nuevo Gobierno tendrá que salir a la caza inmediata de dólares, posible a través del endeudamiento externo, el levantamiento del «cepo cambiario», el incremento de las exportaciones y el retorno al sistema financiero de divisas que están en manos de argentinos y que se exteriorizaron en lo que se conoce vulgarmente como «fuga de capitales».
Durante el segundo mandato de Cristina Kirchner se conjugaron la salida de dólares del sistema, la pérdida de activos del BCRA, el atraso cambiario, el «cepo», la caída de exportaciones y el default selectivo de deuda que explicaron la escasez de dólares que puso punto final al esquema económico que surgió tras el colapso de la convertibilidad.
Reingreso de dólares que están «en el colchón»
Si la nueva administración consigue generar un shock de confianza y establece un nivel del tipo de cambio creíble, tendrá en sus manos una carta ganadora para la imprescindible inyección de dólares que permitirán a la economía Argentina volver a crecer.
Jorge Todesca, de la consultora Finsoport, afirmó que «la pérdida de confianza en la moneda nacional condujo a un proceso de salida de capitales que llevó al Gobierno a imponer un sistema de control de cambios. La situación externa se agravó con la pérdida de competitividad de las exportaciones y el surgimiento del conflicto por el pago de la deuda externa en situación de default».
Según la balanza de pagos del INDEC al cierre del primer semestre de 2015, la formación de activos externos del sector privado no financiero ascendía a USD 228.357 millones, más otros USD 4.152 millones del sector financiero, que totalizan casi USD 233.000 millones en tenencia de argentinos que están fuera del sistema local.
La llamada «fuga de capitales» equivale a un monto comparable al del total de la deuda pública. La salida de divisas en el país se duplicó en los 12 años de los Kirchner en el poder: en diciembre de 2003 alcanzaba los 122.000 millones de dólares.
Los argentinos atesoran fuera del sistema financiero –en el exterior, cajas de seguridad o «en el colchón»- un monto equivalente al 40% del PBI y diez veces las reservas del Banco Central. Con que una porción de estos dólares retorne paulatinamente a la economía, el nuevo Gobierno tendrá solucionado el problema económico más urgente, que en cuatro años de restricciones cambiarias no hizo más que profundizarse.
Salir del «cepo»
Existe consenso en liberar el mercado de cambios lo antes posible, pero esta apertura deberá ser gradual dadas las limitaciones financieras del BCRA para atacar todos los frentes con las escasas divisas que cuenta. Terminar con las restricciones también implicará un aumento del tipo de cambio en una magnitud aun difícil de mensurar. Sin «cepo» y con un dólar «de equilibrio» se franquean dos obstáculos que atentaron contra el ingreso de divisas por inversión extranjera directa, reducida a la mínima expresión desde 2011. Este flujo es imprescindible para compensar la otra cara de esta moneda: la salida de capitales por el giro de utilidades al exterior.
«El modelo económico de Cristina Kirchner fue uno exclusivamente basado en la estimulación permanente del consumo. De allí la sensación de cierta comodidad en el promedio de la población, que no percibe los fuertes desequilibrios de la macroeconomía, que más temprano que tarde deberán corregirse», evaluó el ex presidente del Banco Central Martín Redrado.
El economista enfatizó que el Gobierno hizo uso de todos los recursos financieros que tuvo a mano. «Consumió la caja de dólares, al pasar de un superávit de la Cuenta Corriente del Balance de Pagos de 2% del PBI a un déficit estimado de 1,5%, que debiera ser mucho mayor si no operara el racionamiento de divisas».
Redrado puntualizó que «el deterioro se hace mucho más marcado y evidente cuando miramos las reservas del BCRA, que pasaron del 14% del PBI a menos del 4%, aún con cepo mediante, y las exportaciones, que bajaron del 17 al 9 por ciento. Vamos a llegar a diciembre de 2015 no solo con un nivel de reservas seriamente debilitado sino también con un atraso cambiarioimportante», generado por una década de alta inflación.
Incremento de exportaciones
Una tasa de cambio más elevada contribuirá a un aumento del volumen de ventas externas y desalentará las importaciones. Se fortalecerá así el superávit comercial casi extinguido en 2015.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que la salida cambiaria no es la única alternativa, pues las exportaciones podrían revitalizarse con un recorte de las retenciones que se les aplican a los productos del agro, que generan un 35% de las divisas comerciales. Los mayores ingresos por la menor tributación alentarían las ventas sin necesidad de una devaluación profunda, con un costo fiscal que podría neutralizarse por los mayores volúmenes comercializados.
Un estudio de Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) explica que «reducir la carga de las retenciones puede presentarse como un primer paso para mejorar la rentabilidad de los productores exportadores. Si bien una reducción en este gravamen tendrá como consecuencia inmediata una caída en los ingresos del Estado, el impacto sería más bien moderado con respecto al que podría haberse previsto en años anteriores».
En esa línea IARAF subrayó que «los datos de recaudación difundidos por el Ministerio de Economía revelan que la importancia de la recaudación por retenciones se encuentra en su mínimo histórico –aun considerando el año de su creación 2002–, tanto en términos de su contribución a la recaudación tributaria como al financiamiento de partidas claves del gasto público. Se presenta, entonces, una oportunidad inédita para revisar la regulación impositivasobre las ventas al exterior».
Aporte del financiamiento externo
El necesario regreso de la Argentina a los mercados de capitales tiene varias aristas. El descenso del riesgo país que mide JP Morgan por debajo de los 500 puntos básicos abre la puerta a emisiones en dólares a una tasa en torno al 7% anual. Contribuye a este objetivo elreducido peso que hoy tiene la deuda en dólares respecto del PBI tras los canjes de 2005 y 2010, aunque previamente será inevitable llegar a un acuerdo con los holdouts, de modo que los fallos adversos en los tribunales de Nueva York no bloqueen futuras emisiones soberanas. Por lo tanto, en el corto plazo, un acuerdo crediticio con organismos internacionales asoma como una alternativa posible.
Fuente: http://www.infobae.com/2015/11/22/1771260-la-necesidad-dolares-impone-la-agenda-inicial-2016