Para los funcionarios, lo ocurrido la semana pasada fue «una pulseada light» que se desdibujará cuando el mercado tome nota del poder de fuego del Banco Central. Pero entre los operadores no existe la misma visión y creen que hay una inconsistencia que se resolverá con una toma de medidas
Del lado del Gobierno definen el escenario como «una pulseada light», a pesar de las crecientes intervenciones del Banco Central para apaciguar el tipo de cambio. Del lado de los inversores, por el contrario, hay preocupación.
En las mesas de dinero, la previa al fin de semana se llenó de incertidumbre sobre la dinámica que tomará el mercado en el inicio de esta semana.
Hay algo cierto: contra lo pronosticado por las consultoras de la City, el dólar se convirtió en el tema dominante de la agenda económica y financiera. No estaba en las previsiones, luego de la calma que se suponía debía traer la colocación de bonos por u$s9.000 millones en los primeros días del año.
De hecho, hasta no hace mucho la preocupación mayor que exhibían los economistas era la del atraso cambiario.
Sin embargo, las primeras semanas de 2018 también marchan por el camino contrario al que planeaba el Gobierno, que imaginaba a la cotización del dólar totalmente controlada y fuera de los grandes titulares.
Durante la última semana, el Banco Central se vio obligado a vender más de u$s300 millones para contener la escapada del dólar. La visión que prevalece en el mercado es que no se trató de un hecho puntual para enderezar la cotización. Nada de eso.
Tanto en Wall Street como en la City porteña perciben una nueva dinámica que, por ahora, no tiene una fecha de vencimiento. Y existen distintas especulaciones sobre el resultado final de este proceso: si será con una nueva devaluación o bien con una suba de la tasa de interés, que reoriente a los inversores que -hasta ahora- salieron de sus posiciones en pesos (mayormente Lebacs) para dolarizarse.
En el Gobierno admiten que hay un grupo de operadores que están presionando sobre el tipo de cambio, pero que ese proceso llegará a su fin esta misma semana «cuando se convenzan de que no vamos a devaluar ni a subir la tasa», apuntó un funcionario del equipo económico a iProfesional.
«Es una pulseada light. Esta dinámica se va a cortar sola. El Banco Central va a tener que mostrar sus músculos», completó la misma fuente, dando cuenta lo que todo el mundo sabe: que las reservas de la autoridad monetaria son cuantiosas: u$s62.400 millones.
Desde el Central ya avisaron a los fondos de inversión que llamaron para preguntar sobre el estado de situación, que continuarán con las intervenciones hasta que los operadores se convenzan de que no habrá cambios en la estrategia y, en consecuencia, afloje la demanda.
La semana pasada, el BCRA fue incrementando sus intervenciones. Comenzó con una tibia venta de u$s20 millones el lunes, y cerró el viernes poniendo u$s212,5 millones. En total sacrificó u$s385 millones. Y el dólar, que amenazaba con acercarse a los $21, terminó a $20,55.
Un mercado desconfiado
El consenso en los bancos locales y también en Wall Street refiere a la incredulidad que generó en los financistas la estrategia lanzada el 28 de diciembre último.
En ese momento, el Gobierno anunció una flexibilización en la meta de inflación, lo que derivó en una rebaja de las tasas de interés y en una suba del tipo de cambio.
El problema con el que se encontraron las autoridades es que esa receta fue lanzada justo cuando cambió el mapa financiero global. Ocurrieron dos hechos en simultáneo:
● La suba de la tasa de interés a 10 años en los Estados Unidos, que compite directamente con las inversiones financieras en el mundo emergente, y que hizo más escasa la llegada de capitales especulativos a la Argentina. Es más, con la rebaja de la tasa acá y la suba en EE.UU, hay fondos de inversión que directamente desarman su estrategia, salen de las Lebacs en pesos, y se refugian en activos dolarizados afuera.
- El otro hecho, con impacto menor pero para nada desdeñable, se relaciona con la sequía y la falta de liquidaciones por parte de los productores sojeros. Los dueños del producto estrella en el rubro exportador mantienen el stock en las silobolsas, a la expectativa de que el Gobierno acelere la rebaja de las retenciones.
Por ahora, el cronograma indica, cada mes, un descenso de medio punto en los derechos a las exportaciones, de aquí hasta el año 2020. Los exportadores piden que la rebaja prevista para 2018 se dé ahora, de una sola vez. Algo que en el Ejecutivo descartan llevar a cabo.
Por lo pronto, se trata de un modelo que incentiva la acumulación de soja y que asegura a los productores un mayor rendimiento en dólares, en la medida en que se deja que el tiempo transcurra. Y es un camino que los grandes exportadores están dispuestos a transitar.
Mientras tanto, en la City porteña y en Wall Street gana la idea de que las tasas se quedaron baratas en la Argentina en relación a la estrategia que tiene el Gobierno para el tipo de cambio.
Es decir, si el sesgo anunciado el último Día de los Inocentes fue que había que salir del atraso cambiario y, a partir de ahí, no perder la competitividad ganada (que el dólar siga a la inflación), la lectura de los financistas fue que la apuesta más segura ya no era el «carry trade» sino el billete verde.
Uno de los operadores más fuertes en bonos argentinos lo resumía así, en diálogo con iProfesional: «El Gobierno dio un mensaje de una apuesta para un solo lado: quiero bajar las tasas; quiero proteger la ganancia de competitividad de diciembre-enero. Como timbero, no queda otra alternativa que comprar dólares. Especialmente si la inflación sigue dura para bajar».
Versiones sobre medidas en carpeta
En medio de versiones sobre la suerte de funcionarios clave de esta administración, empezaron a correr en el mercado las especulaciones sobre la puesta en marcha de medidas.
Por más que desde el Gobierno se niegue esa posibilidad, una de las alternativas que en la tarde del viernes dieron vueltas por despachos de consultoras y bancos daba cuenta de la posibilidad de que el BCRA tome alguna medida regulatoria.
Por ejemplo, una suba de los encajes bancarios, una manera de quitarle liquidez al sistema financiero. En los hechos funciona como un alza de las tasas de interés.
El otro ángulo observado de cerca por los financistas era el mercado secundario de las Lebacs, donde operan los inversores pero también el propio Banco Central. Es usual que Federico Sturzenegger mande a los operadores del BCRA para subir o bajar la tasa de esas Letras, de acuerdo a sus conveniencias.
Ahora, el mercado monitorea una eventual aparición de la mesa del Banco Central en ese mercado. Si fuera así -para comprar las Lebacs que vendan los inversores para pasarse a dólares- sería interpretado como un hecho negativo, que alimentaría la corrida.
Por lo pronto, una de las derivaciones de la volatilidad e incertidumbre en el mercado, fue que Luis «Toto» Caputo convocó a una nueva licitación de Letes en dólares. Pero con una modificación. En vez de fijar el monto y la tasa de interés para la emisión anticipadamente, ahora analizará la oferta más conveniente que formularán los inversores a través de sus propuestas.
«Tiene sentido pasar por el mecanismo de descubrimiento de precio» del mercado, en lugar de fijarlo desde el Ministerio, como respuesta al aumento en la volatilidad de tasas en Estados Unidos, explicaron desde Finanzas.
La decisión se tomó luego de la visita que Caputo hizo la semana pasada a inversores de Wall Street, tal como lo consignó iProfesional.
Algunos funcionarios se ilusionaban en las últimas horas sobre los resultados positivos de esas reuniones protagonizadas por el ministro de Finanzas: el mercado de bonos registró el viernes una suba de los papeles argentinos de largo plazo, algo que atribuyeron a la capacidad de persuasión de Caputo respecto de que era injustificada la suba de riesgo país argentino y el castigo a los títulos de deuda soberana.
Creen que ese dato puede ser el preludio de un mercado cambiario más calmo en la escena doméstica. Pero, por las dudas de que no fuera así, la cañonera del Banco Central está lista.