Una fábrica de celulares de New San ahora se dedica a crear criptomonedas. Y hay otra en Río Grande
De la mano de siempre polémicas exenciones fiscales, Tierra del Fuego es desde la década de 1980 el destino favorito para llevar adelante apuestas relacionadas con la tecnología. Primero fueron las fábricas de televisores y otros electrodomésticos que fueron furor en aquellos años y se fundieron una década después. El ciclo volvió durante la gestión kirchnerista, pero otra vez está pegando la vuelta.
Ahora, Ushuaia y Río Grande, sus dos principales ciudades, son la cuna de lo que podría transformarse en una vuelta de tuerca de aquella revolución tecnológica que quedó a mitad de camino. En ambos destinos se instalaron miles de máquinas para llevar adelante un negocio que ya es furor en otros lugares del mundo como Canadá y China: la minería de Bitcoin.
Se trata de la primera fábrica de envergadura destinada a «minar» criptomonedas en la Argentina. Se trata de cuatro socios argentinos, todos jóvenes y de experiencia en el mundo digital, que se juntaron con un sueño como guía: posicionar a la Patagonia como un destino ideal en la región para la generación de monedas virtuales.
Los cuatro fundadores de Bit Patagonia realizaron una inversión cercana a los 10 millones de dólares para tener a las computadoras y servidores funcionando en Tierra del Fuego. Se trata de Miguel Klurfan, Rodrígo Benzaquen, Walter Salama y Diego Pando. Éste último es también uno de los fundadores de Digital House, un espacio destinado a la capacitación en tecnología, y también de Bumeran, el primer sitio en Internet dedicado a la búsqueda de empleo.
La fábrica de Ushuaia fue alquilada a New San, que hasta el año pasado la utilizaba para fabricar celulares. Ese mismo espacio ahora alberga miles de computadoras que están funcionando las 24 horas para generar Bitcoins.
«Tierra del Fuego ofrece dos grandes beneficios para esta actividad: el diferimiento impositivo es obvio, pero también el frío», explican los fundadores. El enorme consumo de energía eléctrica es un gran desafío para la minería de Bitcoin, porque requiere de un amplio abastecimiento, pero además mantener los equipos refrigerados todo el tiempo. Por eso hay que elegir lugares fríos, con el objetivo de no dañar los equipos. Por supuesto que el sur argentino es ideal desde ese punto de vista.
Minar Bitcoins significa básicamente generar monedas virtuales, a través de complejas fórmulas algorítmicas vía inteligencia artificial. Las computadoras están conectadas a una red troncal denominada blockchain, a través de la cual confluyen todas las máquinas del mundo destinadas a generar criptomonedas. «Nuestro foco está puesto en el Bitcoin, pero también apuntamos a otras monedas como Ethereum o Bitcoin Cash», explicó Pando a Infobae.
No son los primeros argentinos que se dedicaron a minar Bitcoin, pero sí quienes decidieron hacerlo en el país. Ya desde el año pasado otro grupo de socios liderado por Emiliano Grodzki (fundador de Chocoarroz) empezaron con el negocio, pero a través de máquinas instaladas en Canadá, consiguiendo una enorme expansión a través de varias «granjas» de minado. BitFarm se asoció a los pocos meses por una compañía israelí, Blockchain Holding.
Pando explicó que entre las dos fábricas en Tierra del Fuego, tienen la capacidad de generación de unos 800 Bitcoin por año. Al precio actual de USD 6.500, el valor de la «producción anual» llegaría a unos 5,2 millones de dólares.
«No es el mejor momento para el Bitcoin, pero esto es como el petróleo. No podés suspender la operación, pero claramente vamos a acelerar cuando el precio empiece a subir», señala quien es uno de los fundadores de BitPatagonia. La criptomoneda más famosa tenía un valor de USD 1.000 hace poco más de un año y saltó casi hasta los USD 20.000 a fines de 2017. Pero luego retrocedió bruscamente y ahora navega en la zona de USD 6.500.
Pero el principal desafío para hacer crecer el negocio no pasa sólo por la evolución del precio de la criptomoneda, sino también por la posibilidad de acceder a energía eléctrica para mantener a todas las máquinas funcionando y refrigeradas.
«Ahora estamos consumiendo unos 5 megavatios. En Ushuaia es difícil seguir expandiéndonos, porque es mucho más complejo por los tamaños de los caños que aumente la generación eléctrica. En cambio, Río Grande tiene una capacidad mucho mayor, así que la apuesta es en el futuro a expandirnos en esta ciudad», agrega Pando.