A $208 para la venta, el “blue” pierde en 2022 por 25 puntos frente a la inflación. Pero en mayo es sesgo es claramente alcista, con una suba de 3,7% para el billete.
El dólar libre fue una mala inversión en lo que va de 2022. Frente a una inflación acumulada del 25%, la divisa negociada en el segmento informal se paga hoy al mismo valor que en el cierre del año pasado: 208 pesos. Sin embargo, en mayo gana un 3,7% y empieza a replicar de cerca el recorrido de la inflación, movimiento que puede interpretarse como una tendencia que va a mantener hasta fin de año.
Pronosticar el precio del billete verde es siempre complejo e impreciso, porque obedece a múltiples causas, aunque los precios presentes lucen como una oportunidad si se tienen en cuenta los firmes factores alcistas latentes en la economía argentina.
El primero es la inflación. El “blue” viene de perder contra la inflación del año pasado, que alcanzó un 50,9%, a la que respondió con un alza de 25,3% (de $166 a $208). La divisa informal testeó este año un piso próximo a los $200 y, por lo tanto, el upside o potencial de alza es muy amplio habida cuenta la velocidad de los precios de bienes y servicios.
“Respecto del dólar, podemos decir que está ‘atado con alambre’. Si bien se observa una cierta volatilidad intradiaria, no vemos que vaya a haber una corrida. Por otro lado, hay que seguir de cerca al crawling peg del tipo de cambio oficial. La realidad es que mientras no haya una gran noticia -que, efectivamente, no creemos que vaya a haber– en el escenario local, estaremos navegando en estas aguas volátiles por un tiempo más”, explicó Santiago Abdala, director de Portfolio Personal Inversiones.
Gustavo Ber, titular del Estudio Ber, refirió que “aún ante el desafiante clima externo e interno, los dólares financieros continúan logrando transitar una etapa de lateralización, toda vez que dichas referencias vienen intercalando apenas modestas oscilaciones, más allá de que el ‘piso’ de los $200 habría quedado atrás y desde ahora la nominalidad de la economía podría actuar como el motor para administrar el ritmo de deslizamiento a fin de no perder terreno”.
Un segundo factor alcista es el regreso de la emisión monetaria para financiar el déficit. Esta mecánica a través de la cual el Tesoro recurre a giros del BCRA para cubrir el rojo presupuestario recobró el protagonismo en abril, después de que la emisión de deuda en pesos fuera insuficiente para alcanzar financiamiento neto positivo.
El dólar libre sube 3,7% en lo que va de mayo y empieza a replicar de cerca a la dinámica de la inflación
En lo que va de 2022, la emisión monetaria se aproxima a los $400.000 millones. La renovación de vencimientos de bonos públicos en pesos será fundamental para tener esta variable bajo control. Este jueves 19 habrá una prueba de fuego para el Palacio de Hacienda: licitará Letras y Bonos en pesos por un monto mínimo de $685.000 millones, más bonos dollar linked por el equivalente de 150 millones de dólares.
La emisión monetaria del Central tiene incidencia directa en la aceleración de la inflación y, por lo tanto, con la evolución de los dólares alternativos, que no dejan de ser un precio más de la economía.
Lucas Yatche, Head of Strategy and Investments de Liebre Capital, indicó que “la principal razón del incremento del IPC corresponde a la monetización del déficit fiscal que sigue incrementando la base monetaria amplia. No solo la mayor oferta de dinero presiona, sino también la menor demanda de pesos. La velocidad en circulación aumenta progresivamente en línea con la caída de la demanda dinero. Claramente, los pesos duran poco tiempo en los bolsillos de la gente. La demanda de dinero depende de las expectativas inflacionarias y por lo tanto de las expectativas de emisión futura. El Gobierno no da señales de un plan económico que reduzca el déficit, y la tasa de interés negativa en términos reales complica aún más la situación”.
“La inflación no cede y sigue muy afectada por factores estacionales, la emisión reciente y la mayor velocidad de dinero. Si bien la general retrocedió (esperable), la núcleo tocó máximos lo que anticipa que todavía queda mucha inflación por delante y la incertidumbre se incrementa”, agregó Yatche.
Un tercer factor alcista es la falta de reservas líquidas en el Banco Central. Las reservas netas del Banco Central son casi nulas -hoy básicamente integradas por oro- y el Estado nacional no tiene acceso a los mercados internacionales de crédito.
En este sentido, un informe de GERES (Grupo de Estudios de la Realidad Económica y Social) precisó que según el último balance del Banco Central, actualizado al 7 de mayo, las reservas netas (sin contar depósitos privados ni el “swap” con China) se ubicaron en USD 6.518 millones. Y las reservas líquidas fueron negativas en USD 2.855 millones, si se descontaban los USD 3.735 millones correspondientes a la tenencia de oro y los 5.639 millones de DEG (Derechos Especiales de Giro del FMI) activos. Entonces, las reservas totales llegaron a USD 41.816 millones.
Para el economista Gustavo Ber, “a pesar de que el BCRA recupera la compra de divisas -tras algunas ruedas con saldos negativos- no se despejan las inquietudes de los operadores respecto a las chances de alcanzar el objetivo de acumulación de reservas más allá de la favorable estacionalidad del segundo trimestre”.