Para financiarse, el Gobierno recurre a la emisión monetaria y a la colocación de deuda mientras se acentúan los desequilibrios.
La progresión del déficit fiscal condiciona el final del gobierno de Cristina Kirchner. Con los ingresos corriendo por detrás de los gastos, el Ministerio de Economía debe echar mano de la colocación de deuda porque ya no basta con la suba de la emisión monetaria para financiar al Tesoro. En el mediano plazo, las consecuencias de esta estrategia se sentirán sobre la inflación, el dólar blue y el financiamiento al sector privado.
En el primer cuatrimestre de 2015, el déficit primario ajustado –sin tener en cuenta los recursos extraordinarios aportados por la ANSES y el Banco Central– totalizó $65.706 millones, casi triplicando el rojo registrado en igual período de 2014. De igual modo, el desequilibrio financiero tras el pago de deuda llegó a $97.177 millones, 130% más que en los primeros cuatro meses del año anterior.
Los vasos comunicantes entre la economía real y las cuentas públicas son muchos. Por el lado de los ingresos, la desaceleración de la inflación le resta fondos al fisco, ya que el IVA y Ganancias, dos impuestos directamente relacionados con el valor nominal de bienes y sueldos, representan el grueso de la recaudación. El equipo económico del banco Ciudad destaca que “la pobre evolución que muestran los ingresos se explica por el muy flojo desempeño de los recursos tributarios, castigados por un marcado retroceso de los impuestos vinculados al comercio exterior”. El atraso cambiario impacta sobre la liquidación de la cosecha, que a esta altura del año está 18% por debajo de los registros del primer semestre de 2014.
Desde el Ciudad apuntan que en el primer semestre, la emisión monetaria destinada a financiar al fisco creció un 60% en términos interanuales, alcanzando los $26.000 millones. Pero con el gasto potenciado por la inminencia de las elecciones esto ya no alcanza. Para remediarlo, el ministro Axel Kicillof profundizó la senda del endeudamiento en el mercado local. Las colocaciones de BONAC, los títulos emitidos por el Tesoro que ajustan por la tasa de las Letras del Banco Central (Lebac), alcanzaron los $36.399 millones en lo que va del año. Además, en el primer semestre también se colocó una edición del BONAR por US$1.415 millones.
Desde la consultora ACM estiman que el déficit primario ajustado será este año de $320.000 millones (5,9% del PBI) y el resultado fiscal sumará un desequilibrio de $380.000 millones (6,8% del PBI). Para cubrir las cuentas, además, prevén una asistencia financiera récord del Banco Central (equivalente al 5,8% del PBI).
“Lo preocupante del déficit no es sólo que es insostenible, sino también cómo se financia”, dice Maximiliano Castillo Carrillo, de ACM. Para el economista, la táctica que está usando el Gobierno provoca un efecto de crowding out sobre el mercado. “El financiamiento bancario que podría destinarse al sector privado va al sector público”, explica. Esta táctica también le pone un piso alto al costo de la financiación. La semana pasada, el Tesoro pagó tasas del 30%, por lo que es prácticamente imposible que el sector privado consiga intereses menores.
A mayor brecha entre gastos e ingresos, más alto es el riesgo de que se expanda el gap entre el dólar oficial y el blue. “Si el déficit se cubriera con emisión de deuda en el mercado externo, esto ayudaría a reducir el financiamiento por parte del Central y a apuntalar las reservas monetarias. Si se dejan caer las reservas para sostener el nivel de actividad, esto puede generar incertidumbre y potenciar la dolarización, lo que tiene un costo en términos de actividad y de brecha”, señala Castillo.
“Cuanto mayor sea el déficit, habrá más emisión y más títulos serán necesarios para esterilizar la plaza. Esto implica que el balance del Central será cada vez más débil, lo que impacta en las expectativas de devaluación”.
A la hora de pensar en volver al mercado externo, Castillo Carrillo sostiene que el costo que la Argentina tendrá que pagar en términos de tasa no está atado únicamente al nivel del déficit. “La relevancia del déficit a la hora de financiarse depende de cuál es el contexto. Si se regulariza la situación judicial en los Estados Unidos, se normaliza el INDEC, se le da consistencia a la política fiscal y se va hacia una situación donde sistemáticamente el déficit es más chico, pierde relevancia el deficit per se, porque en la Argentina, a diferencia de Grecia, la relación entre la deuda y el PBI es baja, apenas representa el 42%. Entonces, el problema no es el déficit en sí, sino el combo”.
En cuanto a la inflación, a mayor emisión sin esterilizar, más inflación. Pero este efecto no es inmediato. “Entre la mayor emisión y su impacto sobre la inflación suele haber cierto rezago, de tres o cuatro trimestres. En este escenario, el Central se mueve en aguas un poco riesgosas, pero no es todavía una situación crítica”.
Desde Ecolatina, Juan Pablo Paladino señala que el Gobierno ya no tiene margen para buscar subir los ingresos con más presión tributaria. “Aunque el nivel de recaudación es récord, sólo cubre el 90% de los gastos corrientes. Esto implica que todos los años el Tesoro va a tener que buscar financiamiento para cubrir el 10% de gastos corrientes y además para afrontar todos los gastos de capital y todos los servicios de deuda”.
“Si el déficit se financia con emisión, se están expandiendo los medios de pago por encima de lo que la economía demanda y esto puede ir a precios”, apunta Paladino. Y estima que este año, el Gobierno va a colocar al menos $100.000 millones de deuda.
Para Ramiro Castiñeira, de Econométrica, “La Argentina termina esta década con un déficit mayor al de cualquier año de la convertibilidad. La presión de los pesos sobre los precios y el tipo de cambio se va a sentir más en 2016. Ahora la conducción económica tiene un sólo objetivo: las elecciones. Y está claro que el Gobierno no va a devaluar”.
Fuente: http://www.ieco.clarin.com/economia/deficit-fiscal-impacta-dolar-inflacion_0_1392460980.html