Una combinación de factores locales e internacionales llevó el tipo de cambio al piso de la banda. La recesión, la pausa de la Fed para subir las tasas, la mejora de la imagen de Cambiemos, entre los motivos.
El arranque del panorama cambiario en 2019 es muy diferente al que había finalizado en 2018. Luce distendido y a tal punto que el precio del dólar perforó el piso de zona de no intervención del Banco Central. El lunes, la banda inferior arrancará en $37,45. El viernes había cerrado en $37,08 (se toma el nivel mayorista). Por otro lado, los bonos mostraron una recuperación que permitió una compresión del riesgo país de casi 130 puntos básicos (de 829 a 703) desde sus máximos de fin de diciembre.
Los economistas ven razones para que el precio del dólar siga en torno al piso de la zona de no intervención. Al menos por los próximos meses. A continuación, algunos de los motivos que hay detrás del actual escenario.
Mejoran las expectativas para Cambiemos
En diciembre, dos relevamientos de la Universidad Di Tella mostraron datos a favor de Cambiemos. Uno registró un aumento en la evaluación positiva del Gobierno. De un mínimo de 21,8% en octubre del año pasado subió un punto en noviembre. Y en diciembre escaló nueve puntos. El otro resultado de la UTDT se ve en los ítems del índice de Confianza al Consumidor. ¿”Usted cree que dentro de 12 meses la situación de la economía va a estar…?”, es la pregunta. El 45% piensa que va a estar mejor. En noviembre, esa proporción había sido 38% y en octubre 36%. Según resultados de un relevamiento de Elypsis -confeccionado en la última semana de diciembre-, aumentó la imagen positiva del presidente Mauricio Macri a nivel nacional. Al 30 de diciembre, la figura de Macri se ubicó en 32%, aumentando 2 puntos con respecto a la semana anterior.
Las tasas en EE.UU. en modo pausa
En la semana se difundieron las actas de la última reunión de la Reserva Federal -el Banco Central de EE.UU.-. En aquel encuentro de diciembre, la entidad había decidido subir las tasas de interés. Las minutas relevaron que muchos directores del banco dejaron en claro que hay razones para pensar que la desaceleración de la economía estadounidense reducirá las tensiones inflacionarias, a saber, por el menor crecimiento de los mercados emergentes, la volatilidad financiera, la guerra comercial con China y menores estímulos fiscales-monetarios.
Pero las subas de tasas que estaban programadas este año podrían posponerse. El propio titular del Fed, Jeremy Powell, dijo la semana pasada en un almuerzo en The Economic Club, en Washington, que no tendrá apuro. Si EE.UU. no aumenta las tasas al mismo ritmo que en 2018 –el año pasado lo hizo cuatro veces y ya son ocho desde fines de 2015-, los capitales tendrán menos incentivos para colocarse en activos del Tesoro y eso beneficiará a economías emergentes y, eventualmente, a la Argentina. Trump se manifestó en contra del rumbo de la política monetaria de la Reserva y de seguir subiendo las tasas. Encarece el costo del financiamiento del déficit y de sus planes de expandir la demanda.
Sobrarán dólares
Según un cálculo de la consultora Quantum Finanzas, a fin de año el Tesoro llegará con un excedente de caja de US$ 1.100 millones. Pero antes de ese sobrante de dólares, el Gobierno se habrá asegurado las divisas necesarias para pagar los servicios y amortizaciones de la deuda. Conseguirá fuentes por US$ 37.841 millones de los cuales, US$ 22.741 millones los proveerá el Fondo Monetario a través de desembolsos en el marco del acuerdo stand by -de los cuales, la mitad, arribarán a fin de marzo-. “Muestra un desafío manejable”, es el veredicto de Quantum sobre el cumplimiento de las obligaciones financieras 2019-20.
El efecto Bolsonaro
“La apreciación del real ayudó a que la tasa de cambio con la Argentina mejore”, dice Juan Carlos Barboza, economista del Banco Itaú en las oficinas de Buenos Aires. “Sin embargo, en materia de comercio empuja más a la Argentina el crecimiento de Brasil que lo que suceda con la relación peso-real”. Argentina exporta cerca del 20% de sus bienes y servicios a Brasil, pero tres cuartas partes de esa proporción son vehículos. Eso quiere decir que el comercio industrial bilateral es menos sensible a las variaciones del valor de las monedas que de la demanda brasileña. El PBI de Brasil este año crecería 2,5% según estimaciones del Banco Itaú.
Barboza ve una expectativa favorable sobre la economía brasileña, “concretamente una demanda mayor de sus activos”. Y esto es lo que provoca que el real se aprecie. El tipo de cambio real bilateral que mide el BCRA mejoró para Argentina en lo que va de enero respecto a diciembre, en gran parte, por la apreciación del real. El viernes el dólar cerró en 3,71 reales. En materia de bonos, la demanda de títulos brasileños también subió. El rendimiento de un papel del Tesoro de Brasil a 10 años cayó de 12% en septiembre a 9,2% el viernes. El índice Bovespa rompió la barrera de los 90.000 puntos.
La recesión y la suba de tarifas
En el Banco Central admiten que las tasas altas desalientan la actividad por más que la caída del PBI venía de antes de la puesta en marcha del actual plan. Reconocen que tanto importadores como particulares han levantado el pie del acelerador a la hora de demandar divisas. La reversión de la recesión sobre el consumo -cerca del 70% del PBI- no parece estar a la vuelta de la esquina. Con paritarias lanzadas y aumentos de servicios en torno al 40%-45%, Federico Furiase de Eco Go, estima que para que la inflación “se arrime a la zona del 30% anual en diciembre de este año”, el precio del dólar “no debería moverse más que un 20%-25%”. Eso daría $ 47,5. El salario volvería de todos modos a perder contra la inflación. “La necesidad de conseguir una evolución controlada del tipo de cambio requiere del cumplimiento del programa monetario que a su vez limita el margen para acelerar la baja de tasa y dinamizar el crédito”. El consumo privado este año caería 2% según EcoGo.
Esta semana el Banco Central publicó datos sobre la evolución de préstamos. El informe monetario de diciembre confirma la tendencia: “Todas las líneas de crédito registraron caídas, incluso las destinadas a financiar el consumo de las familias, que venían realizando un aporte positivo o neutro al crecimiento del total de préstamos en pesos -dice el trabajo del BCRA-, las financiaciones con tarjetas de crédito acumularon en el año una caída de 12,7% en términos reales. Esto ocurre en un contexto de caída de las ventas en centros de compras, que -de acuerdo al último dato disponible- en octubre presentaron una caída real interanual de 18,7%. Por su parte, los préstamos personales completaron una disminución anual de 18% en términos reales”.