Sin importar quien gane las elecciones, laboratorios, empresas de consumo masivo, automotrices y de servicios planifican un ajuste de alrededor de 12% al 15%
Septiembre comenzó a correr y en las empresas significa la apertura de la temporada de presupuestos.
Las fuerzas de ventas se reúnen con los equipos de compras que, a su vez, se juntan con los financieros para delinear lo que se espera para 2016.
Pero si en los últimos años los empresarios se enfrentaron con varias dificultades para poder planificar, como consecuencia entre otras cosas, de la falta de estadísticas confiables y de la escasa insider information que el kirchnerismo les filtraba; ahora se tienen que enfrentar a que es un año electoral y que todavía no se sabe quién manejará el rumbo del país a partir del próximo 10 de diciembre.
«No podemos esperar a que pasen las alecciones. Mucho menos si hay ballottage. Con lo que tenemos y lo que creemos saber de los equipos económicos de los principales candidatos armamos los presupuestos con, como máximo, dos escenarios», explicó días atrás un alto ejecutivo de una multinacional a El Cronista. «Nosotros estamos pensando en que, sin importar el color político que gane, el año arranca con una devaluación. Los costos están muy ajustados y la industria necesita ganar competitividad», agregó.
Una recorrido por empresas de las industria con mayor peso en la conformación del PBI muestra que ninguno de sus ejecutivos duda de que 2016 llegará con devaluación y que el piso de la misma será de 20%.
«Nosotros tenemos estimado que durante el primer trimestre se devaluará 15%. Cinco por ciento en enero, 5% en febrero y en marzo. Y en el año alrededor de diez puntos», explicaron desde una automotriz con fábrica en el país.
En la misma línea se mostró otra marca, quien estimó sus cálculos para el año que viene «con un piso de 22% y un techo de 25%».
Por el lado del consumo masivo, desde una compañía con un fuerte portafolio de bebidas y con marcas de gran peso calcularon una devaluación del peso frente al dólar de «no menos de 22% durante todo el año».
La misma ecuación se observa en los presupuestos de los laboratorios y en las empresas energéticas.
Desde una empresa de medicamentos confiaron que el presupuesto se está armando «en base a septiembre y después ajustaremos según quien gane». De todas formas, señalaron que el principal problema que enfrentan es el control de precios. «Si siguen con esta política de 3% trimestral vamos a tener que ajustar la estructura en función a la venta. De todas formas, esperamos una devaluación fuerte y, después, estabilidad».
En el caso de las compañías que brindan servicios público como por ejemplo el gas y la electricidad el reacomodamiento del tipo de cambio lo entienden como algo «que se va a dar» pero entienden que «si no nos sueltan las tarifas, nos da básicamente lo mismo».
«La expectativa es que el año que viene nos dejen aumentar un poco porque llegamos a fin de año con la lengua afuera y casi sin aliento. Si seguimos así, va a ser muy difícil brindar el servicio», aseguraron en un estricto off the récord desde una compañía de servicios públicos.
Lo llamativo de todos los sectores es que entienden que, gane quien gane, el ajuste del tipo de cambio llega. La diferencia parece que sólo es de color y de formas shock o aterrizaje controlado, pero todas las cuentas para los negocios del primer año del próximo gobierno ya se están haciendo a un tipo de cambio de $ 12 por dólar.