Pasaron de u$s 560 millones en enero de 2014 a u$s 302 millones este año. La caída en exportaciones fue mayor, bajando casi 60%. Los volúmenes también se redujeron
El impacto de la caída del precio internacional de crudo se evidenció con fuerza en las cuentas energéticas nacionales en el arranque de 2015. En comercio exterior, tanto las importaciones como las exportaciones en este rubro, se desplomaron en enero (último mes relevado), medidas en términos interanuales. Según los datos de Aduana (que computa las operaciones del mercado sumado a las de Cammesa), las importaciones de naftas y gasoil en enero totalizaron u$s 302 millones contra u$s 560 millones del mismo mes del año pasado. Las erogaciones marcan un retroceso de más del 46%.
El descenso ?a priori? sería una buena noticia para el Gobierno, que gracias a un factor externo (como es el valor del petróleo en el mundo) está consiguiendo el ahorro de algunos millones de dólares en las compras externas de energía para cubrir la demanda doméstica. La caída del barril afecta a todos los productos que compra del exterior la Argentina como el gas, que llega desde Bolivia y por barco bajo la forma de LNG (gas licuado) o los derivados, como las naftas, el fueloil y el gasoil. Los datos de Indec para enero muestran un brusco descenso interanual tanto de los precios implícitos de los combustibles y energía que exporta Argentina (-54%) como de los combustibles que importa (-39%). Como resultado se abarataron las importaciones que el Gobierno desde 2010 necesitó profundizar para cubrir una demanda interna que no puede abastecerse con la declinante producción nacional tanto de petróleo como de gas.
Sin embargo, los volúmenes importados también retrocedieron y según los especialistas, la baja responde a un menor nivel de actividad económica, sumado a un verano más moderado en temperaturas. Según cifras de la Secretaría de Energía actualizadas hace dos días, la cantidad total de productos importados registró un retroceso de 30% en el primer mes de año, contra igual período de 2014. «Es importante advertir que las importaciones de petróleo, gasoil, naftas, GNL y el gas de Bolivia no sólo están cayendo por precio sino también por volumen», señaló a El Cronista Daniel Montamat, ex secretario de Energía.
Otro dato desalentador para la administración de Cristina Kirchner es que la caída del petróleo afecta en forma directa en las exportaciones, que son una vía de ingreso de dólares al país en un contexto en el que las divisas escasean. En rigor, en enero, las ventas de energía al exterior registraron una merma más pronunciada, con un retroceso de casi 60%. Ese mes, las exportaciones alcanzaron los u$s 124 millones contra u$s 291 millones enero de 2014. Si bien, pocas petroleras exportan combustibles (la principal es Pan American Energy, dirigida por los hermanos Bulgheroni), un barril más barato que hoy cotiza cerca de u$s 60 el barril, afecta directamente al corazón de su negocio. Es así que muchas empresas hoy encuentran menores incentivos para producir bajo este escenario. La estatizada YPF, que fue la única que anotó un aumento en la producción de gas en 2014, sería la principal perjudicada bajo ese análisis. La empresa que conduce Miguel Galuccio está haciendo enormes esfuerzos para tentar a socios extranjeros a que inviertan en la exploración y explotación de hidrocarburos, sobre todo en Vaca Muerta, el yacimiento no convencional que mayormente opera YPF en Neuquén. La semana pasada, en una conferencia telefónica con periodistas, Galuccio aseguró que este precio de petróleo «no vino para quedarse». Tanto optimismo puede explicarse quizás porque YPF firmó el mes pasado un preacuerdo con la china Sinopec, que intenta cerrar de forma definitiva lo antes posible.