La evolución de la actividad económica rondaría el 5 por ciento en la primera mitad del año. El Indec difundirá esta semana los datos finales. La inflación, la desaceleración de Brasil y un consumo más ajustado son las variables a atender hasta fin de 2013.
El Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) dará a conocer el próximo viernes la evolución que registró el nivel de actividad económica durante el primer semestre del año, que rondará el 5 por ciento. El aumento en la producción de autos y de soja, y la recuperación del sector de la construcción respecto de 2012, un período de escasa actividad, empujan este crecimiento.
A futuro, las limitantes sobre esta expansión llegan de la mano de la inflación, que amenaza con licuar las mejoras salariales de fin de año, la caída de los precios de los commodities y el impacto de la situación económica brasileña en la industria local.
El año pasado, con la excepción de algunas islas de actividad, estuvo marcado por una brusca desaceleración económica. La fuga de divisas, seguida de la restricción del mercado de dólares para atesoramiento, la sequía que arruinó la cosechas 2011/2012 y el cambio de signo en la balanza enegética, provocó un escenario asimilable al de una recesión.
Esa cuesta comenzó a remontarse en el segundo trimestre de este año, cuando comenzó a ingresar la cosecha 2012/13, que entre otras cosas recuperó 10 millones de toneladas de soja. Mientras el gobierno procuraba captar esos agrodólares por vía de las retenciones y las compras del Banco Central, instrumentaba a nivel de mercado interno el congelamiento de precios que permitió moderar la dinámica de aumentos de los precios de los alimentos y otros bienes de consumo masivo, entre febrero y mayo.
Con ese corsé inflacionario, el gobierno cumplió su objetivo de acomodar una pauta de negociación de asignaciones salariales similar a la de 2012, con incrementos escalonados de un promedio anual de 24 por ciento. Hacia la mitad de año, la entrada en vigencia de los primeros tramos de estos convenios, sumado al pago del medio aguinaldo, traccionaron el consumo masivo, más allá de los fuertes aumentos que venían registrando las compras de bienes "refugio" contra la inflación, que los sectores medios y altos eligieron como alternativa al dólar. Tal el caso de los autos, que traccionaron también la industria, y los materiales de construcción asociados a la inversión en ladrillos. En este últim punto, también comenzaron a sentirse los efectos del plan Procrear.
Aunque desparejo según los sectores, la economía llegó a mitad de año con un nivel de actividad superior al exhibido durante el recesivo primer trimestre de 2012. Estos datos, apuntalados por los anuncios presidenciales de alivio en la carga de Ganancias a los trabajadores, la suba del salario y las jubilaciones mínimas, le permitió al gobierno entusiasmarse con un crecimiento superior a 3,5 por ciento en 2013. Para cumplir este objetivo, no obstante, la economía deberá atravesar una serie de elementos preocupantes para los próximos meses. A saber.
Inflación.
El descongelamiento de precios desde fines de mayo fue reemplazado por una lista de 500 productos con precios fijos en un grupo de cadenas de supermercados. Para la economía general, el efecto fue una liberación de precios, lo que se reflejó en las mediciones provinciales y privadas de junio. En julio, estimaciones del Centro Unión de Almaceneros y de la CGT ubicaron los aumentos promedios por encima del 2,3 por ciento. En agosto, la remarcación arrancó fuerte en busca de capturar las mejoras salariales. Esta carrera pone en riesgo la recuperación del consumo.
Consumo.
Las fuertes tasas de crecimiento experimentadas por los patentamientos de autos y de motos, así como de otros bienes durables que sirven de refugio contra la inflación, contrastan con los números más ajustados en el consumo de productos masivos. Un caso es el consumo de pollo, uno de los alimentos que experimentó mayor consumo en la última década y que en los primeros seis meses bajó casi 2 por ciento. Esta evolución le pone un techo a la industria. Los alimentos están entre las ramas de actividad fabril que registraron caídas o niveles neutros de producción.
Empleo e ingresos.
Con diferentes estrategias de precarización, el empleo entró en una zona de bajo crecimiento. En la región, los conflictos sucedidos en el segundo trimestre del año por crisis de empresas metalúrgicas anticipan meses ásperos en la situación de trabajo e ingresos de la base de la pirámide de asalariados. En la cúspide, el creciente peso de Ganancias en los salarios empuja otro frente de conflicto gremial.
Agroindustria.
El otro frente de conflicto fiscal es el campo, que a partir de un achicamiento de la brecha entre costos y precios impulsa, de cara a la próxima campaña, una presión para mejorar el tipo de cambo vía devaluación o recorte de las retenciones. De hecho, el gobierno ya alivió la carga del trigo, acosado por la escasez y la consecuente suba de precios de la harina. Y apura el ritmo de depreciación del peso a la cotización oficial.
Frente externo.
Los agrodólares son claves para que el gobierno supere la restricción externa, ensanchada por la fuga de dólares, la dolarización de activos, el aumento de las importaciones de combustible y el pago de la deuda. Los pronósticos más sombríos auguran un nivel de reservas de 35 mil millones de dólares para fin de año, aunque los analistas menos ácidos auguran unos 40 mil millones. Un 40 por ciento de la cosecha de soja, 20 millones de toneladas, todavía no se vendió. La mala noticia es que la soja cotiza debajo de 500 dólares.
Brasil.
La desaceleración de la actividad económica de Brasil y la depreciación del real frente al dólar no son buenas noticias para el comercio exterior local ni para la actividad industrial, que podría estar sujeta a un cambio de sentido en la relación con el Mercosur. Un dato preocupante fue la caída en 2 mil unidades de la venta de autos a Brasil, el mes pasado. La incertidumbre sobre ese país es la misma que ganó a la economía internacional como consecuencia de la desaceleración de los grandes países emergentes y los cambios de política adoptadas por las grandes potencias para reactivar sus economías.