La posición de divisas de la autoridad monetaria cerró en USD 51.112 millones. Es el registro más alto desde el 8 de agosto de 2011
Otra jornada con sobreoferta de divisas, sea por la dolarización de carteras que se van blanqueando -el régimen de la Ley 27.260 vence a fin de mes-, sea por la emisión de deuda pública y privada en moneda extranjera, determinó que la posición de reservas del Banco Central de la República Argentina cerrara con aumento de USD 561 millones, pese a que «la variación de las divisas frente al dólar, los títulos externos y otros instrumentos financieros que forman parte de los activos externos arrojaron un monto negativo de USD 43 millones.
La contrapartida de semejante salto de las reservas, al nivel más alto en 67 meses, cuando aún la economía no había sido afectada por el cepo cambiario, fue una nueva e inquietante apreciación del peso, esto de caída de la cotización del dólar en el mercado libre.
En el segmento mayorista, donde operan principalmente las empresas que intercambian bienes y servicios con el resto del mundo, y en menor medida las entidades financieras y empresas, el dólar se transó a $15,409 por unidad, bajó 1,5 centavos. Se trata del nivel más bajo en tres meses, y similar al que regía un año antes, pese a que en los pasados doce meses los costos de las empresas se incrementaron en torno a un 30 por ciento.
De ahí que si bien en la región también las monedas se han apreciado, no lo han hecho en esa magnitud.
Por eso, el intercambio comercial con el mayor socio en el Mercosur no sólo acumuló en febrero 27 meses consecutivos con déficit, porque las exportaciones a ese destino volvieron a ser inferiores al monto de compras de productos del país vecino, sino que, peor aún, se profundizó.
Sin embargo, en el Banco Central no se inquietan por ese fenómeno, porque consideran que «si el tipo de cambio estuviese atrasado, la demanda tendría que superar a la oferta, y subir de precio, en busca del nivel de equilibrio».
La explicación de la autoridad monetaria se sustenta en que a diferencia del pasado, el régimen de flotación libre es «limpio», esto es, no está contaminado con intervenciones regulatorias, ni siquiera a través de las tasas de interés, porque si bien en perspectiva pueden resultar positivas para los grandes inversores que compran Letras o Letes, no lo es para la mayor parte del sistema que coloca sus ahorros a plazo, a intereses inferiores al 19% anual.