Mientras los índices futuros para la apertura de las bolsas del mundo se muestran positivos, hay sombras en la Argentina. La euforia que vive el planeta no llegó a estas costas.
El viernes hubo otra señal preocupante. La tasa máxima a la que cortan las letras de Liquidez (LELIQ) es casi igual a la de la tasa promedio. El corte fue de 50,50% anual y la tasa promedio a la que colocaron $ 166.694 millones, de 49,52%. En otras palabras, los bancos le piden al Banco Central la tasa más elevada para renovar los vencimientos porque ellos deben aumentarle la tasa a los ahorristas y depositantes institucionales. Porque ahora no solo miran el precio del dólar, sino que no aceptan un rendimiento negativo frente a la inflación que se espera en febrero y en marzo.
Pero no solo deben calcular las probabilidades de suba de la divisa y la inflación, sino que están operando bajo la amenaza de las encuestas para las elecciones presidenciales que aumentaron las dudas sobre lo que pasará en las elecciones.
Por otra parte, el Gobierno seguirá aumentando la deuda interna. El lunes licitará las nuevas Letras Capitalizables (Lecap) a 71 días por las que pagará una tasa de 3,25% mensual. El menú viene con Lecap a 365 días que vencen en febrero del año próximo y devengarán una tasa mensual de 2,65%. No faltarán las LECER a 183 días que ajustan por la inflación más una sobretasa y tienen cada vez más adeptos entre los inversores.
El resultado de estas licitaciones será otro test para el gobierno que día a día debe dar distintas muestras de solvencia en un mercado volátil donde cualquier movimiento puede disparar al dólar, hacer subir el riesgo país o bajar la Bolsa. En la Argentina de hoy no hay movimientos suaves en las cotizaciones.
Lo positivo fue la recuperación de los bonos de la deuda en dólares que el viernes hicieron bajar el riesgo país 2,25% a 695 puntos.
Pero mientras los técnicos del Banco Central libran una batalla a brazo partido siguiendo las reglas de la economía, hay dos datos que no pueden manejar. Si bien el mundo ahora juega a favor, las encuestas para las elecciones presidenciales no siguen el mismo camino y eso puede adelantar la venta de dólares por parte del Tesoro.
Además, los empresarios y sus proveedores comenzaron a remarcar precios porque el panorama a futuro se les oscurece con este rebrote de las tasas y la desconfianza política.
Por eso el gobierno estaría negociando con el FMI para que les permita tener a mano dólares adicionales del Tesoro antes de junio, por si hay una demanda excesiva de divisas. El problema es que, aunque venda dólares el Tesoro, los pesos no salen de circulación, sino que vuelven al mercado en forma de pago de intereses de bonos emitidos en pesos o por gastos corrientes del gobierno.
No es una intervención como la que le tiene permitida al Banco Central cuando el dólar está por debajo de la banda de flotación o por encima de ella.
El problema que tiene la divisa es que se está atrasando respecto a la inflación. El terreno que recuperó, lo perdió entre jueves y viernes. El dólar mayorista que llegó a rozar los $ 40 el miércoles, el viernes cerró a $ 39,23 y en algún momento de la rueda perforó el piso de los $ 38.
Con estos antecedentes, empieza otra semana intensa, signadas por el destino de las empresas que dejaron de demandar crédito. Ahora el único tomador es el Banco Central. Los bancos compran Leliq con el dinero de los depositantes y hacen valer esa posición dominante pidiendo más tasas.
En un pase de manos y sin riesgo, llegan a ganar 10 puntos mensuales entregándoles el dinero de ahorristas que debería ir en forma de crédito a las empresas.
El nuevo ajuste parece un parche, pero como todo parche no resiste lo mismo que el material nuevo.