En la primera fase habría un sinceramiento cambiario y reducción de controles para operar con los dólares financieros. La duda es cómo seguirá la normalización del mercado una vez que avance el plan de estabilización
A medida que se acerca la fecha del traspaso de mando, crece la incertidumbre respecto al tema más urgente que deberá abordar Javier Milei: el futuro del régimen cambiario. En medio del hermetismo con el que trabaja el futuro equipo económico, lo único que parece seguro es que se avanzaría en dos etapas.
La primera instancia tendría lugar la semana que viene. La expectativa es que se produzca un primer paso en el sinceramiento del dólar oficial, que pasaría del nivel actual de $ 360 a un rango de entre $ 600 a $ 650, lo que implicaría una fuerte devaluación. Ése nivel es el que Guillermo Francos, futuro ministro del Interior, consideró como “razonable”.
Esto permitiría achicar la brecha cambiaria, mientras avanza el plan de estabilización y la reducción del rojo fiscal. El nuevo dólar oficial estaría levemente por encima del que hoy reciben los exportadores bajo el esquema “50%-50%” y al mismo tiempo quedaría un dólar más caro para los importadores, aunque las divisas seguirán siendo escasas en la primera etapa.
Esta primera etapa se completaría con la anulación de una serie de restricciones para el acceso al mercado cambiario, dispuestas oportunamente por la Comisión Nacional de Valores (CNV). El objetivo sería que los dólares financieros puedan flotar libremente, sin intervención del Central, que vende reservas y bonos dolarizados para controlar el Contado con Liquidación y el dólar MEP.
Las principales dudas surgen sobre lo que sería la segunda fase de eliminación del cepo cambiario. Surgen básicamente dos opciones para encarar: la libre flotación cambiaria o ir hacia una suerte de “neoconvertibilidad”, es decir un esquema de fijación de tipo de cambio parecido a lo que se implementó en la década de 1990. Sería una suerte de paso previo a una dolarización total de la economía.
Un informe de Bull Market, la sociedad de Bolsa que dirige Ramiro Marra y su familia, sugirió que esta última opción es la que estaría pensando en llevar adelante Luis “Toto” Caputo, futuro ministro de Economía. El momento para implementarla sería febrero o marzo de 2024.
La entidad cree que el Gobierno está en condiciones de conseguir unos USD 23.000 millones frescos para los primeros meses de gestión: USD 15.000 de fondos árabes (que recibirían nuevos títulos dolarizados como colateral), USD 3.000 millones del FMI y otros USD 5.000 millones que adelantaría el agro.
Con esos fondos podría avanzarse con el rescate de los pasivos monetarios del Banco Central, incluyendo además un canje por bonos que emitirá el Tesoro.
Luego de ese proceso, solo quedaría por ser rescatada la base monetaria. Pero se trataría del proceso más sencillo, ya que quedarían solo USD 7.000 millones.
Este esquema implicaría avanzar con lo que Milei prometió en campaña: una dolarización lisa y llana o bien una suerte de “neoconvertibilidad”, que mantendría un tipo de cambio fijo con el dólar en un nivel aproximado de $ 1.000 a 1.
Aunque no hay confirmación alguna sobre esta idea, es una realidad que tanto el presidente electo, Javier Milei, como Caputo, favorecen esta idea. El futuro ministro de Economía escribió en mayo lo siguiente a través de su consultora Anker: “Un plan de estabilización podría no funcionar para regenerar la demanda de dinero y bajar la inflación”.
Por el contrario, avanzar con una flotación cambiaria implicaría volver a un esquema similar al que llevó adelante Mauricio Macri junto con el titular del BCRA, Federico Sturzenegger, en 2015.
En este caso, no sería desde el primer día. En un primer momento se buscaría una reducción de la brecha y eliminar gradualmente las restricciones de acceso a los dólares financieros. Además, el nuevo Gobierno avanzaría con su “ley ómnibus” y el paquete de estabilización.
Durante esos primeros también se buscaría atacar el excedente de pesos para erradicar el peligro de una hiperinflación.