La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, aseguró ayer en Bruselas que el Mercosur y la Unión Europea (UE) están "más cerca que nunca" de cerrar el acuerdo de libre comercio que empezaron negociar en 2000.
"Estamos, creo que por primera vez, cerca de alcanzar un acuerdo", dijo la presidenta al término de la 7º cumbre bilateral en el marco de la Asociación Estratégica Brasil-UE en Bruselas.
Las dos partes confían en que la reunión técnica prevista para el día 21 de marzo dé señales para "tener un horizonte más concreto", agregó, tras reunirse con los presidentes de la UE y de la Comisión Europea, Herman Van Rompuy y José Manuel Durao Barroso, respectivamente.
Sobre todo, la presidenta brasileña espera que se fije la fecha para proceder a un intercambio de ofertas entre los dos bloques comerciales, después de que incumplieron el plazo fijado para finales del año pasado.
Los cuatro países fundadores del Mercosur, Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay —Venezuela no presentará oferta, porque todavía está adaptando sus normas al bloque— preparan una oferta conjunta.
Entonces se "verá el nivel de ambición" que ambas partes depositan en este acuerdo, dijo Barroso, para quien el acuerdo es "estratégico" y no solo comercial, porque supondrá la "realización de un espacio económico entre Europa y América del Sur".
Van Rompuy destacó la importancia de que este acuerdo sea "ambicioso, amplio y equilibrado".
Las negociaciones estuvieron interrumpidas desde 2004 hasta 2010 y desde entonces se han realizado nueve rondas con vistas a liberalizar el comercio entre los dos bloques.
Debilidades. Los críticos, sin embargo, consideran que el acuerdo tiene pocas posibilidades de salir adelante por la parálisis interna del Mercosur, y la reticencia de Argentina a formular una oferta atractiva.
Los países de la UE habían invertido en el espacio del Mercosur 285.000 millones de euros en 2012, más que las inversiones juntas de los socios comunitarios en China, India y Rusia.
Respaldo de EEUU
El gobierno de Estados Unidos apoyó negociaciones iniciadas por Argentina con el Club de París para saldar la deuda en default y con Repsol, para pagar por las acciones nacionalizadas de YPF.