Desde que el martes pasado, el Banco Central cortó en 38% el plazo más cercano de las Letras que emite (Lebac), el mercado aguarda con ansiedad la licitación de esta semana
Sucede que los bancos comenzarán a subir las tasas de plazo fijo porque ahora tienen a quien colocar el dinero que capten: el propio Banco Central que paga tasas elevadas. La operación no podía tener menos riesgo, toman dinero del público y se lo colocan al Estado. La ganancia es escasa pero segura.
Los plazos fijos, obviamente, se volverán más atractivos y saben que no durará mucho tiempo porque el riesgo es la recesión.
Ahora las tasas elevadas son a la inflación lo que antes era el atraso cambiario. Mutaron las armas para combatir la suba de precios.
Por eso, los inversores más sofisticados participan del mercado secundario de Letras y Notas del Banco Central (Lebac y Nobac) en el Mercado Abierto Electrónico (MAE), la mayor plaza de negocios de títulos públicos.
Las Letras recientemente emitidas atraen e impulsan la venta de dólares para pasarse a pesos. Las acciones también padecen este movimiento porque si bien el mercado siempre se anticipa a lo que sucede, antes de la asunción de Mauricio Macri se anticipó equivocadamente. Apostaban a un dólar más alto.
En la semana, las petroleras con bajas de más de 13% y los bancos con caídas superiores a 7% fueron los más castigados.
En unos influyó el precio del petróleo, pero en las entidades los inversores están tomando ganancias porque saben que con la negociación del precio a futuro, va a haber pérdidas que afectarán los balances. La caída de precio en pesos de los bonos en dólares y el retroceso de las acciones líderes, también son parte de la pérdida de valor porque estos papeles están en la cartera de las entidades.
La novedad que impactó favorablemente para el pase a moneda local fue que las reservas aumentaron por primera vez desde el 9 de noviembre. El aumento no fue despreciable, por el contrario, subieron USD 241 millones, a USD 24.383 millones, a pesar de que se pagaron USD 14 millones al exterior.
De hecho, la ausencia de clientes en las «cuevas» los obligó a bajar el dólar a 30 centavos a $14. Acá solo operan los que no quieren ser vistos por la AFIP.
Lo único que cambió fue que estos lugares bajaron los retratos de Néstor y Cristina, que exhibían por si llegaba alguna inspección inoportuna.
La liquidación de exportadores está comenzando a hacerse ver. Además, los importadores, que ahora compran los dólares en los bancos, son una boca menos que alimentar.
Esta pesificación de la economía tiene una razón: los argentinos siempre van detrás de los activos que dan más ganancia que el dólar. La moneda de Estados Unidos es el espejo en el que se miran. Saben que estos períodos donde la tasa le gana al dólar, no suceden con frecuencia y hay que aprovecharlos.
En una parte de la gestión de Néstor Kirchner y de Cristina Kirchner se vivió esta circunstancia. Claro que en aquel momento las tasas de interés eran inferiores a la inflación, pero el dólar libre estaba quieto. Eran las épocas de la soja cara.
La excepción serán los bonos en dólares con ley argentina porque, a pesar de que bajan siguiendo el ritmo del dólar único, mantienen una renta elevada en divisas. Esto significa que en las carteras convivirán plazos fijos, Lebac del Central, bonos del canje de la deuda que indexan por el costo de vida y títulos en dólares. La salida del default revalorizará a los bonos en dólares.
La Argentina tiene la capacidad de mutar en días. Los inversores actúan con el instinto de los sobrevivientes. Saben entrar y salir con rapidez. Condición necesaria en los mercados volátiles.