El riesgo país superó los 1.800 puntos básicos y regresó a sus máximos desde la reestructuración. Cuáles son los factores que pueden gatillar un fuerte rebote de las cotizaciones
Los bonos argentinos arrancaron el año de manera muy parecida respecto al cierre de 2021, es decir con el pie izquierdo. Vienen cayendo prácticamente sin respiro en los seis primeros días hábiles del año y acumulan pérdidas promedio del 8%. Así lo refleja además el riesgo país, que volvió a sus niveles máximos desde que se renegoció la deuda y nuevamente supera los 1.800 puntos básicos. A esta altura, casi nadie duda que la Argentina se encaminará no demasiado tarde a una nueva reestructuración.
Pero aunque los inversores siguen huyendo de la deuda argentina, algo podría estar cambiando. Una mezcla de factores podría dar vuelta la dura racha negativa que sufren los bonos. Los más optimistas, incluso, piensan que están dadas las condiciones para que a medida que avance el año se observe una recuperación mucho más firme.
En 2021 los bonos cayeron hasta 10%, aunque hubo matices. Los títulos surgidos de la reestructuración de la deuda más cortos, como el AL30, fueron los de peor desempeño. Además, resultaron más afectados los emitidos bajo ley local. Los títulos con ley extranjera y más largo plazo también terminaron el año abajo, pero las pérdidas fueron sustancialmente menores.
En general, la deuda argentina no consiguió reflejar la mejora de la economía ni el mayor ingreso de dólares que hubo sobre todo en el primer semestre. Los inversores siguen preocupados por la posibilidad de una reestructuración en el futuro cercano, que lleve a nuevas quitas de capital y alargamiento de plazos de pago. Todo esto debido a las dificultades para generar dólares y la falta de acceso a los mercados financieros que sufre la Argentina hace casi tres años.
Pero a pesar de estos condimentos negativos, empieza a imponerse una visión más optimista respecto a la evolución que puede tener la deuda local este año. Incluso está la perspectiva de recuperar los niveles que tuvo la deuda reestructurada ni bien comenzó a cotizar, es decir volver a valores de septiembre de 2020. De esta forma, los precios recuperarían niveles cercanos a los USD 50, cuando ahora se acercan a los USD 30. Visto de otro modo, los títulos argentinos podrían subir alrededor del 30% en dólares durante el 2022, convirtiéndose en una de las mejores opciones de inversión del año, exactamente lo contrario a lo sucedido en 2021. Hoy suena a un relato de ciencia ficción, pero el paso de los meses determinará si hay chances de que esto ocurra.
¿Cuáles son los motivos detrás del mayor optimismo por el comportamiento de los bonos argentinos para este año? Éstoas son los principales:
– Más allá de las idas y vueltas, el escenario más probable sigue siendo el acuerdo con el FMI: hay tiempo para cerrarlo prácticamente hasta fines de marzo, ya que el 22 de ese mes vencen USD 2.800 millones “impagables”. Sin embargo, se entiende que la decisión del Gobierno de pagar los últimos vencimientos y los que vendrán en este primer bimestre con el organismo muestra voluntad de pago más allá de las exigencias que pueda incluír el nuevo programa. El dato es que si finalmente se llega a un entendimiento, el Gobierno conseguiría patear para adelante vencimientos por más de USD 40.000 millones (incluyendo el último pago con el Club de París) y despejaría el horizonte de grandes pagos de deuda en moneda extranjera por lo menos hasta 2024. Esto daría cierta tranquilidad respecto a la capacidad de pago de la Argentina al menos por los próximos tres años, lo que representa una muy buena noticia para la deuda local. La caída de los títulos de los últimos días refleja exactamente lo contrario, es decir el temor de que el arreglo no se produzca, sobre todo por las dudas que dejó sobrevolando el ministro Martín Guzmán en su exposición de la semana pasada.
– Aumenta el pago de cupón de intereses a partir de este año: la deuda argentina fue emitida bajo el esquema “step up”. Esto significa que los intereses no son fijos sino que van aumentando con el paso del tiempo. Esto le otorgó al Gobierno un alivio inicial pero a partir de mediados de 2022 ya se produce un incremento significativo. Esto es especialmente atractivo en los bonos que vencen en 2038 y 2041, por lo que el inversor cobrará en su cuenta un interesante monto en dólares en concepto de intereses. Por este motivo el mercado ya está favoreciendo a los títulos más largos, que tienen un rendimiento mucho menor a los bonos más cortos, que pagan cupones todavía inferiores al 1% anual. Además, tratándose de deuda de un país riesgoso, los inversores que se animan a entrar buscan asegurarse cierto flujo de pagos en moneda dura. Ayer el Gobierno pagó casi USD 700 millones, el pago más grande a bonistas desde que se reestructuró la deuda. Las cotizaciones no se dieron por enteradas, posiblemente porque muy poco de lo que se pagó haya sido reinvertido en bonos locales.
– Los actuales precios de los bonos dan por hecho que ocurrirá una nueva reestructuración: este aspecto deja al desnudo el fracaso de lo que fue la renegociación que llevó adelante Martín Guzmán en 2020. Por debajo de los USD 35, los inversores ya dan por sentado que no sólo se volverán a patear para adelante los vencimientos, sino que además habrá una importante quita de capital. Es decir, descuentan un escenario directamente horrible que se daría a partir de 2025. Cualquier mejora, ya sea porque se recupera acceso a los mercados o porque se va a una renegociación más amigable debería impactar positivamente en los precios.
– La expectativa de un posible cambio de signo político también jugaría a favor: la derrota del kirchnerismo en las legislativas del año pasado no generó un impacto favorable en los bonos. La lectura para muchos es que si bien el resultado fue abultado, nada asegura que el Gobierno no vuelva a ganar en las presidenciales del 2023. Pero si a medida que se acerca el año próximo se percibe algo distinto, entonces también podría servir como impulso para las cotizaciones.