El consenso del mercado proyecta una clara aceleración en el ritmo de aumento de los precios. La relevancia de un acuerdo con el FMI para cerrar la brecha cambiario y evitar una brusca devaluación del peso
La economía cruza la línea de largada de 2021 después del golpazo que significaron la pandemia y las medidas de aislamiento social para la actividad, con un déficit fiscal récord que el Gobierno apunta a corregir de forma gradual, con una tasa de inflación en alza y con precios clave todavía congelados, una parte importante de la deuda pendiente de reestructuración con el FMI y con una situación social muy deteriorada.
En medio de ese cuadro extremo, los consultores privados destacan que el equipo económico necesitará, además mantener el delicado equilibrio que consiguió en los últimos dos meses en el mercado cambiario para evitar una fuerte devaluación, que se afirmen las posibilidades de rebote de la actividad productiva y comercial, vital para recuperar empleos caídos.
El Gobierno espera que las variables que proyectó en el Presupuesto 2021 sean la referencia para la política económica en el año que comienza, aunque para algunos analistas las estimaciones oficiales ya quedaron “viejas”: la inflación esperada apenas supera el 30% y la recuperación calculada es de 5,5%. El sector privado prevé una suba de precios superior al 40% y un rebote que incluso podría ser mayor.
Claro que las posibilidades de que la economía recupere terreno dependerá, además de todas las variables macro -que analiza un grupo de seis economistas convocados por Infobae- de que un nuevo rebrote de covid-19 no venga acompañado de un endurecimiento de las medidas de aislamiento social, que interrumpa la recuperación de la actividad y del empleo.
FMI: el acuerdo que busca Martín Guzmán
El Gobierno imagina al acuerdo con el Fondo como una vía para completar el proceso de reestructuración de la deuda que se inició en los primeros meses de 2020 con la negociación con los acreedores privados. En este caso, se trata de la refinanciación de la devolución de casi USD 45.000 millones girados por el Fondo Monetario durante 2018 y 2019.
Así como el cierre del canje con los bonistas implicó una baja considerable del riesgo país como parte de la reacción del mercado, ese efecto terminó por ser efímero, y volvió a ubicarse en niveles cercanos a los 1.400 puntos básicos, y mantuvo al país fuera del mercado voluntario de colocación de bonos del exterior.
Los economistas coinciden en que la resolución de las negociaciones no van a ser fáciles en estos primeros meses de 2021. Para Lorena Giorgio, economista de Econviews, dijo: “Estimamos que las negociaciones podrían estar finalizando recién en el segundo trimestre de 2021. Para Argentina es fundamental acordar con el Fondo; no sólo porque en septiembre y diciembre el Gobierno deberá afrontar los primeros vencimientos de principal por más de USD 1.800 millones cada uno, sino porque la economía requiere con urgencia de una hoja de ruta que aporte previsibilidad y reglas de juego claras a mediano plazo”.
La política interna del organismo puede llegar a influir también en el desarrollo de la negociación. Matías Carugati (Seido) piensa que la resolución “no va a ser tan rápida como el Gobierno pensaba. El cambio de gestión en Estados Unidos puede generar demoras y la próxima Secretaria del Tesoro tal vez quiera ‘revisar’ los lineamientos estratégicos, en general, y la política hacia Argentina, en particular. Además, hasta cambiaría el representante de Estados Unidos en el FMI”, consideró.
“Segundo, porque el propio Fondo puede esperar: los pagos recién arrancan en la segunda mitad del 2021. El organismo tal vez quiera tener una idea más acabada respecto a la política económica del gobierno y a la viabilidad política de plantear un sendero de ajuste y reformas estructurales”, continuó Carugati.
Qué pedirá a cambio el FMI a la hora de aceptar una refinanciación del repago del stand-by firmado en 2018 forma parte de las cuestiones decisivas para conocer cuánto alivio financiero implicará el nuevo acuerdo para el país.
Santiago Bulat (consultor en Invecq y economista jefe de IDEA)dijo a Infobae: “Muy probablemente el FMI pida un resultado fiscal menos abultado que el planteado en el Presupuesto. Si uno revisa los últimos acuerdos de Extended Fund Facilities, los pedidos hacen referencia a reformas previsionales, manteniendo alguna regla fiscal, una mayor coordinación entre el Tesoro y el BCRA, limitando los canales de financiamiento monetario. Tampoco habilitarán un atraso tarifario como se intenta hacer regularmente en períodos electorales en nuestro país”, explicó.
“La pregunta es si el país recibirá o no nuevos fondos en el próximo acuerdo, dado que para estabilizar la situación es una condición que parece necesaria”, planteó Bulat.
Ensaya una respuesta María Castiglioni Cotter (C&T): “Parece difícil que haya fondos frescos por parte del FMI. De esa manera el Gobierno va a tener que seguir recayendo en la emisión y en deuda doméstica, algo limitado por el tamaño del mercado financiero. Va a haber un trade off (disyuntiva) entre las necesidades de gasto en un año electoral y el financiamiento de ese déficit que va a generar problemas en emisión, por ende inflación y el en tipo de cambio”, apuntó.
Rebote post covid-19
El impacto del coronavirus en la actividad dejó un tendal de personas y familias sin ingresos y de empresas -principal pyme- en riesgo de cierre. Los primeros meses de cuarentena hicieron que la economía se desplomara a niveles récord, con ritmos de caída más graves que durante la crisis de 2001, con retrocesos superiores al 70% en sectores clave como la construcción.
Las posibilidades de rebote de la actividad dependerán de algunos factores, aunque la meta de 5,5% prevista en el Presupuesto ya aparece como muy conservadora, según algunos analistas.
Para Martín Kalos (Epyca), “la recuperación va a depender de dos cosas”, comentó a Infobae: “Primero que se logre una salida de la pandemia a partir de la vacunación pero con protocolos sanitarios en distintos rubros durante 2021. Por otro, de la coordinación de acciones con el sector privado. Si bien es algo que el Gobierno empezó, hace falta que eso acelere y muestre una iniciativa que todavía está a medias”, explicó.
Según Julia Segoviano (LCG), “buena parte de la reactivación esperada se explica por bajas bases de comparación”, apuntó. “El mercado interno todavía muestra poco dinamismo, y algunos sectores importantes, como la industria, siguen con comportamientos erráticos, mostrando que la actividad se recupera un poco más lento de lo esperado. Además, de cara a lo que viene, habrá que mirar algunos frentes de cerca, como es el caso de la inflación, que podría volver a minar el poder adquisitivo, y afectar a la recuperación del consumo privado”, dijo.
Bulat agregó que el rebote tiene una cancha marcada que puede limitar su alcance. “La recuperación estará signada por el frente monetario y cambiario, que, de no lograr estabilizarse a través de la recuperación de reservas y una reducción sostenida de la brecha cambiaria, podría derivar en un salto discreto del tipo de cambio y, consecuentemente, de la inflación. Los limitantes para que el ‘rebote’ se transforme en ‘crecimiento’ son elevados y los incentivos están muy desalineados”, analizó.
En términos de proyecciones de recuperación del PBI, Kalos (Epyca) considera que 5,5% de recuperación no parece difícil. “Solo con mantener el nivel de actividad de estos últimos meses, ese 5,5% se logra. Es decir, con solo estabilizar al nivel actual, la estadística va a arrojar ese 5,5%”, dijo. “Con los recientes cambios en la serie histórica del Indec, el 2020 va a cerrar con una caída menor a la que se preveía, en torno a 10%. Esto significa además, que el repunte de 2021 podría ser algo menor al 6% que proyectamos”, comentó Giorgio (Econviews). “Nosotros vemos un margen pequeño para la recuperación del PBI (6% de aumento promedio), lo cual implicaría que la economía todavía quedaría en niveles relativamente bajos”, anticipó Carugati (Seido).
Dólar: estabilidad o devaluación
Solo después del anuncio de varios paquetes de medidas destinadas a mandar un mensaje de austeridad al mercado, el ministro de Economía Martín Guzmán pudo frenar la dinámica imparable de escalada de precios que tuvieron los dólares paralelos (contado con liquidación y el Bolsa, por un lado, y el blue por otro) desde el endurecimiento del cepo a mediados de septiembre y el pico de tensiones cambiarias en los últimos días de octubre.
En ese delicado equilibrio en que el Banco Central logró recomenzar las compras de divisas para recuperar parte de las reservas perdidas, el Poder Ejecutivo transita un “puente” hasta abril, cuando deberían ingresar los dólares de la cosecha gruesa. Con esa canilla abierta de divisas, el Palacio de Hacienda podrá respirar con alivio si logra evitar un nuevo salto del dólar en los primeros meses del año.
Para Giorgio (Econviews), “en el plano cambiario, el problema actual no es el nivel del tipo de cambio, que está alto en términos históricos, sino las expectativas de devaluación, la brecha y los incentivos distorsionados”, explicó.
“Hasta ahora, el gobierno ha podido evitar una devaluación ‘de una vez’, y está apostando a un crawling peg (suba escalonada) que aun sigue corriendo desde atrás a la inflación. En un escenario de reservas insuficientes, el tipo de cambio deberá seguir acomodándose a una inflación que se espera se acelere en el primer semestre de 2021”, anticipó.
La brecha también es un obstáculo en el panorama cambiario pese a las expectativas favorables de ingreso de divisas por las exportaciones del agro. “La brecha está estabilizada, pero sobre niveles altos, y genera muchas distorsiones que afectan transacciones comerciales y a la economía real”, dijo Segoviano (LCG).
“Es poco probable que el Gobierno lleve adelante una devaluación. De todos modos, aún no está claro cómo va a aparecer la oferta de dólares, y en relación a la evolución del frente externo convivir con una brecha alta será perjudicial”, concluyó.
En un sentido similar, Castiglioni Cotter (C&T) espera que “siendo año electoral, probablemente el Gobierno intente con todas las medidas mantener este esquema de dólar oficial que ajusta un poco por debajo de la inflación. El riesgo de una aceleración del tipo de cambio no es baja, pero no lo más probable”, apuntó.
Las expectativas del sector privado muestran una devaluación de 45% a nivel de tipo de cambio oficial mayorista, según el REM del Banco Central. Esa corrección está en línea con la inflación esperada por los analistas para 2021. De esta manera, el tipo de cambio de referencia terminaría en diciembre del año próximo en torno de 121 pesos.
Inflación: descongelamientos y golpe al bolsillo
La suba de precios experimentó distintas tendencias a lo largo de 2020. Por un lado, una primera desaceleración entre enero y marzo, que llevó al IPC de 3,7% a 2%. Tras el inicio de la cuarentena, la inflación sufrió un primer pico de 3,3% mensual. En junio y julio tuvo una meseta de 1,5% y desde ese momento inició un sendero de aceleración.
El 2020 terminó con un nivel de ajuste de precios general en la economía cercano al 36%, según estimaciones privadas. El Gobierno celebró la cifra final del año, que terminó siendo casi 20 puntos porcentuales menor al 2019 (que había marcado con 53,8% anual un récord desde 1991). El desplome de la actividad del 2020 y el congelamiento son otros factores que ayudan a explicar el retroceso inflacionario de este año y, al mismo tiempo, son factores a considerar en 2021 para un posible “rebrote” de precios.
Según Carugati (Seido), “el año que viene va a ser complicado en materia inflacionaria: ajuste de precios relativos post pandemia, posibles presiones del lado salarial, posibles aumentos en precios regulados y una depreciación sostenida del tipo de cambio oficial hacen difícil pensar una inflación muy por debajo del 3,5% mensual. En términos anuales, creemos que el 2021 cerraría con una tasa acumulada de, por lo menos, 50% anual”, concluyó.
Mientras que para Kalos (Epyca), la inflación “es el segundo mayor desafío para el Gobierno después del crecimiento”. “La inflación fue relativamente menor en 2020 pero con una regulación de precios que es imposible mantener en el tiempo. El tipo de cambio no se apreció en términos reales, pero las tarifas y salarios se retrasaron. Son precios que hay que actualizar para tener un conjunto armónico de precios relativos”, consideró.
La continuidad del congelamiento de tarifas y los programas de Precios Cuidados también serán decisivos para la dinámica de inflación del año que comienza, según Bulat (Invecq). “El Gobierno apunta a salir de Precios Máximos, pero seguirá controlando a las empresas mediante acuerdos de precios, que históricamente fueron muy efectivos en una primera instancia pero todos derivaron en procesos inflacionarios importantes”, explicó.
“Nos encontramos aún con una economía muy ‘congelada’ en términos de precios (alquileres, créditos, movilidad, tarifas, etc.) que funcionan como resorte, se sostienen hasta que su descongelamiento parece necesario y la expectativa de devaluación es elevada si uno considera el mercado de futuros, lo que acelerará su retraso en términos de precios relativos. La pregunta es si los ajustes de precios podrán ser controlados y observar una inflación alta pero acotada, o una descontrolada, lo cual sería más que negativo”, planteó Bulat.
En 2020, por el congelamiento de tarifas, el Gobierno destinó el doble de subsidios a la energía que en el año anterior. En términos reales, pasó de significar un 1,6% del PBI a 2,6 por ciento. Y medido en dólares, el incremento fue de 30%, según estimaciones privadas.
Para que el Gobierno pueda mantener el gasto en subvenciones con el mismo peso en el Presupuesto 2021, el aumento de tarifas debería ubicarse en torno al 40%, según estimó Ecolatina. Para Econométrica, serían necesarios ajustes de al menos un 60% para el gas y del 40% en promedio en la energía eléctrica.
Indicadores sociales: pobreza y desempleo
La cuarentena preventiva de la pandemia arrojó a millones de personas a la pobreza y dejó sin ingresos a miles de hogares en todo el país. El peor momento de la crisis sanitaria hizo escalar los índices de pobreza hasta el 47% en el segundo trimestre del año, según estimaciones privadas. Y el desempleo superó con creces los dos dígitos.
Las perspectivas de mejora para el 2021 aparecen muy limitadas y, en todo caso, los analistas ven difícil que el rebote tras el desplome de 2020 sea suficiente para que los indicadores sociales puedan recomponer el deterioro que sufrieron en el año de la pandemia.
Según Giorgio (Econviews) “en 2021 veremos tasas de desempleo mayores a las de 2020, a pesar de que prevemos un rebote en la actividad económica”, explicó. “Concretamente, estimamos una tasa de desempleo promedio en torno a 13,5%. En 2021 esas personas seguramente reactivarán su búsqueda, y mientras no consigan empleo sumarán al número de desempleados”, comentó.
En un sentido similar, Segoviano (LCG), dijo que “es poco probable que el mercado laboral muestre mucho dinamismo, y que se vea una reducción marcada del desempleo en relación con lo que evidencie 2020”. Y agregó: “Puede verse alguna evolución positiva, considerando que va a ser un año de crecimiento, pero se parte desde niveles muy preocupantes, que no bajarán sustancialmente en 2021”.
Carugati (Seido) consideró que “con crecimiento escaso e inflación importante, el margen para que el desempleo y la pobreza se reduzcan va a estar más acotado. Habrá que ver cómo queda el entramado productivo, para analizar las posibilidades de recuperar rápido o lentamente el empleo privado”, anticipó.
Por su parte, Kalos (Epyca) también cree que la pobreza y el desempleo se van a mantener en niveles altos. “No va a haber recuperación abrupta. Sí una reversión parcial de los puestos de trabajo perdidos en el segundo trimestre de 2020. El desempleo en niveles de dos dígitos llegó para quedarse al menos en todo 2021. Y la pobreza seguramente baje moderadamente porque hay hogares que van a recuperar ingresos tras las restricciones de la cuarentena, pero tampoco va a ser una caída a niveles previos a la pandemia”, cerró.
En tanto, Castiglioni Cotter (C&T) cree que “los datos sobre desempleo que salieron muestran que según el Indec el índice se mantuvo con subas acotadas pero suponiendo que buena parte de la gente que se quedó sin trabajo no esté buscando empleo. Los puestos de trabajo que se perdieron requieren una acción del Estado. En ese sentido, es probable que la pobreza se mantenga elevada. La lenta reactivación de ingresos y empleo que le pone un piso muy alto”, concluyó.
Según Bulat (Invecq), ese índice “subestimado” de desocupación puede terminar por empeorar los indicadores de empleo en 2021. “La destrucción de empleo, que supera los 2 millones en comparación con igual período de 2019, se ha concentrado principalmente en el segmento de los asalariados no registrados (los conocidos como empleados “en negro”), que son el segmento más afectado por la calidad el empleo y por donde hay que empezar a trabajar”, dijo.
Y en ese sentido, concluyó: “En 2021 el efecto podría ser el contrario, una economía que se recupere y un desempleo que suba más que ahora, por el aumento de personas en búsqueda de recuperar el empleo, sujeto a una mayor movilidad”.