Hay pocas expectativas de una gran reacción de acciones o bonos luego de los comicios. Pero sí existe fuerte inquietud sobre cómo sigue el dólar, que el Gobierno mantiene anestesiado
El inicio de la pelea electoral genera un desinterés manifiesto entre los inversores que siguen a los activos argentinos. Ni en el mercado local ni en Wall Street se esperan grandes saltos en las cotizaciones por el resultado electoral, aunque de a poco se empezarán a seguir las encuestas con mayor atención. Hoy la principal preocupación parece estar en el comportamiento del dólar y especialmente lo que puede suceder con la divisa luego de las legislativas.
Los bonos tuvieron un corto rally especialmente en junio, que los llevó de niveles inferiores a USD 35 a precios más cercanos a USD 40. El riesgo país, sin embargo, no se movió de los 1.600 puntos, pero eso está más relacionado con la inesperada baja de tasas en Estados Unidos, que pasó a 1,20% anual para los bonos del Tesoro a diez años.
Los títulos preferidos por los inversores son los bonos de canje más largos, como el 2035, 2038 y 2041. El motivo es que pagan cupones de interés más altos en los próximos tres años, que permiten recuperar entre 25% y 30% de la inversión en ese plazo. En cambio, los bonos al 2030 pagan menos del 1% anual y en el mejor momento llegan a 1,75%. Eso explica por qué para los plazos más cortos el rendimiento de la deuda es del 20% anual en dólares, pero baja a menos del 15% para los períodos más largos.
El plazo de análisis para determinar en qué bonos conviene invertir llega al 2024. A partir del 2025 hay fuertes vencimientos de capital, de acuerdo a la reestructuración de la deuda que cerró el ministro de Economía, Martín Guzmán. La probabilidad de que el Gobierno de turno no pueda hacer frente a esos pagos y se vea obligado a volver a renegociar es altísima y eso refleja los valores deprimidos de los títulos. Sin acceso a los mercados financieros, la deuda volverá a ser pronto impagable y los inversores lo saben.
En este contexto, ahora la atención está puesta en cómo evolucionará el dólar oficial después de las elecciones legislativas. El Banco Central viene planchando todo lo que puede la cotización, que en julio subió apenas 1% y lo propio sucedería en agosto. Pero este incremento en dosis mínimas es insostenible con un nivel de inflación que se mantiene en alrededor de 3% mensual.
Por lo tanto, el objetivo hoy es minimizar los riesgos de un salto del tipo de cambio que luce inevitable. Por eso, el Tesoro ya ofreció bonos ajustados al dólar en la licitación del martes y las empresas emiten este tipo de bonos para financiarse, ante la demanda creciente que existe hoy sobre todo en empresas que están atrapadas por el cepo cambiario y deben buscar opciones en moneda local.
Lo más probable es que en las próximas semanas se acelere la búsqueda de instrumentos dollar linked, o sea ajustados al tipo de cambio, para reducir el impacto en el patrimonio de un eventual salto cambiario. En ese caso, los bonos ajustados por CER (inflación minorista) no proporcionan la misma cobertura.
También existe una amplia chance de un incremento de las operaciones en futuros de dólar, otra opción de cobertura en el evento de un aumento del tipo de cambio. Hoy las posiciones del Central en este mercado son muy bajas, pero tiene la posibilidad de salir a vender contratos posteriores a noviembre para bajar la demanda del mercado contado. A través de los mercados habilitados, como MAE y MATBA Rofex, es posible comprar dólares a fin de año a $ 111, mientras que para marzo del 2022 el precio salta a $ 125.
El resultado de las elecciones hoy se mira como algo secundario y que tampoco definirá demasiado el rumbo de la economía de los próximos dos años. Posiblemente el resultado que más preocupa sea el de una victoria contundente del kirchnerismo, que le dé más margen de acción desde el punto de vista legislativo.
Hoy todo indica que los inversores están cómodos si las elecciones arrojan un escenario de mayor paridad, que bloquee la posibilidad del Gobierno de obtener mayorías en ambas cámaras y al mismo tiempo ponga a la oposición en una situación competitiva pensando en las elecciones del 2023.
Pero más allá de esto, hay una mirada negativa sobre el futuro de la Argentina y sus grandes desequilibrios macro. Por otra parte, ya nadie ve a un posible candidato de la oposición con la posibilidad de revertir la desconfianza de los inversores como sucedió en su momento con el ex presidente Mauricio Macri.