La economía viene levantando, pero sigue 8% abajo del promedio 2011-2019. El oficialismo apuesta a que el resultado de las PASO sean un piso y que mejore en las generales a partir de una recuperación del salario y el consumo
Más allá de la fuerte especulación con el mercado de acciones previa a las PASO, los inversores tienen pocas expectativas sobre la marcha de la economía argentina en los próximos dos años. El escenario es, en el mejor de los casos, mediocre: bajo crecimiento, inflación elevada y falta de acceso a los mercados financieros. Por eso, la apuesta es puramente política.
En la jerga financiera denominaron la suba cercana al 20% en dólares del índice Merval del último mes como “trade electoral”, dando a entender que la especulación pasa exclusivamente por las señales que surjan de las PASO. Las primarias tienen una gran importancia, hoy más que nunca como una gran encuesta nacional ante la falta de sondeos de opinión creíbles. Sus resultados dirán hasta qué punto la pandemia, la crisis económica y el deterioro social del último año y medio golpearon al Gobierno. Y, sobre todo, qué pasará en el bastión del kirchnerismo, la provincia de Buenos Aires.
Tanto los analistas locales como bancos de inversión en Wall Street plantean distintos escenarios para los activos argentinos, dependiendo de lo que surja de las urnas. En cambio, las prioridades económicas no cambiarán tanto según quién resulte ganador. El acuerdo con el FMI es ineludible, teniendo en cuenta que el año que viene vencen USD 18.000 millones, impagables en cualquier escenario político. También resulta imposible de evitar una reducción del déficit de las cuentas públicas para intentar impedir una nueva crisis cambiaria. El proyecto de Presupuesto 2022 ya está redactado y no se modificará por el resultado del domingo. Lo que es seguro es que se apuntará a un rojo fiscal inferior al de de este año, que más allá del aumento del gasto electoral igual sobrecumplirá la meta prevista de 4,5% del PBI.
La gran pregunta de la elección
Sin demasiadas sorpresas por el lado económico, todo pasará por la lectura política post-PASO. Y la gran pregunta que los inversores intentarán despejar es bien concreta: ¿hay chances de que el kirchnerismo continúe en el poder después de 2023?
La apuesta es a favor de un debilitamiento de la coalición de Gobierno. La desconfianza de los inversores acompaña a Alberto Fernández desde que ganó hace dos años y nunca logró revertirla. Ni siquiera el 99% de aceptación del canje de deuda consiguió mejorar la visión de los mercados.
Posiblemente la respuesta sobre lo que puede ocurrir no resulte tan obvia como en otras oportunidades. La última PASO, la de 2019, sepultó las chances de reelección de Mauricio Macri. No hizo falta esperar la elección general. Y en 2013 también quedaron sepultados los intentos de re-reelección de Cristina Kirchner, tras la derrota que sufrió su candidato en las legislativas, Martín Insaurralde, justamente a manos de Sergio Massa.
Por eso es más importante que nunca la lectura del resultado en la provincia de Buenos Aires. Es decir hasta qué punto el Gobierno es capaz de defender su bastión electoral, particularmente el empobrecido conurbano bonaerense.
En el corazón del kirchnerismo esperan cautelosos. Y apuestan a que el resultado de las PASO será en realidad un piso hacia la elección general. La especulación es que con una mejora leve pero continua de la economía, al oficialismo le irá mejor dentro de 60 días. En la oposición creen exactamente lo contrario. En Juntos por el Cambio confían en que un buen resultado en las PASO gatillará el “voto útil” en la general, que suele ser contrario a los oficialismos: menos gente estaría dispuesta a votar a candidatos sin mayores chances.
Aunque este año la reactivación superará el 7% del PBI, la economía estará aún casi 4 puntos por debajo de los niveles de prepandemia. Un informe del Ieral, de la Fundación Mediterránea, advirtió que la actividad está hoy 8% por debajo del promedio que tuvo entre 2011 y 2019, que ya fueron años de estancamiento. Incluso se ubica 9% abajo del 2017, el mejor año del gobierno de Mauricio Macri. De la misma manera, los salarios están muy abajo en términos reales. Los ingresos de las familias medidos en términos de poder adquisitivo están nada menos que 13% abajo del 2013, año en el que el Gobierno perdió las legislativas.
La previa electoral tuvo un importante costo para el Gobierno y condiciona la última parte del 2021. La pérdida de reservas del Central llegó a los USD 850 millones desde que empezó a vender el 26 de agosto. Fue una cifra mucho más abultada que lo esperado. Además, el 22 de septiembre habrá que pagarle USD 1.891 millones al FMI por un vencimiento de capital y otros USD 689 millones de intereses el 1 de noviembre. Todo esto antes de las elecciones legislativas. Con estos números, prácticamente el Central habrá utilizado la mayor parte de los USD 4.350 millones que recibió del propio Fondo como parte del proceso de capitalización del organismo, a través de Derechos Especiales de Giro.
Los analistas económicos pusieron bajo la lupa una vez más la situación patrimonial del Central y la conclusión es que llegaría a fin de año sin reservas líquidas, es decir con un poder de intervención mínimo en el mercado. Mientras tanto, también aumenta la participación del Central en el mercado de futuros de dólar.
El resultado de la elección también determinará hasta qué punto es posible dominar el frente cambiario. Aunque resulte extraño, un resultado flojo para el Gobierno podría suavizar o incluso frenar la pérdida de reservas y sería más fácil controlar la cotización de dólar. En cambio, una victoria contundente podría generar más cobertura de los inversores y enfrentar al Gobierno con un panorama aún más complejo de administrar hasta fin de año.